Un problema económico-administrativo, generó que un grupo de dirigentes de peso en AIBA se movilizaran para pedir la renuncia de su presidente, el chino Ching-Kuo Wu.
El planteo terminó por crear un absurdo doble comando entre él y una Comisión Interna, formada por 6 miembros del Comité Ejecutivo.
Lo cierto es que si bien el conflicto giró sobre un tema de dinero, por sospecha de manejos fraudulentos, seguramente esto esconde otro motivo –el real, y quizás más serio aún-, que tiene que ver con lo político-deportivo.
Recuérdese que en Río rodaron varias cabezas, que se salpicó a varios árbitros/jueces por corrupción, e incluso volaron puestos de altos dirigentes.
Todo comenzó el año pasado, en una reunión de Comité Ejecutivo de Turquía realizada en abril, y se agudizó en el Congreso de Montreaux, Suiza, en diciembre, tras los JJOO.
Allí fue que –según se cuenta-, el chino Wu presentó un informe contable dudoso, tras lo cual curiosamente renunciaron el Tesorero y el Asesor de Finanzas –contador- de la entidad, por no estar de acuerdo con el informe presentado por Wu.
Nadie –ni el propio Wu- pudo explicar en primer lugar por qué el mismo no lo efectuó la empresa auditora externa encargada al respecto (KPGM), cuyo balance de auditoría se esperaba para el año pasado.
La importancia del mismo residía en que se había vencido un préstamo de 10 millones de U$ que la empresa Beacons de Azerbaiján le había efectuado a la AIBA hace 7 años, y ahora se lo reclamaba.
Wu debía rendirlo sin rodeos, pero a cambio, en su informe –presentado en Montreaux- hizo figurar como que había llegado a un acuerdo con Beacons por la forma de pago, cosa que poco tiempo después se descubrió que era falso, porque la empresa negó. Y para desgracia de Wu, nada había firmado al respecto que lo certificara y acreditara sus palabras.
La reacción de algunos miembros no se hizo esperar, y 5 de ellos decidieron reunirse en mayo de este año -otra vez en Turquía-, para analizar los acontecimientos y definir los pasos a seguir. Fue entonces que decidieron primero conseguir apoyo dentro del Comité Ejecutivo –compuesto por 15 miembros-, y de lograr consenso, pedirle la renuncia a Wu.
Un mes después, con el aval de 13 de estos 15 -2 abstenciones-, en otra reunión de CE celebrada en Moscú, llevaron a cabo la propuesta.
La misma constó de dos consignas: 1) pedir la renuncia de Wu por “mal manejo de administración”; 2) llamar a un Congreso Extraordinario con todas las Federaciones afiliadas para resolver el tema en noviembre próximo, también en Moscú.
Mientras Wu se negó a aceptarla, se formó una Comisión Interna de 6 miembros, que es la que ahora co-gobierna en paralelo, dividiendo la entidad, seguramente con muchos adeptos y otros que tal vez sigan a Wu, quien no se quedará de brazos cruzados. ¿Habrá un cisma? ¿Podría llegar a formarse una AIBA paralela?
Las posturas quedarán claras en el Congreso de noviembre, cuando las Federaciones afiliadas (compuesta por 130/140 dirigentes que representan a las Federaciones Nacionales de todo el mundo), se pronuncien.
Allí podrían pedir o no su renuncia. De hacerlo, Wu la debería acatar, éticamente. ¿Qué sucedería en ese caso? La CI seguiría en su reemplazo hasta agosto del año que viene, cuando venza el actual mandato y haya elecciones. De no hacerlo, Wu seguirá, pero con poco apoyo interno, siempre con tope en agosto de 2018.
No obstante, primero será la Corte Suiza quien en breve dictamine -en base a pruebas y Estatutos- cuál de los dos mandos tiene legitimidad hasta el Congreso de Federaciones, o si admite que se mantenga esta situación bipartita.
Lo más probable es que, pase lo que pase, y puestas las cartas sobre la mesa, Wu no dé marcha atrás y siga con su mandato. ¿Pero a cuál de los dos gobiernos responderá cada Federación tras noviembre si se vota por pedirle la renuncia a Wu y éste no la acepta?
El problema es que en agosto se avecina otro conflicto con las elecciones: ¿podrá Wu presentarse?
Por Estatuto, no se puede ejercer más de dos mandatos seguidos. El dilema es que cuando éste se reformó, no quedó claro si se incluía el período en curso, ya que el mismo se redactó después de su primera asunción. El chino interpreta que ese mandato no cuenta y los demás que sí.
¿Qué traería aparejado el cambio de timón? ¿Para dónde giraría una supuesta nueva conducción?
¿Seguirá la decisión de unificarse con el profesionalismo, incluyéndolo en los JJOO, o se dará marcha atrás? ¿Se profundizará la medida elevando a la AIBA como la 5ª entidad mundialista profesional? Da la sensación de que ese camino no variará, pero habrá que discutir cómo sigue.
¿Qué pasará con la APB y la WSB? ¿Quiénes podrán intervenir? ¿Qué pasaría con el uso del cabezal? ¿Habrá alguna reforma sobre fallos y reglas, en virtud de unificar y perfeccionar criterios, pulirlos, y eliminar de una vez por todas las sospechas, en especial a favor de los países del Este y su bloque euroasiático, hoy indisimulable?
Sea como fuere, para bien o para mal, el boxeo amateur está en revisión. Y como lo suyo tiene un fuerte tinte político, lo primero es saberse ubicar en el lado correcto de la grieta, que quiérase o no, siempre deja sus huellas.