Finalmente, y después de meses y meses de esperar para poder ver a Black Panther, llegó a los cines la película. En el medio, debío soportar miles y miles de mensajes, mails, publicidades varias y hasta "trolls" hablando maravillas de una película para cuyo estreno faltaban semanas.
Y resultó ser una porquería.
¿Cómo oso decir algo así?
Bueno, es que a estas alturas ya me tiene cansado con hacerme ver una y otra vez la misma película, y como eso no les basta, me hacen ver una y otra vez la misma escena (la de la coronación y el duelo el mando) en la misma película.
Pero además, desde el departamento de marketing de Marvel, y a través de sus tuiteros me vendieron a Erik Killmonger (Michael B. Jordan) como el mejor villano de los últimos diez años y lo comparan con una criatura genial hasta la médula como el Joker de Heath Ledger en Batman El Caballero de la Noche (The Dark Knight, 2008).
¿Un tipo al que le mataron un familiar en el pasado y vuelve para cobrarse venganza es el mejor villano de Marvel? ¿Enserio se animan a afirmar eso?
No hay derecho, señores de Marvel Films a hacer esta película tan berreta y repetitiva.
Para colmo de males, la historia empieza en la selva, de noche y con Black Panther abofeteando a un escuadrón de niños guerrilleros. Me enteré de que todo esto pasa porque en un momento determinado a alguien se le ocurrió encender el foco de un camión para que se vea algo. Si no, era como el cine para ciegos. En otra escena, dos tipos vestidos con el traje de Black Panther pelean entre sí en una caverna subterránea… ¿Qué pasa con Ryan Coogler? ¡Hizo Creed, por Dios! ¿Cómo pudo haber caído tan bajo?
Ahora bien, la historia no está nada mal con Black Panther sumido en la duda sobre si hacer pública o no la verdadera situación de Wakanda en un mundo muy complejo como el de hoy en día; y con un reino en el que se da vuelta y lo quieren derrocar. Toda esa cosa tradicional de tribu africana está muy bien desarrollado, con música adecuada: cuando están en África, le dan al disco del Rey León y cuando se van a Los Angeles, al rapero de turno.
Ahora bien, el mismo mensaje se contradice ya que, después de miles de años de seguir las reglas, el propio T´Challa (Chadwick “expresividad y carisma” Boseman) decide que, como no está de acuerdo con la situación de su país, lo que hay que hacer es un golpe de estado. Maravilloso y muy coherente, como el amigo del rey que le fue fiel durante toda su vida pero aparece un sujeto que le da lo que quiere y a los cinco minutos le declara su absoluta lealtad hasta que viene su esposa, lo reta y decide dejar una batalla campal de lado. ¿Qué clase de credibilidad tiene eso?
Lo que más me hace reír de todos los defensores a ultranza del MCU es que esta película tiene más incoherencias que Batman v Superman -a la que acribillaron de la peor manera, quizá con razón- pero lo único que hacen en las redes sociales es alabarla a más no poder.
Puntos a favor: Danai “Michone” Gurira como Okoye es fabulosa, y ni hablar de Letitia Wright como Shuri que se come la película con su simpatía. Martin Freeman (Everett Ross), Lupita Nyong´o y Forest Whitaker no hacen más que confirmar que, a pesar de sus buenas actuaciones, ya son caras repetidas, como si Disney los tuviera como empleados a tiempo completo al estilo Pol-ka: hoy están en una de Marvel, mañana en una de Star Wars, pasado le hacen la voz a un muñequito de Pixar. Cuatro caras conocidas… como cantaba Schazenbach.
El aspecto visual es maravilloso, con una imaginería visual que le hace honor al resto de las películas de Marvel, y unos gadgets que te hacen querer vivir en Wakanda. La persecución en las calles de Busan también es muy entretenida pero en nada difiere de las que se ven en cualquier Rápido y Furioso, aunque todo ese despliegue a los 007 que hacen previamente es un gran toque para el personaje.
Pero todo eso, no me hace cambiar de parecer, al menos no hasta que logre ver esas escenas sumidas en la oscuridad.