El Imperio romano miraba con preocupación a su rival, debido a la fuerza que había adquirido y el gran valor estratégico que tenía la zona que habitaban.
Por tal motivo, el ejército comenzó a organizarse para lanzar una gigantesca campaña militar de conquista, pero la misma solamente podía ser dirigida por cónsules, los cuales recién serían elegidos el 15 de marzo, «primer día» del año político-administrativo romano.
Pero ante la urgencia que agobiaba a los estrategas, se optó por fijar como fecha de elección el 1 de enero, y aquel acontecimiento hizo que, desde entonces, el calendario adelantara el primero del año a ese día.
Así, 30 mil hombres invadieron Segeda, el doble de lo que hasta entonces era habitual en los contingentes que llegaban a la Península y conquistaron una de las pocas provincias españolas que tenía la capacidad de acuñar moneda, lo que a su vez era una clara muestra del poder social y económico que tenía esa ciudad.
Si los romanos hubieran esperado al 15 de marzo para elegir al cónsul, los preparativos habrían demorado la campaña bélica hasta el invierno y en el Imperio sabían bien lo cruda que es esa época del año en las tierras peninsulares.