El año en el que la historia comenzó a cambiar fue el 1939, con la irrupción de la Segunda Guerra Mundial, ya que Ford decidió cerrar la importación de vehículos y componentes. En el barrio de la Boca la producción se limitó a completar las unidades con el material disponible. La guerra no resultó para nada fácil a las empresas norteamericanas, tampoco a las del resto del mundo, las sociedades comenzaron a cambiar sus hábitos y la crisis golpeó con dureza a las estructuras de todas las empresas, Ford no fue la excepción, y por supuesto que la Argentina no se quedó afuera de esa crisis.
Fue así como ante la creciente carencia de insumos básicos para la producción se suspendió la actividad. Durante el tiempo que duró la crisis, que fue muy dura y contundente, Ford se adaptó a los tiempos que corrían y se dedicó a fabricar baterías y definitivamente abocó todas sus energías y recursos en atender a sus clientes. Vendía repuestos y accesorios fabricados por talleres locales. Fue un cambio de paradigmas, un cambio histórico para la fábrica que obligada por la crisis que desató la guerra en todo el mundo hizo que se desarrollaran los proveedores nacionales lo que con el tiempo terminó siendo la base para el surgimiento y expansión de la industria autopartista argentina. Con la finalización de la guerra, la empresa retoma la actividad. Claro que para entonces el edificio que estaba situado en el corazón de la Boca no fue tenido en cuenta por la casa matriz de Ford porque entendían que el desarrollo industrial y demográfico que se venía necesitaba de un espacio diferente.
Fue entonces que en 1960 se coloca la piedra fundamental de la planta industrial de Pacheco, la misma que subsiste hasta estos días, y que terminó por confirmar ese presagio de la empresa ya que la demanda en el barrio de La Boca hubiese sido muy difícil de sostener. Ford de a poco fue dejando en el olvido la fábrica de La Boca pero si bien se dejó de producir lo que se mantiene aún es ese mítico edificio, sinónimo de un barrio que tuvo el privilegio de ser elegido como el primer eslabón de una empresa que con el tiempo terminó siendo mundial.