Será que la crisis del boxeo argentino lo reactivó. O que las derrotas de los grandes referentes que quedaban, como Omar Narváez, y ahora Lucas Matthysse, le abrieron un espacio donde poder filtrarse, y la creencia de poder recoger el testigo (NdeR: objeto que se pasa de mano en mano en las postas de atletismo).
La cuestión es que Maravilla Martínez le pidió a la FAB que le renueve su licencia de boxeador profesional, primero por escrito (vía mail), y luego apersonándose directamente, cosa que hizo el último lunes, donde mantuvo una charla con las autoridades de la entidad, especialmente con el Dr. Hugo Rodríguez Papini.
La FAB no se la otorgó, así como se dijo. Simplemente le solicitó los estudios que se le pide a cualquier púgil que a cierta edad quiere reaparecer después de más de 2 años de inactividad, y si están OK, nada ni nadie podrá impedir que se la aprueben.
¿Pero para qué la quiere Maravilla? ¿Quiere volver a los rings, como casi confirmó su nuevo entrenador en España, Tinín Rodríguez, al colega Andrés Mooney de “A la vera del ring” ? ¿O simplemente es para filmar una película, como quiso hacer creer su mánager, Sampson Lewkowicz?
El tuit en respuesta a @lamazon_oficial: "Con el respeto que tú te mereces mi querido amigo te sacaré de dudas a ti y el resto de tus seguidores. Sergio va a grabar un documental de su vida inclusive boxear sin Cabezal por lo que el Seguro le exige que tenga licencia al día pues Sergio se negó a que Un Doble lo sustituya (SIC)", publicado a las 13:45 del 19 julio de 2018.
Descartemos barrabasadas. No se quiera subestimar a la gente con mentiras innecesarias, que ya bastante lo hicieron en otras épocas. Nadie que va a filmar una película de boxeo necesita sacar licencia de boxeador, y que se sepa, los documentales suelen hacerse con imágenes reales de archivo. Es la diferencia con la película.
Y en caso de no ser así, en ninguna de las dos modalidades los actores se pegan. Ni siquiera se tocan, salvo que se quieran reeditar los viejos duelos. Y jamás se usa cabezal, porque se trata de boxeo profesional, Watson.
Pero a ver, pensemos: ¿Stallone, De Niro, o Edgardo Nievas, por nombrar a algunos, debieron sacar la licencia para poder representar sus papeles de Rocky, LaMotta y Gatica?
Por favor, Sampson, no aclare que oscurece.
Ahora bien: ¿tiene Martínez derecho a solicitarla? Todo el del mundo, mientras cumpla con las obligaciones reglamentarias. De ser así, y de encontrarse apto clínicamente, ¿hay alguna razón para impedírselo si quiere volver? Ninguna.
La pregunta es qué le hace suponer a Maravilla que a los 43 años podría hacer lo que no hizo a los 39, y tener un rendimiento sobre el ring que lo amerite. No hay razón lógica, salvo que haya sido mentira –o exagerado- lo de la lesión en la rodilla y nudillos, o que haya en estos años realizado algún tratamiento oculto –por alguna razón- que lo haya regenerado.
Lo que sí es totalmente falso que con la rodilla como dice su actual DT que la tiene -sin meniscos y casi sin ligamentos-, pueda entrenar. Cualquiera que haya sufrido problemas de esa naturaleza sabe perfectamente que así apenas si se puede caminar; ni hablar de correr y saltar, menos cambiar de rumbo, girar, o reaccionar. Basta de mentiras.
La otra pregunta es para qué volver. Uno quiere creer que no es problema de dinero el móvil. Tal vez tampoco la gloria, ni siquiera los éxitos deportivos. O sí, vaya uno a saber. Sea como fuere, detrás de ello hay algo inequívoco: se llama “ego”. Un ego gigante que no puede alimentar fuera de la única actividad que le dio reconocimiento. Sin embargo, ¿está prohibido el ego como inspiración válida para llevar a cabo algo?
Todo llama a pensar que el anonimato repentino lo torturó más de la cuenta. Que el bichito de la fama y el candor de las luces que le dio el boxeo, no lo pudo mantener con el stand up, ni con el teatro, ni con ninguno de los emprendimientos que ensayó en las tinieblas del olvido y la desolación.
A juzgar por su estado físico actual -según se afirma, superior al de sus últimos combates-, Maravilla Martínez se viene entrenando hace meses, para lo cual debió haber tomado una decisión previa aún, madurada con tiempo.
No olvidarse que las últimas imágenes que la retina guarda de él, es de u n tipo casi obeso y flácido, que filmó una escena boxística para una película. ¿Qué obró entre aquel reciente cuerpo abandonado y éste alineado, que busca retomar la competencia deportiva?
Sépase además que los popes del momento en su categoría –si es que vuelve en mediano, como se supone- son los Canelo Álvarez, los Golovkin –que pelearán entre sí en setiembre- los Charlo, y en supermediano ninguno conocido, lo cual no quita que sean tapados en ciernes. ¿Le podría ganar a alguno? Es más. ¿Hubiera podido contra cualquiera de ellos en su momento de esplendor?
Sincerémonos ante todo: lo haga o no, Maravilla pidió la licencia porque quiere volver a combatir.
Pero más allá de estar en condiciones de reaparecer, una cosa es poder hacerlo, y otra muy distinta hacerlo con éxito y con sentido. Porque todos sabemos por experiencia que nunca se vuelve, como decía el Gran Jack Dempsey. Matthysse y Narváez siguieron subiéndose, pero ya se vio a qué costo. ¿Querrá ser un caso más?
Recuérdese que él había anunciado su retiro, que incluso hasta lo vendió y todo en una reunión con la prensa acá y en USA. Supo usar siempre a la gilada y al periodismo, y en eso sigue siendo el campeón mundial, sólo que esta vez no se ve a qué corona apunta.