Cuando en 2015 se estrenó Creed, el exitoso spin off de Rocky protagonizado por el hijo no reconocido del legendario rival del “semental italiano”, pocos preveían una película tan completa y emotiva, que le significó incluso a Stallone su primera nominación al Oscar.
Tres años más tarde, llega la secuela, con el ascendente Michael B. Jordan y Sylvester Stallone, ya despidiéndose del personaje sobre el que construyó su increíble carrera; y el argumento es de lo más prometedor ya que enfrentará al protagonista con el hijo de Ivan Drago (Dolph Lundgren), el boxeador que mató a su padre.
Desde hace meses, Stallone se dedica a promocionar a través de sus redes sociales este film, develando detalles de la trama y fotos del rodaje, y por eso, para aquellos que hayan seguido todos estos adelantos, la película cumple con creces su cometido.
Sin embargo, para los que están ajenos a esto, y van a verla simplemente para saber cómo sigue la vida de Rocky, la historia sonará algo repetitiva ya que mezcla muchos elementos de Rocky IV (la de Drago), pero también otros que ya se vieron en la III por ejemplo, en la que Rocky se sentía quebrado ante la superioridad de un adversario aparentemente invencible.
Acá es donde se ponen en juego dos elementos: o bien la nostalgia a la hora de ver cómo la historia de los hijos repite tópicos de los padres (o tutores en este caso) o bien a la hora de darle un tirón de orejas a Stallone por no esforzarse un poco más a la hora de escribir el guión, cosa que hizo junto a Juel Taylor.
Otro detalle que se nota (y mucho) es la falta de Ryan Coogler, el director y co guionista de la anterior entrega, que supo entender mejor la historia, pero por sobre todo contarla de una manera muy parecida a la de John G. Avildsen, el realizador de la Rocky original, pero adaptada a los nuevos tiempos.
Acá, el hombre tras la cámara es Steven Caple Jr. un joven realizador que viene de producir algunas series y films no muy conocidos y que se limita a seguir, al pie de la letra, el manual para hacer una película de Rocky pero sin darle su toque personal. Las peleas están muy bien filmadas pero las escenas dramáticas tienen poco o nula emotividad, un detalle que el director no supo captar, a pesar de contar con los mismos actores que en la anterior entrega.
Curiosamente, la familia Drago (además de Ivan y su hijo Viktor, vuelve otro personaje de Rocky IV), sí tiene una evolución manifiesta, como si se hubiera querido hacer foco en ellos, quizá con el objetivo de hacer otro spin off, nunca se sabe… Lo cierto es que Stallone podría hacer el retiro definitivo de Rocky con este film.
Hay otros detalles de la cronología de Rocky que también están presentes pero que es mejor callarlos para no spoilear un film que divertirá a los fans, emocionará por momentos a otros pero que no decepcionará a los fans de las películas de boxeo con sus escenas de acción de alto impacto.