Ya terminaba el partido, Belgrano estaba jugado en ataque y Gonzalo Martínez, tras interceptar un pase mal dado, encabezó un contraataque letal en favor de River. Dejó en el piso a Claudio Aquino, corrió hasta el arco, enfrentó a Lucas Acosta y eligió cederle el gol a Tomás Andrade, uno de los tres compañeros que llegaban para definir. El pibe apenas tenía que empujarla. Más fácil, imposible.
Pero Andrade no quiso ser menos que Darío Benedetto, de Boca. Quiso ser más.
Mirá la jugada