Ayer hacía goles, jugaba en las grandes ligas de Europa o jugaba un Mundial con Uruguay, y hoy -por un pésimo manejo económico de quienes lo representaban-, al uruguayo Darío Silva no le quedó otra que arremangarse, resignar su historia rica en el fútbol y meterse en una pizzería de Málaga para ganarse el pan de cada día como mesero.
La redonda, esa vieja amiga que lo llevó a jugar en Peñarol y Defensor Sporting de Uruguay, Español, Cagliari, Málaga y Sevilla de España, y el Portsmouth de Inglaterra, Colón de Santa Fe, ya no formó parte de su vida. En 2006, Silva se tuvo que dejar el fútbol, primero por la enfermedad de su padre, y después, cuando quiso retomar, por perder una pierna en el recordado accidente de tránsito en Uruguay.
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Después de colgar los botines por obligación, Silva siguió ligado al fútbol. ¿Cómo? Trabajaba con el hermano de Sergio Ramos -compañero en el Sevilla- en su agencia de representación de jugadores. Pero no por mucho tiempo.
Y como no aparecía nada en el fútbol, el uruguayo Silva dejó de lado su amor por la pelota y la sabiduría que le dio la experiencia en el mundo del fútbol para meterse a trabajar de empleado en un restaurante de Málaga.
¿Por qué tuvo todo este recorrido y se quedó sin nada?, es la pregunta lógica. Pero la respuesta es triste: "Me manejaron el dinero e hicieron lo que quisieron. Así te terminan robando todo e dinero que hiciste", relató Darío Silva, con enorme tristeza, en declaraciones a 'El Chiringuito de Jugones' .
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