La bilocación es uno de los fenómenos más extraños y discutidos. Los casos de San Alfonso de Ligorio (Siglo XVIII) y del padre Pio de Pietralcina (Siglo XX).

La bilocación –posibilidad que permite la función parapsicológica de estar presente en dos sitios al mismo tiempo– es uno de los fenómenos más extraños y discutidos. Existen algunos casos entre santos católicos así como en diversas regiones, suficientemente documentados; por lo tanto históricamente comprobados.

En Oriente la bilocación se conoce con la denominación de desdoblamiento astral o doble etérico. Igual término utilizan esoteristas y ocultistas. Precisamente esa “otra parte” a que hace referencia la expresión “doble etérico” es lo que, en Parasicología se denomina cuerpo bilocado o, sencillamente, bilocación.

Esto significa que la certeza de que una persona puede –por sus propios medios y sin recurrir a explicaciones que requieran la intervención divina– conformar una figura idéntica a su cuerpo físico, ya era cosa sabida desde la noche a los tiempos.

En la actualidad la Parapsicología no ha hecho sino investigar el controvertido fenómeno, comprobando su realidad tanto como generando modelos para explicar los mecanismos que lo provocan.

El caso de San Alfonso de Ligorio

El mejor ejemplo de bilocación, por lo ampliamente documentado que se conoce dentro de las tradiciones occidentales, es el San Alfonso de Ligorio (1696 -1787), , quien tras un estado catatónico provocado por el éxtasis místico de tres días de duración, recobró el conocimiento expresando a los asombradps frailes presentes que con él convivían en un convento: “he estado asistiendo a su Su Santidad mientras estuvo en agonía. Ya descansa en Dios No le fui más necesario”.

Transcurrido un tiempo llegaron noticias al alejado monasterio. Con ellas fue comprobable lo dicho por Alfonso. El Papa Clemente XIII había fallecido tras tres días de agonía mientras tomaba las manos de su ferviente discípulo el monje Alfonso.

Esto ante la percepción directa de todos quienes acompañaron a Su Santidad en las jornadas previas a que desencarnara. Sin embargo Alfonso en ningún momento había dejado el encierro de los claustros monacales y ni siquiera se había movido durante el éxtasis místico (estado alterado de consciencia) de tres días durante los cuales no ingirió agua ni alimentos y sus funciones fisiológicas quedaron reducidas a una respiración casi imperceptible.

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Como la Parapsicología explica que por el fenómeno extrasensorial de clarividencia pueden describirse acontecimientos imperceptibles a los cinco sentidos que ocurren de manera contemporánea y a la distancia, podría suponerse que sólo fue un hecho de clarividencia o telepatía lo que permitió a Alfonso de Ligorio tomar conocimiento de lo que ocurría a gran distancia con la vida del Santo Padre.

Tengamos en cuenta que cuando usamos el término telepatía hacemos referencia a la captación de un contenido emocional o mental de otra persona, que se halla fuera del alcance sensorial.

Pero ni clarividencia, ni telepatía pueden explicar el hecho de que las demás personas que acompañaron a Clemente XIII en sus últimos momentos de la vida observaran y hasta conversaran con el monje. Es así que el historiador Moraes escribe en el Histórico de los Papas una frase del todo elocuente: “Clemente XIII dejó de existir a las 7 de la mañana del 22 de septiembre, habiendo sido asistido por los Generales de los Agustinos, Dominicanos, de los Menores Observantes y de los conventuales; lo que es maravilloso, asistido por el beato Alfonso de Ligorio, aunque lejos de cuerpo, como lo atestiguan los procesos jurídicos de sobredicho beato, aprobados por la sagrada Congregación de Ritos“.

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Existen relatos similares sobre bilocaciones acontecidas en la vida de San Antonio de Padua, San Ambrosio y San Javier Francisco.

La Parapsicología explica a la bilocación de la misma manera que lo hace para los fenómenos de ectoplasmía y fantasmogénesis. Se trata de una capacidad especial de la función parapsicológica de manifestarse con materialidad. A punto tal que aquí ya no se trata de formas antropomorfas más o menos imprecisas como ocurre con las apariciones fantasmales, sino que en estos casos más extraordinarios que todos los fenómenos psikinéticos (u objetivos) parapsicológicos conocidos, aquí la materialización es un real doble de la persona.

Ni siquiera puede intentarse la comparación con un holograma o cierto tipo de proyección, pues la parte bilocada goza de todas las mismas capacidades que la persona real: tiene materialidad, se la puede tocar semejando lo mismo que cualquier humano, se alimenta, conversa, camina. Tal como ocurrió con Alfonso durante los días en que permaneció asistiendo a Su Santidad.

Deducimos que la persona real y la bilocada se mantienen en comunicación extrasensorial general (GESP) –esto es clarividencia y telepatía– siendo ésta la razón por la cual la persona real al salir del estado alterado de consciencia (en el campo espiritual denominado “éxtasis místico”) recuerda todo lo actuado por la otra parte.

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A juzgar de la documentación histórica disponible, la bilocación es un suceso que queda reservado para personas dotadas de un elevado desarrollo espiritual. Quizá por eso las bilocaciones nos parecen algo fantástico y por eso mismo casi no hay ejemplos contemporáneos. Durante el siglo XX tuvimos un solo caso muy famoso; el del padre Pio de Pietralcina (quien, a la vez, exhibía los estigmas, fenómeno que hoy en día se explica sin inconvenientes como hecho psicosomático) que fue convertido en santo por el Papa Juan Pablo II.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. www.antoniolasheras.com

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