El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata arrancó ayer las proyecciones de su Competencia Internacional con dos películas de geografías y concepciones opuestas pero ambas de sólida estructura y atrapante relato cinematográfico en un auspicio comienzo del certamen. En primer turno se vio "O que arde", un filme del realizador gallego nacido en Francia Olivier Laxe que con precisa y particular mirada explora el territorio de una pequeña aldea española en la cadena montañosa de Los Ancares, a 50 kilómetros de Lugo.
De demoledora carga pictórica, con cuadros de insondable belleza debidos al director de fotografía Mauro Herece, el filme de Laxe relata la vuelta a la aldea de un hombre que cumplió prisión por pirómano y entre muchas cosas discurre sobre el progreso y el tiempo detenido de la Galicia rural, las desventuras sociales y el refugio de amor entre una madre y un hijo mayor.
La cinta, rodada en 16 milímetros, llegó al Festival con buenos antecedentes, después de haber ganado el Premio del Jurado de la sección oficial Un Certain Regard de Cannes, donde tuvo su premiere mundial en mayo pasado y no decepcionó en su debut argentino.
La segunda película que se vio hoy en la Competencia Internacional de Mar del Plata fueOlivier Laxe , un bello drama familiar sobre una pareja con dos hijos que atraviesa una separación y sobre la aterradora inestabilidad que puede circundar a los niños ante las irresoluciones y conflictos abiertos por los padres. Opera prima de las realizadoras surcoreanas Lee Jihyoung y Sol Kim, es un relato urbano, de espacios a veces reducidos y climas familiares trabajados con delicadeza y sin caer nunca en el esterotipo de lo previsible.
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