La llegada a los cines de El Ángel confirma que el cine argentino –o al menos los productores de Underground- ha redescubierto la tradición del policial con la película y la serie de televisión dedicada al Clan Puccio y apuestan todas las fichas a este género utilizando a personajes de la vida real.
Si se hace un recuento de unos años a esta parte, además de los Puccio han pasado por la pantalla Crónica de una Fuga (2006) de Adrián Caetano, La Plegaria del vidente (2012) de Gonzalo Calzada e incluso Un Túnel de Huesos (2011) de Nacho Garassino; todas ellas basadas total o parcialmente en hechos policiales de la Argentina reciente.
Por eso, El Ángel no sólo vendría a confirmar esta tendencia, sino que trae nuevamente a los medios a este personaje que supo copar las tapas de los diarios a principios de la década de 1970 y que, al día de hoy, se ha convertido en el preso más antiguo del sistema penitenciario argentino.
La película de Luis Ortega –que pertenece a uno de los clanes artísticos más famosos de la Argentina- retrata a Carlos Robledo Puch con ayuda del periodista Rodolfo Palacios (autor de libro en el que se basa el film) y del novelista Sergio Olguín y hace un recorrido pormenorizado sobre los 9 meses en los que le joven, que no había llegado a cumplir 20 años, cometió casi medio centenar de delitos y acabó con la vida de al menos 11 personas.
El papel protagónico recayó en esta oportunidad en Lorenzo Ferro, hijo del reconocido Rafael Ferro, que le imprime al personaje una gran cuota de credibilidad. Ya desde el inicio, se puede ver que la película no busca ni justificar ni juzgar a Robledo Puch, y el joven Ferro, lo acepta, lo comprende y actúa en función de esto. El tono en el que habla, la soltura con la que se mueve, pero sobre todo el carácter que le imprime al personaje, y que se refleja claramente en la mirada Robledo Puch, que permanece impertérrito ante la comisión de todo tipo de delitos.
El resto del elenco no sólo acompaña sino que tiene peso propio: el Chino Darín compone a Ramón Peralta, un personaje ficticio que sustituye a uno de los cómplices de Robledo que lo acompaña en todas sus andanzas y se convierte desde un principio en su objeto de deseo homoerótico.
El trabajo de Mercedes Morán (que desde hoy compite consigo misma en el cine contra El Amor Menos Pensado) es increíble y compone a la madre de Peralta, una mujer que despliega sensualidad a cada paso que da; así como Daniel Fanego, su pareja en la ficción, se convierte en el mentor de Robledo de una manera convincente y que se queda corta. Pero así es la historia.
Los padres del protagonista (interpretados por Cecilia Roth y Luis Gnecco) cumplen con su parte muy noblemente, en tanto que Malena Villa compone a la novia del joven, y su hermana gemela, un doble papel que le permite lucirse.
Quizá la intervención de Peter Lanzani se quede un tanto corta por su escaso desempeño en pantalla, a pesar de que es anunciado como uno de los protagonistas de la película. La próxima será, Peter, lo tuyo estuvo muy bien de todas maneras.
En cuanto al desarrollo del film, Ortega recurre a una narración clásica, a la que le realizó una serie de agregados muy propios de su manera de contar historia (¿recuerda Historia de un Clan?) como primeros planos con enfoques casi grotescos, secuencias musicales que oscilan entre lo “kisch” y lo “cool”, y homenajes varios a Quentin Tarantino e incluso a John Landis, con una secuencia que recuerda muy claramente a Los Hermanos Caradura (The Blues Brothers, 1980).
Pero además, la película se convierte por momentos, en un muy buen retrato de la década en la que transcurrieron los hechos, y logra con creces este objetivo a pesar de los excesos en los que termina recayendo, quizá por necesidad, o quizá por simple capricho estético.
En definitiva, El Ángel ha caído en el momento ideal para dar un golpe, aunque más no sea de taquilla, y podría ser el film que ponga definitivamente a Luis Ortega en el ojo del gran público, algo que hasta el momento pareciera no haberle interesado.
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