La fría crónica dirá que ayer, a los 80 años, murió María Elena Walsh en el sanatorio donde estaba internada desde hacía tiempo por una enfermedad crónica. Pero en el corazón de millones de argentinos que crecieron con sus canciones, pensaron con sus ideas y disfrutaron del arte de este verdadero símbolo de la poesía y la cultura, ella vivirá para siempre. Su legado invalorable, recordado ayer por representantes del mundo del arte, la cultura y la política, seguirá iluminando a las nuevas generaciones, que encontrarán en su obra enorme un faro a seguir.
La poeta, cantante y compositora María Elena Walsh, símbolo de la literatura y la música infantil, género al que revolucionó, pero también autora de textos centrales para la resistencia cultural, entre ellos Como la Cigarra, murió ayer a los 80 años en Buenos Aires. Walsh creó temas que forman parte del cancionero popular infantil, como Manuelita, personaje llevado luego al cine como dibujo animado en 1999 por Manuel García Ferré, adaptado también al teatro por otros artistas, film postulado por la Argentina para competir en los premios Oscar de la Academia de Hollywood, Estados Unidos. La compositora grabó por primera vez esa canción en 1962 para el álbum Doña Disparate y Bambuco, que también se convirtió en comedia musical, cuando Walsh integraba el dúo folklórico Leda y María, junto a Leda Valladares, con quien mantuvo también una relación afectiva. Las cantantes apuntaban a un público infantil con temas que marcaron la infancia de tres generaciones, entre ellos La Vaca Estudiosa, El Reino del Revés, La Mona Jacinta, Milonga del Hornero, Canción del Estornudo y Canción de la Vacuna, todas de autoría de Walsh. Ambas se exiliaron en los ‘50 en París y realizaron espectáculos folklóricos en varias ciudades del mundo, además de realizar con éxito en el Teatro Municipal General San Martín, de Capital Federal, el musical Canciones para Mirar. El dúo se separó en 1963 y Walsh siguió como solista, siempre orientada en temáticas para los niños, y se convirtió así en la principal compositora de música infantil del país, aunque sin abandonar la creación de temas dirigidos al público adulto, con énfasis en la justicia social, el feminismo y el pacifismo, que derivaron en composiciones, como por ejemplo, Como la Cigarra.
El tributo de los grandes
Grabaron temas de Walsh, entre otros, Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, el Cuarteto Zupay y Piñón Fijo. Al iniciarse la dictadura militar, Walsh puso fin a su carrera musical, ya que decidió no escribir más canciones, sólo se dedicó a la literatura y a eventuales participaciones como invitada en discos de amigos y colegas. Walsh, cuyo tema Como la Cigarra se convirtió en un himno de resistencia, publicó la carta Desventuras en el País Jardín de Infantes, en plena dictadura militar, y el artículo fue tomado por organizaciones de derechos humanos en los ‘80 como un ejemplo de resistencia y condena a la censura y las listas negras del régimen. Además, Walsh publicó en 1979, en el suplemento cultural de un matutino porteño, el artículo dirigido a “gobernantes” y “celadores”, a quienes luego llama “censores” y presenta como ineptos para discernir en permisos y prohibiciones, y les “toma el pelo” por “incinerar La Historia del Cubismo o Las Memorias de (Groucho) Marx’”. En 1985 fue designada por el ex presidente Raúl Alfonsín como integrante del Consejo para la Consolidación de la Democracia, donde se desempeñó hasta 1989. Walsh protagonizó una polémica en 1997 cuando cuestionó la extensión de un ayuno prolongado de docentes enrolados en la CTERA, quienes reclamaban la sanción del proyecto de ley de Financiamiento Educativo en medio de la famosa Carpa Blanca, que estaba instalada frente al Congreso. En 1990 es designada Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. A lo largo de su vida formó pareja con la folklorista Leda Valladares, la directora de cine María Herminia Avellaneda y la fotógrafa Sara Facio, con quien vivió desde inicios de la década del 80. La obra de esta poeta, escritora, cantautora, dramaturga y compositora nacida en la localidad bonaerense de Ramos Mejía el 1º de febrero de 1930, es un muestrario de consecuente construcción de una cultura popular sostenida en la calidad y en la innovación. Esa premisa, que signó sus creaciones, alumbra desde un vigente cancionero con una vasta producción supuestamente orientada a los niños, pero de una hechura tan cuidada y notable que excedió a la audiencia infantil. Manuelita, La Vaca Estudiosa, Canción de Titina, El Reino del Revés, La Pájara Pinta, La Canción de la Vacuna, La Reina Batata, El Twist del Mono Liso, Canción para Tomar el Té, En el país de Nomeacuerdo y La Familia Polilla, son parte de un repertorio que logró que los chicos dejaran de ser los “parientes pobres” de la cultura y recibieran un legado artístico que ha atravesado el tiempo. Esas canciones -originalmente pensadas para los pibes argentinos- abrieron un mundo estético que modificó la escena de la música para niños en Iberoamérica y aún hoy son una referencia contra tanta burda ligereza que golpea a los pequeños, convertidos en parte de la cadena de consumo. Antes de alumbrar ese universo, los primeros palotes musicales los compartió en los ‘50 con su pareja Leda Valladares, 11 años mayor que ella, quien le enseñó canciones folklóricas de tradición oral del noroeste argentino para conformar un dúo que brilló en París y también llegó a la Argentina para abrir las puertas de unas raíces negadas y ninguneadas. Ya familiarizada con ese discurso musical, fue urdiendo un repertorio de tenor más adulto desde el que bosquejó su compromiso y en el que destacan, entre otros, La Cigarra, Zamba de Pepe, Serenata para la Tierra de Uno, Los Ejecutivos, Vals Municipal, Oración a la Justicia, Dame la Mano y Vamos Ya. En paralelo, se desplegó en su ámbito natural de la literatura publicando, entre otros, El Reino del Revés, Cuentopos de Gulubú, Hecho a Mano, Juguemos en el Mundo, Tutú Maramba, Canciones para Mirar, Zoo Loco, Dailan Kifki y Novios de Antaño. El influjo de esa obra llegó a los teatros de la mano de títulos inoxidables como Canciones para Mirar y Doña Disparate y Bambuco, que cada temporada se las ingenian para regresar a las salas y exhibir la vigencia de un discurso estético en el que florecen las palabras y las ideas. En 1999, Manuelita la Tortuga llegó al cine, en dibujos animados, de la mano de Manuel García Ferré, convirtiéndose en un éxito de taquilla y un homenaje al personaje más entrañable de la talentosa creadora. La magnitud de ese trabajo profuso e incansable hizo que en 2008 Gerardo Sofovich dirigiera en su homenaje Varieté para María Elena, en la sala porteña del Tabarís. Otro de los innumerables tributos, Cantamos a María Elena Walsh, quedó plasmado en un disco que grabaron artistas de la talla de José Luis Perales, Joan Manuel Serrat, Manuel Wirtz, Patricia Sosa, Los Pericos, Ana Belén, León Gieco, Víctor Heredia, Palito Ortega, Víctor Manuel, Juan Carlos Baglietto, Cuti y Roberto Carabajal, Teresa Parodi, Pedro Aznar y Lito Vitale.

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