En medio la premisa de un sector importante de la sociedad que reclamaba "que se vayan todos", el Parlamento designó a un presidente provisional por dos días hasta la elección de quien iba a completar el mandato.
El 19 de diciembre de 2001 el epílogo del gobierno de Fernando De la Rúa, que había asumido la presidencia el 10 de diciembre de 1999, parecía inexorable. La situación social había desbordado, con saqueos y desmanes en los puntos más importantes del país.

 En esas circunstancias el presidente realizó un llamado a la calma y respondió a la crisis decretando el Estado de Sitio en todo el país. La medida tuvo el mismo efecto que la nafta sobre las llamas y los hechos vandálicos comenzaron una escalada que dejaría un luctuoso saldo de 27 muertos y más de dos mil heridos.

 Una verdadera rebelión popular en la que se mezclaron los sectores más rezagados de la sociedad con clase media y que tuvo como escenario lo que hasta ese momento era el histórico bastión electoral del radicalismo: la Ciudad de Buenos Aires.

 Los sectores medios, indignados por el congelamiento de los depósitos bancarios se lanzó a las calles dispuestos a barrer con el poder político. Esa misma medianoche el ministro de economía Domingo Cavallo y el resto del gabinete pusieron sus renuncias a disposición del Presidente.

 El 20 de diciembre la Capital Federal y el Gran Buenos Aires estaban desbordadas por una ola de saqueos a supermercados y establecimientos comerciales de diversos tipos, a lo que se le sumó un cacerolazo generalizado y marchas de miles de personas autoconvocadas que reclamaban la renuncia del gobierno. En el centro porteño la policía federal fue superada y apenas lograba mantener la violencia fuera de la Plaza de Mayo.

 Luego, tras la renuncia de De la Rúa y la caída, junto a él, del gobierno de la Alianza, sobrevendría una salida institucional a la acefalía, signada por una sucesión de presidentes que, finalmente dejaría en manos del peronista bonaerense Eduardo Duhalde la transición hacia un nuevo gobierno.

 En ese marco, otra vez asomaría en el 2003 la figura de un alicaído Menem que, ya sin el apoyo de una buena parte de la estructura del PJ, logró imponerse en los comicios presidenciales del 27 de abril pero que, sabiendo que se encaminaba inexorablemente hacia una derrota en la segunda vuelta electoral, desistió de competir en el balotaje frente Néstor Kirchner, quien se convirtió así en el nuevo presidente.


•EL DEFAULT FINANCIERO Y LA EMERGENCIA ECONOMICA

DE RODRÍGUEZ SAÁ A EDUARDO DUHALDE

Tras la caída de De la Rúa, el presidente del Senado, Ramón Puerta, asumió el cargo y la Asamblea Legislativa nombró presidente a Adolfo Rodríguez Saá, por entonces gobernador de San Luis. Como presidente interino Rodríguez Saá declaró el default financiero, por el que Argentina se declaraba insolvente para pagar las deudas contraídas, en una inolvidable reunión de la Asamblea Legislativa donde muchos de los presentes aplaudieron la manifestación de la quiebra del país. Rodríguez Saá presentó entonces un proyecto para preservar el régimen de convertibilidad, apodada la 'tercera moneda' que consistía en la creación de una nueva moneda no convertible llamado "Argentino" conviviendo con el peso convertible y el dólar estadounidense.

 La única diferencia era que circulaba como dinero en efectivo (cheques, pagarés u otros instrumentos podrían ser nominados en pesos o en dólares, pero no en Argentinos) y se utilizaría para el pago de salarios en la administración pública y las jubilaciones y para financiar los planes sociales. Con ello se esperaba que la preservación de la convertibilidad restauraría la confianza pública. Sin embargo, nunca pudo aplicarse porque Rodríguez Saá, debilitado y sin el apoyo de su propio partido, renunció antes de finalizar el año.

 La Asamblea Legislativa fue convocada nuevamente, y se nombró a Eduardo Duhalde, por entonces senador de la provincia de Buenos Aires para tomar su lugar. En medio de la fuerte crisis, Duhalde encara una fuerte reforma que contempló la derogación de la ley de convertibilidad, la devaluación del peso; se aprueba además una amplia ley de emergencia económica. También la pesificación de las deudas y se empieza un proceso diametralmente opuesto al modelo menemista.

 El Congreso acompaña a Duhalde para que termine el mandato pero la represión del 26 junio del 2002 por parte oficiales de la policía bonaerense que termina con la muerte de Maximiliano Kosteki (21 años) y Darío Santillán (22 años) acelera el proceso y se convoca a elecciones nacionales para el 27 de abril.

 

•FIN DE LA CONVERTIBILIDAD

DEL MEGACANJE AL CORRALITO Y LOS PATACONES

Tras la renuncia de Ricardo López Murphy (duró apenas 16 días en el cargo) el gobierno de la Alianza recurrió a nombrar como ministro de economía a Domingo Cavallo, que inició su gestión prometiendo un crecimiento anual del 5% e intentando rebajar impuestos distorsivos y reanimar la industria, en lo que se presentó como 'Planes de Competitividad'.

 Sin embargo, los mercados reaccionaron tan mal como los organismos internacionales de crédito. En noviembre de 2001, el gobierno de De la Rúa inició una reestructuración de los compromisos de la deuda externa, denominada 'Megacanje' pero hacia fines de ese mes se produjo un agravamiento inusitado de la situación económica con fuertes retiros de depósitos bancarios.

 Para frenarlos, el ministro de Economía impuso restricciones que implicaban el congelamiento de los fondos depositados en los bancos, medida conocida como el 'corralito'. La medida fue promulgada el 1 de diciembre y originalmente permitía sólo un retiro de 250 pesos en efectivo semanales, la prohibición de enviar dinero al exterior del país y la obligación de realizar la mayor parte de las operaciones comerciales mediante cheques, tarjetas de crédito o de débito, y tenía prevista una duración por 90 días.

 

•EN MEDIO DE ESCANDALO

LA RENUNCIA DE CHACHO ÁLVAREZ POR LOS SOBORNOS

Además de la grave crisis económica que atravesó su gestión como consecuencia de la implosión de la Convertibilidad, el sustento político de De la Rúa quedó herido de muerte a partir de la renuncia en octubre de 2000 de Carlos Álvarez, vicepresidente y líder del Frepaso. Dicha renuncia tuvo lugar en medio de un escándalo donde se denunciaron supuestos sobornos en el Senado para aprobar una polémica ley de reforma laboral, destinada a debilitar el poder de los sindicatos grandes en favor de los pequeños y bajar los costos laborales.

 La renuncia de Chacho Álvarez produjo un quiebre en la Alianza y aunque los funcionarios del Frepaso siguieron en sus cargos, muchos de ellos hasta el final de la gestión, el quiebre se profundizó en el Congreso donde se inició una sangría de fuerzas de centro-izquierda que abandonaron la coalición por diferencias con el estilo de De la Rúa.

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