Sorprendió enterarse de que el bonaerense Maximiliano “El Picante” Verón acabara en el hospital el pasado sábado -o madrugada del domingo, para ser exactos- y fuera operado de urgencia de un coágulo cerebral, tras su pelea ante el también bonaerense Gustavo “El Eléctrico” Lemos, ante quien perdió por KOT 8 en Desvío Arijón, Santa Fe, por el título latino superligero FIB que éste ostentaba.
Primero, porque si bien Lemos dominó todas las vueltas y lo castigó bastante, no fue tanto más que muchas de las innumerables peleas que vemos sábado a sábado, varias de ellas mucho más duras, con caídas o explosivos nocauts.
En ésta no hubo caídas, salvo en el round de la definición, donde casi sin tocar la lona –aunque a punto de derrumbarse- el árbitro Mario González directamente paró el combate y decretó el KOT sin efectuar cuenta, segundos después de que Verón viniera de atravesar curiosamente su mejor momento de combate poniendo en aprietos a Lemos.
De todos modos, en la intervención quirúrgica que le hicieron al Picante, además de un sangrado cerebral le descubrieron un gran edema, que aunque generaba mucha presión obró de contención de la hemorragia.
Tales edemas son preexistentes siempre, es decir, imposible que se formen inmediatamente. Por algo las tomografías computadas o resonancias magnéticas se toman al mes de haber sufrido un KO, y no al día siguiente, porque los coágulos demoran varios días en formarse.
La pregunta es entonces cómo fue que no se lo descubrieron en algún examen de rutina, o directamente en la revisión anual obligatoria para renovar la licencia, atento que el Picante hacía casi un año y medio que no combatía. En la revisión del 2020 y la del 2021 debió haberse detectado, a menos que la ciencia falle, o los estudios estén fraguados. ¿Son seguras las revisiones anuales tal y cómo están planteadas, a juzgar por éste y algún otro caso que hubo en el pasado? Es lo primero a plantearse.
Pero hay algo más, independientemente de que eso falle. Las reglas de la FIB, y de los demás organismos internacionales, que no contemplan la cuenta de pie, ni la regla de las tres caídas, atentan caprichosamente contra esta seguridad, porque no cuesta nada incorporarlas.
¿O es casual que estas desgracias pasen cuando están en juego títulos regionales como el de la FIB en este caso, y en otro más reciente el del CMB, cuyas reglas también comparten los otros organismos como la AMB y la OMB?
Verón recibió muchos golpes, y muy duros de un potente peleador como Lemos, que no obstante no es un noqueador. Pero jamás el combate dio indicios de que debiera ser detenido. Es más; si la hubiesen parado, el propio Verón, su esquina, el público y la prensa lo hubiesen fustigado.
Es que estas inexplicables reglas obligan a parar un match o directamente dejar seguir cuando no hay lo que ellos llaman “caídas” (tocar la lona con un tercer punto de contacto), como si eso fuera peor que estar aguantando golpes de pie. Una ignorancia inaceptable en estos tiempos.
Más de un round de esa pelea hubiese ameritado con el reglamento argentino una cuenta de protección de pie, observar el estado del púgil y pensar en dar el pase o no. Y si el castigo se repite, otra más. Y a la tercera en el mismo round es KOT, es decir, dos reglas que atenúan el pasaje entre seguir en combate o morir de pie, como los árboles, silenciosamente.
La FAB debiera tomar el toro por las astas, y cuando se disputan estos inexistentes títulos regionales, si es que intervienen todas autoridades argentinas, aplicar directamente nuestro reglamento, si se quiere, sin el medio punto. No importa qué tanto les guste o no a estos organismos a quienes lo que más les importa es cobrar el arancel, y se acuerdan de la salud sólo cuando les conviene políticamente. De otro modo es inentendible que se resistan a aggiornarse.
Lo otro a rever son los guantes. Llama la atención cada vez más lo mucho que cuesta noquear acá. Amortiguar tanto los golpes en peleas largas suele ser contraproducente, y en nuestro país se ven muchas peleas en donde hay dominio y castigo, pero falta de definición. Sucedió también en la pelea de semifondo con el pegador riojano José “Sansón” Rosa, que se cansó de pegar 6 vueltas y no pudo noquear hasta que la pararon a segundos del final.
Y el último punto es el del pesaje, algo que abarca al resto del mundo. Porque si hay un hilo conductor en estas tragedias, oh casualidad, es cuando un púgil baja demasiado de peso, en poco tiempo, o se exprime más de la cuenta.
Verón venía peleando como welter en los últimos 3 años, las últimas 4 peleas. En 2020 estuvo inactivo. Cuesta entender cómo reapareció una categoría más abajo. Tal vez no sea la causa, pero ayuda. Y repercute cerebralmente cuando el corazón se exige. Por algo cada vez se distancian más los pesajes de las peleas, se hacen controles previos y estudian porcentajes, amén de introducir un pre pesaje horas antes de la pelea. Será cuestión de estudiar esto, en vez de fijarse en idioteces, como si un profesional puede intervenir o no en el campo amateur.
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