El humorista arranca una nueva temporada después de un largo receso. Sus nuevas bandas de rock preferidas, la comodidad con que hace TV respecto al cine, los mitos del rating propio y el vinculo con el publico que lo transformo en un artista de culto.
Fiel a su estilo, con look descontracturado en remera y jeans, Diego Capusotto (50) presenta la séptima temporada de Peter Capusotto y sus Videos, que se verá desde mañana a las 22.30 por la pantalla de Canal 7. El artista analiza el mundo de la televisión bajo su particular y genuina mirada.

¿Cómo es tu relación con la televisión, qué te gusta consumir y qué no?

-Mientras miro televisión, drogas… Eso me fascina, me hace ver todo feo como es. No, no, tengo una  relación con la televisión desde siempre. Pero el único ritual que hoy tengo es el de alquilar una película y en eso que aparece el noticiero, se convierte en Kurosawa, que es mucho más interesante. Prefiero ver Kurosawa y no la televisión. Pero no tengo tanto prejuicio. A veces, me quedo como un  idiota viendo algún programa, lo cual me hace pensar que soy parte de la involución. Hoy no tengo un programa que sé que está a tal hora y lo veo, salvo que sea fútbol o una pelea de boxeo. Sí me puedo sorprender con algo que a veces veo y me sirve para tapar vacíos tremendos que tengo de aburrimiento…

¿Cómo es eso?

-Sí, de aburrimiento de mí mismo, de los que me rodean, cuando son las dos de la tarde, que es un  horario perfecto para morir. Inclusive acompañado, estando con tu familia, hijos, mujer, amigos, teniendo cosas para hacer… Hay veces que necesito llenar con algo y se aparece un Viviana Canosa.

Como aparece Rial, un ShowMatch…

-No, no, ShowMatch ya es a la noche y a esa hora ya estoy repuesto. Mi tema son las dos de la tarde, jeje. A la noche prefiero salir con el auto a dar una vuelta, ponele. Si tengo que elegir, prefiero los chimentos que una novela mexicana.

¿Qué bandas de rock estás escuchando actualmente?

-De acá cosas como Proyecto Gómez, Uno por Uno, son bandas que no son muy conocidas. Voy a sonar a  lugar común, pero me gustan más que las comerciales. Mañana, quizá, cambie de opinión.

¿Cómo es volver a la tele después de haber hecho cine?


-¡Es volver a los orígenes! El cine tiene otro mecanismo, es mucho más complejo de hacer, se tarda más, requiere de otra concentración que, para lo que nosotros hacemos, es más hincha pelotas aún. Estoy acostumbrado a trabajar con la desprolijidad, no con una pose ni mucho menos. En el programa, lo que gana es la idea. Después, una puede ser más fallida que otra. Eso, en algún punto, le gana a la producción. Volviendo a la tele, retomamos el resolver cosas que son más habituales.

¿Hasta qué punto tenés en cuenta la cuestión social o política a la hora de la creación de los personajes?

-No hacemos un programa de humor político, nuestra agenda no tiene que ver con la dirigencia ni sucesos políticos. Ella está relatada por nosotros porque nos atraviesa. También, claro, nos interesa otra cosa que tiene que ver con lo micro. De paso, quiero decir respecto al nuevo humor, que siempre tuve ciertas diferencias. Cuando veo una película de los hermanos Marx, no encuentro que nosotros hagamos humor nuevo. Nosotros estamos más cerca de eso que de La Peluquería de Don Mateo, de Gerardo Sofovich.

¿Qué te parece que Antonio Gasalla, otro referente del humor, hoy esté participando de un show mediático como es Bailando 2012?

-Lo que haga Gasalla con su vida no me importa. Rescato sus personajes, él como actor, siempre me pareció un tipo talentoso. Después, que esté en un lugar que uno espera no verlo… Es como el caso de los tipos que hicieron dos discos excelentes y un tercero, flojo. No está en mi preocupación Gasalla ahí o la hija de Caniggia... No me gusta el champán porque siempre lo mezclo y termino vomitando.

¿Por qué creés que hay pocos programas de humor?

-Eso habría que preguntárselo a los que convocan nuevos espacios. Entiendo que el humor hoy se empieza a filtrar en otros ámbitos. Aparece un programa que puede ser periodístico y se mezcla con algo de humor. O, a lo mejor, se pone de moda un periodista que se hace el gracioso y entonces es humorista. No hay programas de ficción o que tengan esa estructura del elenco capaz porque no da rating. También, porque hoy el humor puede tener pertenencia en el cable o en lugares de no pretensión de éxito o manejo de rating. Y, por otro lado, puede ser convocado en un canal grande con un actor como (Guillermo) Francella que se sabe que puede funcionar en términos de rating y de calidad. Y hoy, los que manejan la  tele dicen no al humor, meten programas de archivo, (Jorge) Lanata hace monólogos…

Lograste que Canal 7 tenga un ciclo siete años, que sea el más visto y que la gente pregunte por vos, ¿dónde colocaste la bandera?

-Hace veinte años que aparecimos con De la Cabeza y hace veinte años que hacemos cuatro puntos de rating. Esto no lo digo para desmitificar o como pose del gran perdedor, pero todos los programas que hice tuvieron una pertenencia en la gente y siempre van a ser recordados porque tuvieron alma, con sus idas y vueltas como cualquier cosa, por supuesto. Hay una lógica de reemplazar programas de éxito por otro que tenga el mismo y en eso lo siento ante la pregunta habitual de si me preocupa el rating. ¡Hace veinte años que hacemos cuatro puntos! Este programa no tiene ocho puntos en Canal 7 como para que te llame (Jorge) Rial… Ahora, Cha Cha Cha sigue teniendo circulación en la gente, no hubo muchas cosas en televisión que lo supere. Inclusive, las cosas que hoy se ven de humor tienen referencia a eso, no  porque la copien sino porque hay una línea que los une. Se entiende lo que quiero decir, ¿no?

¿Cómo viviste la partida de Luis, el fan legendario del programa?


-Lo viví con mucho dolor, no podía ser de otra manera. Tengo guardado la única vez que lo vi en vivo y eso no lo quiero compartir con nadie porque es algo que sólo nos perteneció, nos pertenece y nos pertenecerá a nosotros. La gente se muere, es un lugar común pero hay una esencia que no muere. Ojo, en  algunos sí muere el cuerpo y la esencia porque tiene más importancia lo primero que lo segundo. Y en ese caso si se muere, se va a pudrir y es su condición natural. En este caso, con la muerte de Luis, lo que más lamento es que a lo mejor el tipo tenía ganas de vivir. Lo lamento por él, no por mí. Después, son tipos que a mí me van a acompañar siempre, pase lo que pase y transcurra el tiempo que transcurra. En algún momento pensamos en hacerle algún tipo de homenaje en el programa pero es algo tan reciente que todavía no llegamos a ninguna conclusión. Por lo pronto, insisto, me quedo con lo que fue nuestro único encuentro cara a cara.

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