Al cumplirse un nuevo aniversario del nacimiento de Gyula Kosice -notable artista eslovaco que desarrolló toda su carrera en Argentina-, Antonio Las Heras lo recuerda.
Se cumple este 26 de abril, un nuevo aniversario del nacimiento –en 1924, en Kosice, Eslovaquia– de quien se convirtiera, por propia decisión (el Sendero de la Individuación, diría Carl Gustav Jung) en singular hidroescultor (fue el primero en hacer esculturas que incluyeran agua), poeta, crítico de arte, ensayista y hasta cambiara su nombre y apellido original por el de Gyula Kosice.
Llegó de niño a la Argentina y casi toda su vida en la ciudad de Buenos Aires. Tal vez, su obra más conocida –y difundida mundialmente– fue la Ciudad Hidroespacial que surgió en la imaginación del artista durante 1946 cuando pocos –en tiempos bélicos– soñaban con viajes al espacio.
"El hombre no ha de terminar en la Tierra", escribió en 1944, en la Revista Arturo, demostrando –una vez más– que todo verdadero creador es, a la vez, un precognitivo; alguien capaz de avizorar el futuro con precisión y exactitud. Ese mismo año inventó Röyi, la primera escultura articulada y móvil.
En 1945, junto a Tomás Maldonado, Lidy Prati, Raúl Lozza, Enio Iommi y Alfredo Hlito, entre otros, constituyó la Asociación Arte Concreto-Invención, que se definió en favor de una estética científica que rechazaba la ilusión de realidad creada por el arte tradicional.
En 1946, con Carmelo Arden Quin, creó el Movimiento de Arte Madí, caracterizado por el rescate de cierta poética individualista que reivindicaba la fantasía y el humor en su manifiesto. Ese mismo año incursionó en las estructuras lumínicas, con gas neón, utilizado por primera vez en el plano mundial. También fue precursor en la escultura hidráulica, que toma el agua como elemento esencial de la obra (1949).
Durante una larga estadía en París, y recorriendo las principales ciudades de Europa cosechando halagos para su obra, estableció vínculos con personalidades emblemáticas del Siglo XX como Jean-Paul Sartre, André Malraux y Le Corbusier.
Aún recuerdo a Kosice diciéndonos a Juan-Jacobo Bajarlía y a mí, con expresión entre angustiada y llena de emoción: “Estuve en la NASA. Conté mi idea. Me dijeron que es totalmente posible colocar pequeñas ciudades flotando en la atmósfera. Eso solucionaría muchos de los problemas habitacionales de hoy en día”.
Era el año 1998, Bajarlía acababa de asumir como vicepresidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Kosice como vocal y yo era el secretario general. Nos unían ya muchos años de fecunda amistad. Kosice a más de escultor –sobre todo hidroescultor– se destacó como poeta, crítico, teórico y ensayista.
Socio honorario de la SADE. Premio a la mejor producción por su libro "Arte Hidrocinético" otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, 1970-1971. Premio al mejor libro de arte por su libro "Arte Madí" otorgado por la Asociación de Críticos, 1982. Pluma de Plata del Pen Club Internacional, 1983. Primer Premio Municipal de Ensayo, Buenos Aires, 1986. Primer Premio "Democracia" otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1987. Distinción de honor Premio EUDEBA en su 30 aniversario, 1988. Premio Apreciación Simposio Internacional de la Escultura, Parque Olímpico de Seul, Corea, 1988. Chevallier dans I´Ordre des Arts et des lettres /"Caballero de las Artes y las Letras") otorgado por el gobierno de Francia, 1989. Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1997.
En una de sus conferencias explicó que concibió a la Ciudad Hidroespacial como una ciudad suspendida a cierta altitud – en órbita terrestre – para alojar en un futuro utópico a una civilización diferente donde haya tiempo y espacios para pensar en profundidad, ocuparse de lo lúdico, desarrollar las potencialidades espirituales – se expone en forma completa. Quien lea esta descripción de inmediato se dará cuenta que lo que Kosice imaginó es algo concreto desde hace algunas décadas: las estaciones orbitales que mantienen numerosos humanos, durante meses y – hasta – años, fuera de la atmósfera terrestre.
Con 85 años de edad, Kosice siguió siendo un notable ejemplo de vida plena, intensa y creadora. Cada mañana, despertaba con el amanecer para seguir leyendo a los vanguardistas de quienes nunca dejó de ser parte. Luego un par de horas para escribir. Entonces, se dirigía a su taller imaginando nuevas obras, desafiando con impensables esculturas, recibiendo jóvenes sin discriminación alguna que quisieran aprender de él o simplemente hacerle algunas preguntas a ese maestro cuya obra ya forma parte de lo inmortal del arte universal.
Gyula Kosice falleció el 24 de mayo de 2016, a los 92 años de edad. Sus obras se encuentran en los más importantes museos de todo el mundo; incluyendo en la NASA que rinde homenaje a la pionera Ciudad Hidorespacial. En la ciudad de Buenos Aires, el Museo Kosice atesora historia y obra de este inolvidable creador y –siempre– buen amigo.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, miembro honorario de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), filósofo, historiador y escritor. www.antoniolasheras.com