La vida de Boca cambió de manera abrupta, casi despiadada. De estar hace un par de semanas pleno de alegría, arriba de todos en la tabla, hasta con mucha comodidad, gozando de haber ganado el Superclásico y de estar cada vez más consolidado como equipo, pasó a un presente lleno de interrogantes. Lesiones y suspensiones obligaron al técnico a cambiar, y con el cambio llegó la debacle. Primero una derrota dolorosa ante Racing y luego una nueva caída frente a Rosario Central pusieron al xeneize en un presente preocupante, al menos para lo que queda de este año y también pensando en el objetivo grande del 2018: la Copa Libertadores.
Por lo pronto, tiene dos partidos por delante en el certamen y la consigna es seguir siendo líder cuando llegue el receso que se producirá tras la duodécima fecha. Y aunque los rivales en cuestión no están en su mejor momento, el tema pasa por el propio Boca, que hoy parece ser su peor enemigo.
Las roturas ligamentarias de Fernando Gago y Darío Benedetto lo han privado de dos de sus figuras claves, rutilantes, a las que no tendrá por varios meses. Y en el caso del delantero central, también se sumó el desgarro de su suplente natural Walter Bou, lo que obligó al Mellizo a improvisar, con escasa fortuna, con Junior Benítez.
La derrota con Central también dejó sus secuelas, más allá de los tres puntos perdidos, ya que fue expulsado Paolo Goltz, su estandarte defensivo, y llegó a la quinta amarilla Pablo Pérez, su principal generador de juego ante la ausencia de Gago. Y es por eso que ante Arsenal también serán dos bajas a lamentar, en un plantel donde no sobran las alternativas de jerarquía.
Sin certezas en cuanto al equipo, las especulaciones pasan por la presencia de Santiago Vergini en defensa, y que baje Edwin Cardona a la mitad de la cancha, restando definir a los tres de arriba, donde sólo Cristian Pavón tiene un lugar asegurado, al que podría sumarse Cristian Espinoza. El 9 goleador no está y entonces habrá que saber si le da otra chance a Junior Benítez, o apuesta a juveniles como Guido Vadalá o Gonzalo Maroni.
En pocas palabras, por mucho de infortunio, pero también por bajas actuaciones individuales y un rendimiento colectivo en descenso, el equipo del Mellizo perdió la brújula. Y aunque la prioridad es resolver lo inmediato, la cuestión es que Boca perdió la calma y complicó un panorama que pintaba alentador en todos los frentes.