Era “otro” partido, dentro del partido mismo. Desde que se supo que Junior de Barranquilla era uno de los rivales del Xeneize en este grupo, los hinchas viajaron rápidamente con la memoria, con relación a la presencia de Teófilo Gutiérrez. No solamente por el pasado del colombiano con River (lo hizo entre los años 2013 y 2015), sino porque su adversidad para con los boquenses “Teo” como se lo conoce, no se preocupó en ocultar.
Esta situación se potenció con sus últimas publicaciones en su cuenta de Instagram tras hacer el reconocimiento de la Bombonera. Primero, dos imágenes grupales con el interior de la Bombonera de fondo y la descripción en rojo y blanco: (los colores de Junior, pero encubierta estaba su pasión por los de Núñez). Y luego, la que más repercusión trajo: una fotografía en soledad, debajo del arco que da a “la Doce” con un brazo cruzado y el otro sobre su mentón y con una pícara sonrisa.
Unos veinte días antes, cuando su equipo le había ganado al Xeneize la Supercopa Argentina había escrito “que bonito es ganarles”, con lo cual aumentó la enemistad.
Al entrar al campo de juego, absorbió rápidamente algunos silbidos que, en realidad no fueron muchos. Después de todo, ya era la cuarta vez que pisaba un terreno que le resulta hostil en particular.
Luego, a la hora de la verdad, cuando el balón empezó a rodar, no tomó mucho contacto con el mismo. Intentó habilitar a un compañero, por el sector derecho, pero quedó largo y ahí cosechó algunas burlas. Pero a los 19 minutos recibió la primera silbatina fuerte cuando se apoyó sobre el blindex que separa el campo de la platea.
Luego provocó un protestado corner (la terminó enviando afuera Magallán) y le dio mal desde un ángulo complicado.
Al finalizar el primer tiempo y retirarse al vestuario, los silbidos que recibió, fueron intensos.
Antes de los diez del segundo generó una situación clara, pero su remate pasó cerca del palo derecho. Y se escucharon nuevos silbidos.
Luego intentó un taco que le salió mal y hubo nuevas burlas.
Pero después se fue desdibujando, a punto tal de que Mendoza le hizo salir de la cancha cuando al partido le quedaban veinte minutos y se fue con fastidio. Ahora, inadvertido. Pero esta nueva excursión por la Ribera, no fue positiva.