Como cada 25 de octubre, desde hace 26 años, este lunes se celebra el Día Mundial de la Pasta de acuerdo con lo resuelto en el primer congreso mundial ocurrido en Roma en 1995. Por aquel entonces, los fabricantes del producto, que cuenta con diferentes tipos, coincidieron en dedicar un día al año para conmemorar esta comida surgida, en teoría, en China, en 1271.
Según la Organización Internacional de la Pasta, son varias las hipótesis sobre su origen pero la principal recae en Marco Polo, quien la introdujo en Italia en el siglo XIII a la vuelta de su viaje por el país asiático. Sin embargo, otros creen que surgió en antiguas civilizaciones etruscas mediante la trituración de diversos cereales y granos mezclados con agua, que luego cocían resultando un alimento sabroso y nutritivo.
Los “fideos más antiguos” de la historia datan de hace casi 4 mil años. Eran delgados, amarillos, tenían cerca de 50 centímetros de largo y se realizaban con un mijo originario de China, según indicaron los científicos.
Estos fideos fueron descubiertos en un en un tazón de barro sepultado bajo una capa de sedimento de 3 metros de espesor cerca del río Huang Ho, en el noroeste de China.
La conclusión a la que llegaron los diferentes historiadores es que el nacimiento de la pasta fue de manera paralela e independiente en las diferentes regiones, pero la forma de elaboración de la italiana, a base de harina de trigo, es la que se popularizó en Europa, para luego conquistar América, de la mano de la inmigración.
Tal como sucedió en Brasil o Estados Unidos, los inmigrantes italianos trajeron la receta de las pastas a la Argentina e instalaron las primeras fábricas de pastas caseras con producción a pequeña y mediana escala en Buenos Aires.
En 1853 ya había diez establecimientos de fabricación de pastas caseras instalados en la provincia de Buenos Aires.
Cabe destacar que en Argentina, en los últimos años, el consumo pér capita de las pastas creció de 8 a 11 kilos por año.