Esto significa que no es aconsejable separar el órgano de su función específica ni al cuerpo del comportamiento del individuo en un encuadre de enfermedad psicosomática que incluyen, por ejemplo, a las afecciones ulcerosas que se expresan tanto a nivel gastroduenal y colónico, la hipértensión arterial, el asma y los pruritos y eczemas, manifestación de consulta habitual para los dermatólogos.
En nuestro rubro, la ginecología, la disminorrea considerada esencial, la frigidez y hasta la esterilidad de acuerdo al criterio popularmente instalado, son vinculadas a problemáticas generadas a nivel psicológico.
Las razones del cambio de visión médica frente a esta problemática dio lugar, en su momento, a una auténtica revolución conceptual que planteaba como hipótesis la posibilidad que algunas enfermedades del cuerpo pudieran reconocer como punto de partida alteraciones psicológicas primarias.
En este sentido, la primera consideración que se tuvo en cuenta fue la de reconocer los temores y la angustia como elementos causantes en los espasmos de los músculos lisos y los centros reguladores de la presión arterial y el ritmo cardíaco, entre los ejemplos más a mano.
En la búsqueda impulsada por los médicos para encontrar el origen de las enfermedades el encuadre psicosomático fue cobrando dimensión en un medio en el que a lo largo del tiempo se atribuían responsabilidades frente a las diversas dolencias a los gérmenes, los tóxicos y hasta las influencias maléficas.
Camino allanado
Con el tiempo la nueva apreciación se fue identificando de modo más preciso al aceptarse que los mecanismos psíquicos también podían alterar funciones orgánicas. Todo ese proceso que derivó en un enfoque psicosomático que incorporó a todos los aspectos que se pueden presentar en el enfermo, dieron lugar a las respuestas habituales de los médicos de la actualidad que incorporan el criterio de atender enfocados sobre el momento biológico particular de la vida del paciente. Esto significa entender al hombre desde su aspecto histórico, antropológico, biológico y biográfico.
Un punto interesante para abordar en este capítulo es "el lenguaje de los órganos", entendido como la expresión somática que todos los médicos deben tener en cuenta. Esa manifestación del cuerpo apunta a la considerada vertiente interna de la expresión, lo que quiere decir que las emociones y pasiones de una persona no necesariamente se limitan a manifestarse en cierta zonas colmo pueden ser la piel o el rostro. En ese sentido es posible considerar que cada célula, órgano y sistema cuente con capacidad de expresión, razón por la cual existen motivos para considerar que haya orígenes psicológicos en las enfermedades somáticas.
Sin embargo, la clave que marca el equilibrio está en reconocer que que haya enfermedades de origen orgánico, social o psicológico; en todo caso preponderará uno de esos factores por sobre los otros.