Decenas de apariciones de seres con apariencia humanoide se produjeron de norte a sur en el territorio argentino durante 1965. El autor recuerda esos hechos y explica los posibles motivos.
El tiempo pasa y algunas cosas que llamaron la atención –o asombraron– en su época, quedan en el olvido. Pero los investigadores que trabajamos con archivos detallados y –por experiencia– solemos regresar a ellos tal vez después de algunas décadas, conseguimos destacar situaciones muy particulares, las cuales –en su mayoría– nunca llegaron a esclarecerse.
En ese sentido, va este trabajo que busca volver a traer a la luz una real “oleada” de apariciones de humanoides sucedida en territorio argentino hace ya nada menos que 59 años. Por supuesto, nunca fue explicada. ¿Hechos reales? ¿Productos de la imaginación? ¿Psicosis colectiva? ¿O se trató de entidades inteligentes provenientes de otro mundo que estuvieron –por aquellos días– investigando esta parte del planeta?
Aquí están los registros de aquellos acontecimientos que, casi seis décadas atrás, ocuparon las primeras planas de los diarios y fueron tema en programas de radio y televisión.
A fines de enero de 1965, en horas de la noche, son observados unos extraños seres descriptos como “de gran altura” en la provincia de Corrientes.
El suceso tuvo lugar en el campo del señor Sourious, ubicado en Torrent (Corrientes), cuando dos hijos de este y varios peones se encontraron con unos seres gigantescos, cuya altura superaba los dos metros y medio. Asustados, los hombres corrieron hacia la casa donde se encerraron. Inexplicablemente, desde afuera una luz penetraba a través de las paredes de madera. Iluminando el interior. Los extraños seres desaparecieron tan inexplicablemente como hubieron surgido.
Una noche de la primera semana de febrero de aquel año de 1965, un hombre que vivía en Torrent, localidad próxima a Santo Tomé, provincia de Corrientes, llamó a sus vecinos pidiéndoles que saliesen a la calle para observar la evolución de cinco objetos luminosos que estaban desplazándose a muy baja altitud.
Acto seguido, aterrizó uno de los aparatos, que parecía transparente, del que salieron cinco seres, los cuales tenían un ojo en el centro de la frente. Afirmaron los asombrados testigos, que sobre la cabeza llevaban instrumentos que despedían destellos de diferentes colores. Entraron en una casa y trataron de apoderarse de un hombre, pero tuvieron que retirarse ante la enérgica actitud de los aldeanos. Después subieron a su aparato y se retiraron.
Sin embargo, el 6 de febrero regresaron y fueron vistos por muchas personas. De nuevo intentaron vanamente de apoderarse de aquella persona, la cual consiguió huir para dar la alarma. Los vecinos salieron de inmediato y no vacilaron en disparar sus escopetas contra aquellos extraños seres. Según comentaron después, los tiros –al parecer– no produjeron efecto afecto en los humanoides.
Es importante recordar que la descripción de seres con un solo ojo, no es único. Otro igual fue relatado por varios testigos en Belo Horizonte, Estado de Minas Gerais, Brasil, y ocurrió el 28 de agosto de 1963. En ese caso el objeto también era transparente. Y también coincide con el acontecimiento relatado por el camionero Eugenio Douglas, sucedido en la provincia de Córdoba, el 12 de octubre de 1963, quien –además– los describió como seres con cascos provistosde antenas.
Otro hecho de nuestro interés ocurrió en la localidad de Quilmes –provincia de Buenos Aires– y fue protagonizado por don Eduardo Ramón Pereira quien residía en San Francisco Solano. El mencionado avanzaba –siendo las 8 de la mañana del 20 de julio de 1965– con su furgoneta algo después del llamado Monte de los Curas, cuando vio caer del cielo un objeto “como en paracaídas” que desapareció silenciosamente entre los arboles de una ladera.
Al dirigirse allí para investigar, descubrió en un claro un aparato ovoide de color cromo, sostenido por patas metálicas.
La parte superior era trasparente (de nuevo este detalle) y la parte inferior extraordinariamente lisa, sin uniones ni remaches. Junto a la máquina vio a un joven rubio que parecía estar estudiando un trozo de papel. Llevaba una escafandra de plástico, botas pequeñas y a la pierna derecha tenia sujeta una especie de cartera.
El testigo pudo acercarse al aparato sin ser observado, pudiendo observar el interior, por una portilla, notando la presencia d un segundo hombre quien estaba sentado ante un tablero de instrumentos.
Entonces el de afuera notó su presencia y se incorporó con expresión aireada. ¿Qué pasa, amigo?, preguntó Pereyra. El desconocido, sin responder, subió inmediatamente en el aparato, el cual tomó vuelo al instante hasta llegar a unos 30 metros de altitud, para alejarse después en vuelo horizontal.
Según indicó Pereyra en aquellos días al ser consultado por los medios periodísticos, él conocía el camino perfectamente pues por atravesarlo cotidianamente con su reparto de leche.
Fue así que vio descender “un circulo blanco.” Más tarde advirtió que la maquina tendría 1,80 m. de largo por 1.50 m. de alto y estaba apoyada en el suelo por intermedio de dos pequeñas patas. La mitad superior era transparente y se veían en el interior dos cabinas separadas por un tabique.
Apenas tres días más tardes, el 23 de julio de aquel 1965, siendo las 19.20 horas, tuvo lugar un nuevo suceso, en la provincia de Jujuy, involucrando a un objeto luminoso extraño asociado al cual parecieron verse seres desconocidos.
En efecto, Domiciano Díaz, empleado de correos, denunció que regresando con su esposa e hijo desde la finca de El Carril – propiedad de sus padres– ubicada en Perico de San Antonio (Prov. de Jujuy) fue sorprendido por la presencia repentina de un foco luminoso aéreo al cual comparó con una luz de mercurio y que quemaba como los rayos solares.
El OVNI descendió suavemente a un lado del camino, cerca de un algarrobo, momento en que apagó sus luces superiores. Díaz alcanzo a divisar unas siluetas humanoides que intentaban salir por una portezuela del objeto, el que semejaba un plato invertido. La observación duró unos 20 minutos.
Según pudo constatarse luego, el sector del descenso quedó chamuscado, al igual que una parte del algarrobo expuesta al fenómeno. Ante la vista de estos inesperados hechos, la Sra. de Díaz, resultó presa de un fuerte impacto emocional, por lo que perdió momentáneamente el conocimiento.
Fue el 20 de agosto de aquel mismo año, en que se observa otro objeto aéreo desconocido con figuras a su alrededor. Eduardo Lujan Yacobi, de 25 años de edad y su esposa Teresa Ernestina Acuña de Yacobi, regresaban a su casa de la calle San Luis N° 206, a las once de la noche del día indicado, cuando en la confluencia de la calle 9 de julio con la calle N° 216 –en el mismo centro de la ciudad de Mar del Plata– oyeron un fuerte zumbido y vieron pasar sobre ellos, a muy baja altitud –casi rozando las copas de los árboles, podría decirse– a un objeto luminoso, ovalado y giratorio que emitía destellos. La máquina aterrizó a 200 metros de ellos, y vieron moverse a su alrededor a unas figuras que parecían inspeccionar alguna avería. Estas figuras fueron descriptas de un brillante color violeta o rojizo.
Comentó Yacobi que quiso acercárseles, pero su esposa, asustadísima, lo disuadió. Momentos más tarde las figuras humanoides volvieron a entrar en la máquina, la cual tomó vuelo para perderse de visita en pocos segundos. Hubo otros testigos, que no estuvieron donde estaban los Yacobi, que confirmaron haber visto volar un desconocido objeto color rojizo que desprendía un singular zumbido.
El 23 de agosto –siempre de 1965–siendo la una de la madrugada-, en la ruta a Apóstoles (provincia de Misiones) una persona observa un objeto aéreo desconocido del cual desciende un ser humanoide.
Así lo explicó Casimiro Zuk quien transitaba en bicicleta cerca de un paso a nivel del ferrocarril, cuando divisó sobre su cabeza un objeto luminoso que, tras describir un semicírculo, fue a posarse suavemente en un campo lindante, a 400 metros de distancia. Tenían una forma alargada, 5 m. de diámetro y 2.5 de altura.
Siempre según los dichos de Zuk, una escotilla se abrió de la cual salió un hombre de talla normal, vestido como un aviador, quien caminó unos pasos para regresar al aparato, que se elevó en haciendo movimientos espiralados.
No terminan allí los acontecimientos, pues el 8 de setiembre, en horas de la tarde; esta vez en la provincia de Santa Fe, es avistado por varios testigos un ser de pequeña altura y de origen desconocido.
Fueron cinco hermanos de apellido Abrigó; el mayor de 10 años, quienes se encontraban jugando en la localidad de Colonia, provincia de Santa Fe, cuando vieron un ser pequeño que se les aproximó. Vestido con un traje verde, como un mameluco enterizo que le tapaba desde la cabeza hasta los pies. Sus ojos eran blancos y muy grandes; las piernas muy cortas, y la talla, no más de un metro. Los niños quedaron como paralizados. Siempre según los testigos, el sujeto los miró un rato en silencio, giró sobre sus talones y se alejó dando grandes saltos.
El 4 de octubre, un nuevo hecho tuvo lugar; esta vez en Santiago del Estero. Se trató de la observación de un enigmático ser gigantesco que, luego, se desvaneció en presencia de varios testigos.
Varios escolares, el niño Luis Ramírez y las niñas María Adela de la Cabaña y Rosa Carbajal, todos ellos alumnos de la Escuela Nacional N° 982 de Puerto Beltrán, en el distrito de Loreto (Santiago del Estero) se dirigían a buscar agua a un deposito situado no muy lejos de su escuela, cuando vieron a un ser gigantesco que se revolcaba por el suelo y que después se desvaneció misteriosamente en medio de una nube.
Y como ejemplo final –pues, sin dudas ha de haber muchos otros de aquel año de 1965– traemos el ocurrido en los primeros días de octubre – seguramente el día 4– cuando, en un sitio de la provincia de Salta, son descubiertos extraños seres de pequeña estatura.
Tres escolares, Santos Vallejos, Antonio Aparti y Adela Sanchez, se dirigían como todos los días a la escuela del Libertador General San Martin, (situada en la localidad de Aguas Blancas, provincia de Salta) cuando en un lugar donde la carretera atraviesa unas colinas cubiertas del bosque vieron a varios “seres de pequeña estatura, piel verdosa, que sólo remotamente parecían unos seres humanos”.
Los extraños individuos trataron de capturar a los niños, los cuales huyeron aterrorizados hacia la escuela, donde contaron lo que había visto a su maestro. Lo interesante es que cuando el maestro fue consultado al respecto, explicó que dos años antes había ocurrido un hecho similar.
¿Qué fue lo que produjo este tipo de hechos, con tal frecuencia, en la Argentina, durante aquel 1965? Observaciones similares, en distintos lugares del país, protagonizados por personas que en modo alguno se conocían entre sí.
También fue en julio de ese 1965 cuando los diarios anunciaron –en primera plana– que un objeto luminoso de naturaleza desconocida había sido observado desde el Destacamento Naval de la Isla Decepción –en el Sector Antártico Argentino–, noticia que –de inmediato– fue refrendada por la Armada Argentina a través de un comunicado oficial.
Una vez más viene a nuestra mente aquella frase de William Shakespeare, en Hamlet, cuando escribe: “Hay más cosas en el cielo y en la Tierra, Horacio, de las que contempla tu filosofía ”.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. “Qué hay detrás de los OVNIS?” es uno de sus recientes libros. www.antoniolasheras.com