El año 1986 fue un año casi perfecto para muchos seres humanos, y en especial los argentinos. En junio, Maradona pudo levantar la copa FIFA luego de jugarse siete partidazos increíbles que coronaron a Argentina campeón del mundo por segunda vez en ocho años, Canal 7 emitía Mesa de Noticias, Canal 9 Libertad estrenaba Robotech y Mazinger y llegaban los primeros videojuegos de mano de Nintendo. Eso sí, el Austral comenzaba una lenta carrera hacia un descenso a los infiernos que terminó de explotar en 1989.
Mientras tanto, en el extremo norte del continente, el ex cowboy de Hollywood y actual presidente Ronald Reagan hacía equilibrio para mantener la paz mundial con cualquier cosa que le vendían sus proveedores militares, entre ellas un sistema de defensa estratégico conocido como “Star Wars” que protegería a su país de cualquier agresión soviética.
Eran tiempos en los que los “buenos” y los “malos” estaban todo el tiempo al borde de una guerra nuclear que dejaría al planeta entero en ruinas sin que nadie entendiera muy bien las causas y las consecuencias de la llamada “Guerra Fría”.
Y en este 1986, el mundo del cómic no iba a estar a salvo de los cambios. Después de una Crisis en las Tierras Infinitas que redefinió su universo de personajes, DC Comics se animaba a editar historias alternativas que se ubicaban fuera de la continuidad de sus títulos y que servían como campo experimental para nuevos proyectos.
De esta manera, la editorial sacó al mercado con pocos meses de diferencia El Regreso del Caballero Oscuro (The Dark Knight Returns) de Frank Miller y Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons. La primera era una historia ubicada en un futuro distópico donde Bruce Wayne retomaba su rol de Batman para rescatar a Gotham City de las garras de los Mutantes y de un Guasón (Joker) más demente que nunca.
La segunda era una historia situada en un presente alternativo donde un grupo de superhéroes se reunía a instancias de uno de sus miembros para investigar la muerte de uno de los suyos. Esta historieta, muy diferente en estilo a la de Miller, resultó ser una bisagra fundamental en el universo superheroico norteamericano que encumbró a su autor intelectual, al punto de convertirlo en el mejor guionista de todos los tiempos.
Sin embargo, este misterioso escritor, que supo aprovechar su momento de gloria con títulos como V de Venganza (V for Vendetta) y Batman: La Broma Asesina o Broma Mortal (The Killing Joke), adoptó luego un inexplicable bajo perfil que lo alejó definitivamente de cualquier masificación de su trabajo para convertirlo en un escritor de culto y mago.
Imagine que los EEUU hubiesen ganado la Guerra de Vietnam. Imagine que este gran triunfo le hubiese permitido a Richard Nixon, quizá el político más vapuleado de la historia de ese país a raíz del escándalo del Watergate, continuar al mando de su país tras modificar la constitución para ser reelegido indefinidamente. ¿Qué habría sucedido si este sujeto –considerado la encarnación del mal por muchos de sus conciudadanos y sobre todo por los Simpson - se hubiese quedado en el poder desde 1969 hasta 1985? ¿Habría habido una Perestroika? ¿Habría caído el Muro de Berlín? Alan Moore ideó una respuesta en Watchmen.
Para los lectores del género de superhéroes, Watchmen no era nada parecido a lo que cualquier fanático de las historietas hubiese leído hasta entonces. La trama mostraba un escenario lleno de paranoia y conspiraciones con personajes más parecidos a un vecino malhumorado que al bromista Spider-Man o al siempre optimista Superman.
Alan Moore y Dave Gibbons se habían conocido trabajando juntos en la revista de antología inglesa 2000 AD y desde entonces mantuvieron una gran amistad. Cuando el barbado guionista se hizo famoso en USA con Swamp Thing (La Cosa del Pantano), la editorial DC Comics le propuso escribir algo de su preferencia. A sabiendas de que DC había adquirido en 1983 los derechos sobre algunos personajes de la extinta editorial Charlton Comics, Moore los pidió para jugar con ellos a gusto y piacere y la editorial no se negó.
Pero cuando el guionista comenzó a escribir una historia muy diferente a las que se solían publicar por esos tiempos en EEUU, con superhéroes marginales y retirados que habían dejado atrás sus tiempos de gloria, los directivos comenzaron a inquietarse, y se preguntaron si eso no los perjudicaría a futuro.
Por eso, al poco tiempo de comenzar a trabajar, DC decidió utilizar los personajes para sus propios fines y dejó a Moore sin juguetes nuevos. El guionista, que ya preveía una situación como esta, no tardó demasiado en construir analogías de dichos personajes rebautizándolos y agregándoles un rico trasfondo, pleno de tragedias y pérdidas.
El argumento de Watchmen se ubica en una ucronía situada en 1985. EEUU y la Unión Soviética están a punto de irse a las manos (o a los misiles, mejor dicho). En los diarios no se publica nada más que noticias funestas que anuncian el Apocalipsis por venir. Al reloj le faltaban apenas minutos para llegar al final del día…
Los EEUU no tienen superhéroes porque los fue proscribiendo a través de los años. El último grupo conocido fueron los Minutemen, compuesto por Dr. Manhattan, Rorschach, El Comediante (The Comedian), Silk Spectre II, Nite Owl y Ozymandias.
El único factor decisivo que tienen los EEUU para ganar esta gélida contienda es el Dr. Manhattan, un científico que quedó atrapado en un experimento nuclear que lo convirtió en un maestro en la manipulación del átomo y, por ende, en un ser de inmenso poder que utilizó sin dudar para su país en la Guerra de Vietnam.
La victoria de EEUU en Vietnam mantuvo a Nixon en el poder por dieciséis años y solo logró que la Guerra Fría sostenida con la URSS se descongelara y comenzara a hervir.
Claro que cuando el Dr. Manhattan desaparece, víctima de un mal de amores, la URSS se anima a hacerle frente a los EEUU con sus toneladas de misiles nucleares. Paralelamente, alguien entra al departamento de El Comediante (que todavía operaba bajo licencia del gobierno como asesino a sueldo) y lo lanza desde su departamento.
Rorschach, que sigue “trabajando” fuera de la ley, comienza a investigar la muerte de su excompañero y descubre algo que huele muy mal. Decidido a llegar al fondo de esta conspiración, este particular justiciero intenta reclutar a los Minutemen pero ninguno se atreve a contradecir a su gobierno y eso lo obliga a trabajar solo.
El cómic fue publicado por DC a través de doce entregas que salieron a la venta entre 1986 y 1987 con gran éxito. Al momento de lanzar el primer número, nadie en DC Comics daba mucho por una historieta que ni siquiera tenía tapas atractivas y llenas de acción pero las ventas sorprendieron a todos.
Watchmen se convirtió de la noche a la mañana en un manual de escritura de comics, al menos del género de superhéroes; y a partir de ese momento, todo guionista que se preciara debía escribir comics como Alan Moore en una moda que se extiende hasta la actualidad.
Además, la historia rompió con los moldes de las “historietas para niños”. “Una vez vino un pintor a casa, vio un ejemplar recopilatorio de Watchmen en mi escritorio y me dijo “Ud dibuja para chicos”. Le dije que no era para chicos y le regalé el libro. Al día siguiente volvió a trabajar con una cara de sueño terrible. Me contó que había empezado a leer el libro a las 10 de la noche y eran las cuatro de la mañana y no podía parar. Y ese tipo hacía veinte años que no leía un comic”, comentó Dave Gibbons en una ocasión.
Claro que hasta el mismo Moore se dio cuenta de lo que había hecho al ceder los derechos de su creación, algo que no tenía vuelta atrás. “Hasta ese momento no había habido un comic book que hubiese durado más de dos meses en las bateas, al menos en el mercado norteamericano, pero con Watchmen la cosa fue diferente. Con Dave Gibbons nos dimos cuenta de que esto lo mantendría en imprenta por siempre y que eso impediría que nos regresaran el trabajo alguna vez”, cuenta en el libro “Exit Interview”.
“Ahí fue cuando me crucé con DC que hasta ese momento se habían presentado como unos amigos que apreciaban el hecho de que estuviera trabajando para ellos con tan maravillosos resultados que convertían a su editorial en un negocio sumamente redituable. Y ellos me dijeron que no cambiarían el contrato y que no me devolverían el trabajo porque sería de ellos para siempre y lo mantendrían en impresión mientras hubiese demanda”, agrega.
“Así las cosas, decidí hacer algo honorable y terminar el trabajo que estaba haciendo pero no volvería a escribir para ellos nunca más”, dijo.
La bronca de Moore también pasaba por el lado del merchandising que DC planeaba lanzar al mercado reteniendo toda ganancia del mismo, y de la etiqueta de “Sugerido para lectores adultos” que colocó sin consultarle al autor sobre sus libros de Watchmen y V for Vendetta, algo que el guionista consideró una censura desmedida.
De esta manera, el escritor ha logrado en numerosas ocasiones hacerle la vida imposible a la editorial evitando apañar películas basadas en sus libros y saboteando el lanzamiento de ediciones de lujo de algunos de sus títulos e incluso de una línea de muñecos de Watchmen que la editorial planeaba comercializar en el año 2001. Bastó con que Moore diga “no me gustan” para que la línea se cancelara debido a las críticas de los fanáticos.
Ya desde la primera edición del comic, muchos fanáticos abogaron por una adaptación al cine de Watchmen. Claro que con semejante trasfondo de personajes y situaciones, la tarea se convirtió en la pesadilla de todo director medianamente interesado en el proyecto, como fue el caso del mítico Terry Gilliam (Brazil, 1985), Darren Aronofsky (El Luchador / The Wrestler, 2008) y Paul Greengrass (La Supremacía Bourne/ The Bourne Supremacy, 2004).
El productor Laurence Gordon compró los derechos y anduvo por 20th Century Fox, Paramount, Universal y Warner buscando financiación; en tanto que Sam Hamm (el guionista de la película Batman de Tim Burton de 1989) y David Hayter se quemaban los dedos tecleando un guión que estuviese a la altura de las circunstancias.
No faltaron los expertos en el tema que calificaron a Watchmen de “infilmable”, entre ellos su propio creador Alan Moore quien suele rehusarse a aparecer en los créditos de los filmes basados en sus comics por razones varias. “A mi me parece que estas adaptaciones tienen algunas escenas que son “levantadas” de mis comics y son puestas en un contexto que es exclusivo del director y no tienen nada que ver con lo que yo he hecho.”, se justifica el artista en el mencionado “Exit Interview”.
Pero siempre hay un valiente que acepta el reto y, ya sea por su entonces relativamente corta experiencia, o por el hecho de ser un fanático empedernido del comic, Zack Snyder se animó a encarar esta producción. El nombre de Snyder comenzó a sonar fuerte luego del ensordecedor éxito que supuso la adaptación del comic de Frank Miller 300 (2007) que, con un “presupuestito” de 65 millones de verdes, recaudó la friolera de 456 millones alrededor del mundo y se ganó el favor de los peores enemigos de este tipo de films: los fanáticos de las historietas.
Los responsables de Warner Bros. vieron el potencial de Snyder y le propusieron dirigir esta pospuesta adaptación. La primera reacción que Snyder tuvo fue decir “no” pero el desafío fue más fuerte y entonces, tras meditarlo con su libro de tapa dura del comic bajo la almohada, aceptó.
Tras montar una enorme oficina en Vancouver (lugar favorito de filmaciones hollywoodenses para bajar costos) a la que llamó “La Sala de Guerra”, Snyder comenzó a trazar el plan de filmación con los “escasos” 100 palos verdes que obtuvo de financiación.
La idea inicial del director era tener un presupuesto superior para hacer una película de más de tres horas de duración. Pero sus superiores le bajaron el pulgar y entonces, reescrituras del guión mediante, Snyder tuvo que hacerse el “gasolero” y arreglárselas.
De todas maneras, la producción logró construir inmensos decorados que simulan a la perfección las calles de New York (ciudad donde transcurre el film) y también consiguió recrear las prendas que se utilizaban en esa época y los clásicos automóviles “Sedán”. Para rematar la situación, Snyder hacía colocar en las esquinas de cada set un fondo verde para poder ubicar luego verdaderas tomas de la ciudad y así lograr algo parecido a lo que hizo con los fondos de 300.
El dibujante Dave Gibbons no podía creer la fidelidad con la que se habían reproducido sus dibujos. “Zack Snyder es un gran fan del comic y por eso se ha ajustado a la estética presentada en el comic de manera casi mística –explica el dibujante inglés-. Ha reproducido todos los escenarios de manera asombrosa y ha logrado mantener la fidelidad hasta en los colores”.
Durante los quince meses siguientes a la construcción de sus oficinas, Snyder se abocó a pintar un fresco perfecto del comic. La historia de la película hará un fuerte foco en los personajes principales pero sin dejar de lado los elementos decorativos que Alan Moore colocó para los amantes del metalenguaje.
Hay también presencia argentina en Watchmen. El directo organizó un concurso para buscar comerciales ficticios para la película y una de las siete productoras que participó y ganó su lugar en la peli fue i Media que realizó un corto llamado Nostalgia en la que se promociona un perfume creado por el personaje de Adrian Veidt.
Tan fanático de Watchmen era Snyder que incluso antes de ser elegido director se lo veía caminar por las productoras con un ejemplar recopilatorio bajo el brazo. Ese mismo ejemplar fue utilizado para anotar cientos de referencias a tener en cuenta a la hora de llevar a cabo la adaptación, como por ejemplo qué tipo de trajes usarán los personajes y cómo incluir el meta-comic (una historieta dentro de la historieta) Tales of the Black Freighter y los diarios de Hollis Mason, el primer Nite Owl.
Tan ambicioso resultó el proyecto de Watchmen, que en paralelo con el film se lanzó un DVD titulado Watchmen: Tales of the Black Freighter que consta de una animación de 26 minutos que inicialmente iban a ser parte del film pero fueron recortados. En el mismo volumen se incluyó Under the Hood (Bajo la máscara), una suerte de documental ficticio basado en la biografía de uno de los superhéroes que en la historia está retirado hace años.
Asimismo, en los meses siguientes, salió a la venta el “motion comic” de Watchmen. ¿Qué es un “motion comic”? Pues una versión animada del comic original dibujado por Dave Gibbons que cuenta con las viñetas, el texto y musicalización en pantalla. Son 326 minutos de trabajo para los puristas que quieren repasar la historieta de punta a punta y buscar las diferencias con el film.
Finalmente, en 2016, Warner Bros, lanzó una versión “definitiva” de la película de 215 minutos de duración que incluía todo el material que el director había preparado para estrenar en cines.
Con un presupuesto final de 130 millones de dólares, el film tuvo una recaudación total de 185.260 millones, 107.510 millones en los EEUU y 77.750 millones en el resto del mundo. Un montón de dinero que, sin embargo, no alcanzó para convertir a la película en un superéxito. De todas maneras, un gran porcentaje de los fans (no todos por supuesto) vieron con buenos ojos esta adaptación, por lo cual Snyder tuvo vía libre para preparar el reboot de Superman, que se materializó en 2013 con El Hombre de Acero (Man of Steel).
Ahora, la serie de HBO despierta intrigas por doquier y genera una intriga: ¿quién vigila a los productores?