El aumento de las perspectivas de longevidad del ser humanos y los cambios tecnológicos continuos, hacen imprescindible tener una capacidad mental de adaptación. Antonio Las Heras explica en qué consiste esa preparación.

Cuando, a mediados del Siglo XX, fantaseábamos con la llegada de año 2000, la imaginación hacía pensar en viajes al espacio como algo cotidiano, medios de transporte aéreos tornando piezas de museo a los automóviles y ciudades cósmicas –como las ideadas por el hidroescultor y poeta Gyula Kosice (1924/2016)– orbitando en torno de la Tierra.

Nada de eso ha sucedido. Salvo la revolución en las comunicaciones inalámbricas permitiendo a una persona mantenerse comunicada “vía satélite” en cualquier región del planeta donde esté situada.

Empero, algo sí aconteció que la gran mayoría de los futurólogos no vaticinaron. Se trata de la aceleración del “tiempo humano”. Vertiginosos cambios de vida a los que sólo se puede acceder armónicamente llevando a la práctica una verdadera “alquimia mental”. Propósito que, de alguna manera, parafrasea el comienzo de “El Kybalion” –libro que reúne conocimientos ancestrales del Egipto faraónico y de la Grecia clásica– que comienza afirmando: “El Universo es mental.”

Y utilizamos la expresión “alquimia mental”, recordando la oculta labor de los alquimistas medioevales que, mientras engañaban a los demás haciéndoles suponer que el único fin perseguido era convertir una sustancia barata como el plomo en otra valiosa como el oro, cuando en realidad lo que pretendían era conseguir una modificación interior; transmutar las capacidades espirituales y mentales mientras entre atanores y alambiques repetían sus fórmulas secretas.

De allí que –como bien lo recuerda el sabio Carl Gustav Jung (1875/1961)– “el oro de los alquimistas no es el oro vulgar.

ADEMÁS: Asombrosos laberintos de la mente humana/ Por Antonio Las Heras

Un psiquismo adecuadamente entrenado

Hoy en día los cambios que interesan para una vida mejor tampoco lo son aquellos exteriores que hacen a lo accesorio y lo suntuario. Ahora, más que nunca, hay que tener un psiquismo adecuadamente entrenado para que los cambios repentinos e inesperados puedan ser convertirlos en suceso favorable a uno mismo. Una mente tan lúcida que hasta sea capaz, inclusive, para adelantarse a los que sucesos que han de acontecer; que serán sorpresivos y sorprendentes para la mayoría, pero no así para quienes hayan concretado su “alquimia mental.”

Investigaciones realizadas –hace de esto ya dos décadas– tanto en Europa como en los Estados Unidos, demuestran que el humano actual tiene que estar preparado no sólo para cambiar de trabajo y domicilio con frecuencia sino –inclusive– para variar de profesión o actividad varias veces en la vida. Algo que hubiera sido impensable en la segunda mitad del siglo XX.

A esto se suma el hecho de que los avances científicos y sus aplicaciones tecnológicas van aumentando sin cesar la expectativa de vida humana.

Aumento del promedio de la expectativa de vida

Este proceso mantiene un ritmo arrollador que puede advertirse teniendo en cuenta lo que sigue. En la Inglaterra de 1840 el promedio de vida era, casi, de 41 años. Para 1900 en los Estados Unidos, era de 47 años. O sea que en seis décadas había crecido apenas seis años.

¡Pero para 2004 ya era de 77,2 años mientras que en la Argentina era de 74 años! Y la cifra siguió acrecentándose de tal modo que, en el encuentro realizado hace una década, organizado en Dublín por la Asociación Británica Para el Avance de las Ciencias, Ian Robertson –investigador del Instituto de Neurociencias del Trinity College– realizó afirmación que, entonces, resultó inesperada pero que, para la actualidad, se ha vuelto moneda corriente. Dijo: “La nueva edad adulta oscila entre los 50 y los 80 años, un período mayor que el de la juventud, antes de que se instale la vejez propiamente dicha”.

Dicho de otro modo, estamos viviendo en una época donde, recién a partir de haber cumplido tres cuartos de siglo de existencia, una persona estaría empezando a ingresar en algo como lo que usualmente se entiende por “vejez.”

¡La misma edad a la que era poco usual llegar (y habría que ver en qué estado psicofísico) en tiempos de nuestros padres y abuelos! Ya avanzados en el siglo XXI –y habiendo concluido, casi, el primer cuarto de esta centuria– los científicos consideran que la expectativa de vida alcanza los 86 años. Y cada vez son más –en todo el mundo– las personas que llegan a los cien años de edad.

"Comer menos, para vivir más"

Pankaj Kapahi, del Instituto Buck de Investigación del Envejecimiento, Estados Unidos, rescata –a su vez– la importante relación que existe entre alimentación y longevidad sana. Comer menos para vivir más, sería el lema a tener en cuenta.

Pero, claro está, la decisión de ingerir los alimentos adecuados comienza -una vez más– por esa “alquimia mental” que implica tomar las decisiones que, para uno, sean favorables, sin apelar –para no realizarlas– a excusas de las que siempre hay muchas y es necesario disolverlas de la mente.

Pensamiento racional

La “alquimia mental” es crear pensamientos que nos permitan concretar los deseos positivos de vida que albergamos y no extraviarnos en justificaciones que sólo hacen que la persona se frustre.

El sendero de la “alquimia mental” comienza comprendiendo esta frase: “El cuerpo es el campo de batalla de la mente.”

Una herramienta fundamental para esto, es la utilización de lo que denomino “pensamiento racional, reflexivo, positivo, creativo y proactivo.”

Ante todo “pensamiento racional” pues dejarse arrastrar por las emociones no es lo adecuado. “Reflexivo”, implica analizar las diferentes variables de un mismo tema para comprenderlo acabadamente. “Positivo” no es engañarse diciendo “esto ya pasará”; nada de eso. “Positivo” es rescatar lo útil y valioso que siempre hay aún en asuntos desagradables. “Todo negativismo tiene su positivismo; pero sólo la persona que aplica su pensamiento racional inteligente puede encontrarlo”, afirmaba un gran maestro del tema como fue el uruguayo Prof. Dándolo Torri

Pace. ”Creativo”, indica que –ante el problema, la dificultad, el imprevisto– el humano tiene que desplegar lo más esencial que tiene, que es el generar novedades; en cualquier ámbito que fuera.

Y, finalmente, pero no menos importante” es “proactivo.” Remite al concepto de que es uno mismo quien tiene que generar los procesos correspondientes para que lo buscado tenga concreción real. Pensamientos tales como “cuándo se den las condiciones”, “cuando llegue el momento oportuno”, cuando otros quieran ayudarme” son sólo engaños de la consciencia para seguir frustrándose. Quién tiene que ocuparse de que surjan las condiciones necesarias es, precisamente, quien persigue el objetivo de lograr lo anhelado. ¡Allí estamos frente a un real proceso alquímico!

Hay otra herramienta imprescindible para este desarrollo de la mente y la toma de las decisiones adecuadas: es abrirse a la intuición. Esas “voces interiores” de las que hablaron los filósofos griegos. La intuición es una certeza que llega a la persona de manera repentina, directamente de lo profundo del psiquismo. Nuestra cultura la ha descartado y – hasta – desacreditado. Grave error. La inclusión de lo intuitivo es fundamental para el desarrollo armónico de la personalidad. Intuición puede definirse como la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.

Musk y los implantes cerebrales.jpg
Elon Musk lidera la tecnología de implantes cerebrales con su empresa Neuralink

Elon Musk lidera la tecnología de implantes cerebrales con su empresa Neuralink

Dos desafíos: implantes cerebrales e inteligencia artificial

Lo que se propone con la idea de “alquimia mental” es que cada persona pueda adueñarse de sí misma, construir la vida que, mediante el uso de su pensamiento racional reflexivo sumado a las claridades que obtiene de la experiencia intuitiva, ha decidido. Y no ser un miembro más de la manada dirigida por un pastor que tiene sus propios fines para que lleven adelante los integrantes de dicha manada.

A más, en la actualidad ya tenemos en claro que habremos de enfrentarnos a dos desafíos que cambiarán a la Humanidad. Me refiero al implante de chips en el cerebro para comunicación directa e inalámbrica con todo el ciberespacio y a la implementación de la inteligencia artificial.

Lo necesario para conseguir la libertad de vida que cada humano merece, requiere –indefectiblemente– tener esquemas de pensamiento siempre renovados, capaces de suficiente flexibilidad para armonizar con los cambios exteriores que se aproximan así como de aquellos imprevistos con que la vida cotidiana nos enfrenta. Sin dudas, ha llegado el tiempo de que cada uno haga su propia “alquimia mental”.

Antonio LAS HERAS es doctor en Psicología Social y magister en Psicoanálisis. “Atrévete a vivir en plenitud”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados