Cada vez se juega más en las canchas públicas de la Ciudad; los que se reúnen allí, con el tiempo, forjan una amistad. Las canchas se pueden reservar sin costo en el Portal Unico de Inscripciones.
Cuando la naranja entra, suena el ruido de las cadenas que hacen de red. Son las cinco de la tarde de un jueves otoñal y un grupo de jóvenes juega en una cancha de básquet. Algunos llegaron con su pelota. En un aro simplemente lanzan y practican; en el otro, se arma un reducido, 4 contra 4. A unos metros nomás, el tren se detiene, suben y bajan pasajeros y avanza nuevamente hacia el Oeste, donde el Sol pronto empezará a esconderse.
La escena podría ser de una película de Hollywood que transcurre en Nueva York, Chicago, San Francisco o cualquier otra urbe estadounidense, pero sucede en una plaza de la Ciudad de Buenos Aires y el círculo central de la cancha detalla la ubicación: un grafiti dice "PJ", por Primera Junta.
"Es lindo jugar acá porque siempre hay gente nueva", dice Agustín, un vecino de Montserrat que suele practicar en Parque Patricios los fines de semana, pero también disfruta de otras canchas públicas.
Aunque ocupa la posición de base, viste una musculosa negra del expivot Shaquille O’Neal. Su primer acercamiento a la naranja fue cuando la Selección Argentina se llevó la medalla dorada de los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004, y afirma tajantemente que el mejor de todos los tiempos fue Michael Jordan.
Santiago tiene 17 años y coincide con Agustín, aunque agrega a Stephen Curry a la lista. Steven es francés, vino a Argentina a estudiar y discute con ambos, siempre con una sonrisa: está convencido de que el mejor es LeBron James.
Los tres están sentados a un costado de la cancha de Parque Patricios tomando mate. Acaban de terminar su partido que duró no menos de una hora. Los días de semana, cuentan, hay muchos más adolescentes que van a jugar después del colegio. Los fines de semana, en cambio, el promedio de edad crece al mismo tiempo que el nivel de competitividad. Espontáneamente se arman equipos e improvisan torneos. En los partidos usan ambos aros, es 5 contra 5, y, como en cualquier potrero, ganador queda en cancha.
En el territorio porteño hay 49 canchas de básquet en espacios verdes de todas las comunas donde cada vez más vecinos se juntan y practican el deporte. Entre ellas, las de las plazas Almirante Brown y Matheu, en La Boca, y Marcelino Champagnat y el Bajo Autopista Herrera, en Barracas, barrio donde también están los polideportivos Pereyra y Don Pepe, cuyas canchas que se pueden reservar sin costo y donde se desarrollan clases para niños, jóvenes y adultos, quienes se pueden anotar en el Portal Único de Inscripciones.
Algo que muestran estas canchas públicas y que cada vez se ve con mayor frecuencia: los que allí se reúnen, con el tiempo, forjan una amistad. Alrededor de cada una, coinciden todos los vecinos que disfrutan de ellas, se forma una comunidad.
El Sol se pone en Parque Patricios. Hace rato que Agustín, Steven y Santiago dejaron de picar y lanzar la pelota para sentarse a descansar a un costado. Otros ocuparon sus lugares mientras ellos charlan sobre la Generación Dorada, el Mundial que se disputó en China en 2019 y la NBA. Finalmente, cuando el agua se acaba, parte cada uno hacia su casa con la seguridad de que, sin planearlo, se encontrarán pronto para jugar otra vez al básquet.