A lo largo de unos
25 temas, Djavan repartió en partes similares baladas melancólicas, canciones de amor, festivos ritmos brasileños, refinado pop y aires de funk y soul, bajo su particular estilo basado en complejas armonías y zigzagueantes fraseos. Tras una voz en off que presentó a todo el staff, Djavan inició el show con una serie de dinámicas composiciones, a las que abordó un rol de cantante central, con micrófono en mano y elegantes pasos de baile.
Djavan - Teatro Gran Rex - Laura Tenenbaum / Diario Popular
Djavan - Teatro Gran Rex - Laura Tenenbaum / Diario Popular"Vamos a tener una noche caliente", anunció el músico, tras interpretar "Se não vira jazz" y "Miragem", frase que provocó algunos gritos femeninos y dio lugar a la primera gran ovación de la noche con el clásico "Eu te devoro". Tras esta seguidilla, Djavan se calzó la guitarra, con lo cual abrió la posibilidad para que Castilho, quien hasta el momento se limitaba a asumir un rol rítmico, pudiera esbozar algunos fraseos que aportaron un mayor color a los arreglos.
Djavan - Teatro Gran Rex - Laura Tenenbaum / Diario Popular
Djavan - Teatro Gran Rex - Laura Tenenbaum / Diario Popular"Outono" ofreció el primer momento reposado de la noche, a partir de su impronta jazzera en algunos momentos, sobre todo a raíz del trabajo del baterista, con el uso de escobillas. Pero además, los primeros solos vertidos desde los vientos y el piano, significaron un acercamiento a una versión pop de ese subgénero conocido como AOR (Adult Orient Rock), tan popular en las radios FM de los años '80.
Una nueva ovación provocó el inicio de "Linha do Equador", tema co-escrito con Caetano Veloso, una brillante interpretación que fue coronada con un sutil fade out en vivo de toda la banda, el cual fue seguido por la romántica "Encontrar-te" y la festiva "Vida nordestina", el homenaje del músico a la idiosincrasia de Alagoas, su lugar de nacimiento.
Djavan - Teatro Gran Rex - Laura Tenenbaum / Diario Popular
Djavan - Teatro Gran Rex - Laura Tenenbaum / Diario PopularMientras tanto, la escenografía creada por la artista Suzane Queiroz iba ganando lugar con pequeños elementos que se iban agregando a medida que se interpretaba cada canción, hasta formar un gran libro, con páginas en blanco que se iba completando de a poco. Al promediar el show, Djavan se sentó solo con una guitarra e inició una suerte de gran fogón con la coreada "Açai", con todas las luces del teatro encendidas, y la desgarradora "A rota do individuo (Ferrugem)". El clima intimista siguió a pesar de que se fueron sumando otros instrumentos, hasta que con la banda ya a pleno llegó el momento de la celebrada "Océano".
"Pétala" y "Vidas pra contar" ofrecieron los puntos musicales más altos del show, sobre todo por tratarse de dos canciones en donde la banda abordó arreglos más arriesgados, con ritmos irregulares e interesantes capas armónicas con elementos de jazz contemporáneo. Como si se tratara de una recorrida de 40 años en unos pocos minutos, a las novedosas "Vidas pra contar" y "Dona do horizonte", otro homenaje de Djavan, en este caso a su madre y su fundamental rol en su formación musical, la siguieron dos clásicos de su recordado primer disco, "Flor de lis", en una versión con más samba que la habitual -tal vez sólo faltó una cuica-, y "Fato consumado".
Para el final, el teatro se convirtió en una especie de pista de baile, con todos los presentes de pie moviéndose al ritmo de "Só para ser o sol", la veloz "Acelerou", "Boa noite" y "Lilás", en el pasaje más funk de la noche, con el bajista echando mano al slap y los vientos haciendo un guiño al "Do you think I'm sexy", de Rod Stewart.
"Adoré esta noche", se despidió Djavan, antes de iniciar los bises con "Um amor puro", con una entrada a lo Procul Harum y la romántica "Azul", con un arreglo de flauta que remitió a Antonio Carlos Jobim. "¿Quieren más?", preguntó el músico, quien ante la obvia respuesta del público, puso el punto final con la celebrada y ultraversionada "Sina", en donde no faltaron los arreglos vocales en su introducción y algunos intentos de scat, que la dejaron más cerca de las versiones del genial Al Jarreau o del propio Caetano, que de la olvidable lectura realizada por los Manhattan Transfers.