En Nochebuena y Navidad, la imagen más representativa es la del pesebre paupérrimo donde María dio a luz a su Hijo, acompañada de José y algunos animales. Ese lugar existe y está en Palestina, en los sótanos de la Iglesia del Nacimiento
Entre todas las historias que rodean la figura mística de Jesús, una de las más importantes es la que se conmemora todos los 25 de diciembre, que es, nada menos, que su nacimiento. Pero aunque todos coinciden que este acontecimiento especial sucedió en Belén, hay muchos que no saben exactamente qué era ese lugar por entonces y dónde se encuentra en realidad.
Belén es uno de los pueblos más antiguos de Palestina, situado 9 km al Sur de Jerusalén, enclavado en los Montes de Judea, en Cisjordania.
Fue asentamiento de beduinos tres mil años antes de que naciera el considerado Hijo de Dios. En hebreo, Belén proviene del vocablo Bet leehem, que significa casa del pan. En la Biblia, la ciudad se llama Belén de Judá, para distinguirla de otra localidad homónima de la tribu de Zabulón.
El nacimiento
Es una curiosidad histórica que Jesús naciera en este pueblo, al igual que su antepasado el rey David. El Nuevo Testamento relata que el Mesías nació en Belén porque José, siendo de la casa de David, debía ir a Belén desde Nazaret con su esposa embarazada a cumplir con un censo ordenado por César Augusto.
Como señala el padre Enrique Cases, la llegada a Belén antes del nacimiento no debió ser fácil. No había lugar en una casa cualquiera para que María diera a luz, pero José buscó hasta encontrar una gruta reservada a los animales.
Con respecto a esto, después de los evangelios, el testimonio más antiguo sobre el hecho que marcó un antes y un después en el calendario occidental es el del filósofo y mártir Justino, que en el siglo II relató: “Al momento del nacimiento del niño en Belén, José se detuvo en una gruta próxima al poblado, porque no había dónde alojarse en aquel lugar, y, mientras se encontraban allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un pesebre, donde los magos venidos de Arabia lo encontraron”.
Los testigos
Según cuenta la historia, fueron pocos los testigos del nacimiento de Jesús. Quienes figuran en los textos y, también en los pesebres de las familias católicas, son algunos pocos animales y, por supuesto, los pastores, de los cuales se dice que fueron despertados de su letargo nocturno, mientras cuidaban de su rebaño, por un ángel que les anunció “no temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor”. Ellos partieron presurosos a Belén y hallaron la escena que el ángel les había señalado.
Sin embargo, otros importantes personajes en esa escena fueron los Reyes Magos. Antes de llegar encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño y así poder ir él también a adorarle. En realidad, lo que quería era darle muerte.
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres Reyes Magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio.
La ciudad de Belén, hoy
En el siglo IV el emperador Constantino I el Grande mandó construir, en el lugar donde se había producido el nacimiento de Jesús, la basílica de la Natividad, que constituye el mayor atractivo religioso y turístico de la ciudad. A la cueva del nacimiento se desciende desde el interior de la basílica por dos escaleras cortas. El piso de la cueva ha sido cubierto de mármol. El lugar del nacimiento está marcado por una estrella de plata que tiene un orificio para poder ver el piso de piedra original. En la estrella están inscriptas las palabras: “Hic De Virgine Maria Iesus Christus Natus Est” (Aquí, de la Virgen María, nació Cristo Jesús). Cincuenta y tres lámparas se mantienen aquí encendidas día y noche. Aquí se celebra diariamente la Misa de Navidad, con los creyentes de rodillas sobre el piso.
Esta iglesia tiene, a su vez, una historia muy larga. Fue restaurada por el emperador bizantino Justiniano I en el siglo VI. En 1099 fue conquistada por los cruzados. El día de Navidad de 1100, Balduino I, primer rey del Reino Latino de Jerusalén, fue coronado en Belén, y ese año fue establecido un Obispado Católico en la ciudad. En 1187 la reocuparon los musulmanes.
En 1947, en el Plan de Partición de Palestina propuesto por la ONU, fue designada junto a Jerusalén como territorio internacional administrado por Naciones Unidas, una vez que expirase el mandato británico. Sin embargo, en el curso de la primera guerra árabe-israelí que estalló inmediatamente después, fue invadida por Transjordania y anexada a Jordania junto al resto de Judea y Samaria.
En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, fue ocupada por los israelíes, al igual que el resto de Cisjordania. A raíz de los Acuerdos de Oslo, en 1994 fue transferida como parte del territorio autónomo administrado por la Autoridad Nacional Palestina. Sin embargo, al día de hoy, esta zona es uno de los puntos neurálgicos de la guerra de las principales religiones y no pertenece de facto ni a Israel ni a los palestinos, pero se encuentra parcialmente bajo administración militar israelí y parcialmente bajo la Autoridad Nacional Palestina.