Con la calidad artística que la caracteriza, Florencia Peña (41) muestra todo su talento en el escenario del teatro Lido, con Se quieren mucho, poquito, nada, junto al Puma Goity. Y detrás de escena, disfruta de sus dos hijos varones y su romance con el abogado salteño, Ramiro Ponce de León, con el que tiene importantes proyectos en común. "Me cuesta mucho pensar en un año televisivo porque hago mucho teatro. Y si hago las dos cosas al mismo tiempo, no vería a mi novio. Y, en consecuencia, lo obligaría a mi novio a que sea el quien siempre se venga a Buenos Aires; y a mi me hace muy bien ir a Salta. Son momentos en que aprovecho para desconectar grosso".
l ¿Cómo es tu vida en Salta?
- Nada que ver con la rutina que tengo en Capital. Allá, soy ama de casa, me gusta cocinar. La provincia tiene esas vistas, cerros, la gente tiene calidad de vida. Veo lo mismo cuando voy a Tanti, Córdoba, a visitar a mis padres. La gente vive menos estresada, tiene menos velocidad. Entonces, la sensación es que uno baja los decibeles, te preparás para dormir la siesta. Cierran los negocios a las doce y media del mediodía y vuelven a abrirse a las cinco de la tarde. Por ahí, trabajan hasta las nueve pero es perfecto porque pararon durante el día, comen en sus casas. Hay todo un ritual de vida que es mucho más sana y conectada que la vida de la ciudad, que está cada vez peor. Con Ramiro alquilamos una casa allá y ahora nos compramos un terrenito y queremos construirnos una casita, para tener un lugar nuestro.
l ¿Te vas a radicar allá?
-Me encantaría pero tengo dos hijos chicos y mi laburo en Buenos Aires, básicamente. Yo no quiero dejar de actuar. Si bien en 2015 estuve haciendo un programa en Canal 10 de Salta, en conducción, que estuvo buenísimo, pero todavía la Argentina sigue siendo muy Buenos Aires, sobre todo para la actividad que hacemos nosotros. Por más que pueda hacer algo de teatro y llevarlo a Salta, hay algo que me dice que me costaría irme a vivir ahí. Pero sí puedo tener dos lugares con los que convivo y me voy acomodando. No es lo ideal, el año pasado llegué a subirme tres veces por semana a un avión, que me agotó un poco. Iba a grabar algún programa, volvía y el fin de semana me volvía a ir para pasarlo allá con mis hijos. Terminé un poco cansada. Pero es muy linda la vida que tengo.
l ¿Qué te gusta hacer allá?
-De repente, me encuentro limpiando, tranquilamente me pueden ver pasar el trapo a los pisos, con el escobillón en la mano, es muy gracioso. Lo disfruto mucho. Cuando me mudé sola a los diecinueve años, volverme ama de casa fue un placer. Me acuerdo que hice unos cursos de ollas, le cocinaba a todo el mundo, lavaba la ropa, era muy lindo. Ahora me pasa en Salta. Amo cocinar, me encanta, soy buena haciéndolo porque creo que tiene que ver con la creatividad. Es como si tuviera otra vida dentro de la que ya conozco.
l ¿Ramiro nunca te planteó que dejes todo y te vayas con él?
-Ramiro es un tipo muy libre, creo que por eso me enamoré tanto de él. Es tan libre que me respeta, jamás me pediría algo de ese estilo, como tampoco se lo pediría a él. Es más factible, que él pase más tiempo en Buenos Aires, que yo en Salta. Lo que me pasa es que necesito laburar, no me puedo tomar un año sabático.
l ¿Necesitás trabajar por dinero o por amor a la profesión?
-Por ambas cosas pero, sobre todo, porque vivo de esto. Si bien estoy trabajando menos, no puedo dejar todo. Siempre trabajé mucho, desde los siete años.
l Entonces ya estás hecha, ¿no?
-Hay una creencia de que los actores somos millonarios y que tenemos el futuro asegurado. Tengo mi casa, en Palermo, divina, y un auto, ese es todo mi capital. Después, voy, vengo, me achico, vivo con más o con menos, dependiendo de las épocas. Ahora tengo la sensación de que cuando la vida está basada en lo material, es una mierda. Y empecé a entender que cuando más feliz estoy internamente, menos cosas necesito del afuera. No necesito tapar huecos, ni en pedo. A veces, la plata tapa huecos. Mi amor por Ramiro, por ver crecer a mis hijos, es fundamental. Tengo un hijo que está empezando el secundario, Toto, con todo lo que eso implica. Y el otro, Juan, es un petardo, y tengo ganas de tener otro hijo. Y todo eso necesita de un tiempo de conexión. Si no vivimos la vida y se nos van pasando las cosas. El trabajo va y viene. A veces me va mejor y, otras, peor. Eso ya lo entendí. Transito la vida con esas variables. La única variable que no quiero soltar y que es mi sostén es el amor.
l Tras un matrimonio de muchos años con Mariano Otero, ¿sentís que el verdadero amor te llegó de la mano de Ramiro?
- No, creo que uno lo vive distinto.Quise mucho a Mariano, fuimos muy felices juntos, tuvimos dos hijos hermosos y tenemos una relación de puta madre. Jamás me hubiese permitido separarme en malos términos y nuestros hijos están calmos y felices porque nos queremos y somos amigos. Mariano ahora va a ser papá y eso me puso muy contenta y a mis hijos, también. En esta armonía en la que vivimos la separación, todo se da de manera natural. Su novia es una divina con la que tomo mate.
l Y está mucho con tus hijos...
-Totalmente, la adoran y yo estoy feliz con eso.