Que la TV argentina atraviesa un período de crisis sin precedentes tanto a nivel creativo como en lo referente a la producción de nuevas ficciones, es algo que se refleja en las planillas de rating a diario. Canales que compiten por décimas de puntos, proliferación de culebrones turcos de bajo presupuesto, programas de entretenimientos con premios pobrísimos y cuestionarios de bajo nivel: todo un símbolo de la decadencia del país, y del mundo en general. Atrás quedaron los tiempos de Los Simuladores y 099 Central, por poner dos ejemplos.
En todo este contexto, Adrián Suar y su productora Pol-ka salen a pelearla con una mega producción de 60 mil dólares por episodio que cuenta… ¡la misma historia de siempre! Pero bueno, hay presupuesto, hay actores de primer nivel, y muchas caras bonitas que equilibran un poco la balanza.
La historia cuenta cómo Torcuato Ferreyra (Benjamín Vicuña), un trotamundos (¿chileno? ¿argentino?) que combate en la Guerra Civil Española, decide traicionar a su gran amigo Bruno Salvat (Albert Baró y sí, se llama como la editorial) y le dispara a quemarropa con el solo fin de apropiarse de sus bienes y su hermana.
Pero parece que en el medio del viaje algo no se da porque, al llegar a Buenos Aires, Ferreyra decide entregar a la joven Julia (Laura Minguell) a la madama de un prostíbulo que regentea, y comienza una vida de dandy en la Buenos Aires de 1938.
Pero Bruno no muere sino que, tras pasar meses internado recuperándose de sus heridas, decide viajar a la Argentina para vengarse de la traición, y así conoce a Aldo Moretti (Gonzalo Heredia), un atorrante argentino que se gana la vida vendiendo pasajes a las pampas a precios de robo para los desesperados habitantes de la península ibérica, que sólo piensan en escapar del horror de la guerra.
Por su parte, Moretti tiene sus propios asuntos (sentimentales) ya que en el barco en el que viaja para rendirle cuentas a su jefe Ferrerya (increíble la red mafiosa que ha armado ese personaje en tan poco tiempo) conoce a Raquel Zimmerman (China Suárez) que viaja a la Argentina para conocer a un hombre con el que se casó a la distancia, sin saber que en realidad ha caído en una red de trata de blancas.
En Buenos Aires, el panorama no es más esperanzador: la casa de los Morel, una acomodada familia, ha caído la desgracia cuando el patriarca se enferma y no puede generar dinero. Pero Libertad (Virginia Innocenti) ha urdido un plan para salir de esa situación y no es hacer que su hijo Gabriel (Federico Salles) trabaje sino que su hija Lucía (Delfina Chaves) se case con Ferreyra que ha pedido su mano.
Finalmente, Bruno llega a la Argentina el día del compromiso de Ferreyra y Lucía y cuando se dispone a asesinarlo, cae rendido ante la belleza de la muchacha, lo cual hará que aplace su venganza, como suele ocurrir en estos casos.
La novel, guionada por el equipo fijo de Pol-ka de Leandro Calderone y Carolina Aguirre y dirigida por Sebastián Pivoto (Once, Vientos de Agua, Poliladron) y Martín Sabán ( Soy Gitano, Hombres de Honor, Violetta), sorprende desde el primer momento por la gran inversión que se ha hecho para las escenas iniciales, que incluyen un bombardeo de la fuerza aérea española y una magistral recreación del puerto de Barcelona.
El nivel de inversión denota que Suar está interesado en un contraataque de los productos de exportación y por eso es que ha elegido una historia clásica, al estilo de las que los turcos han utilizado para copar las pantallas locales.
No hay muchas innovaciones en el guión (una suerte de El Conde de Montecristo mezclado con El Padrino), que presenta los clásicos “ romances cruzados” de los elencos corales de Pol-ka pero cumple con el público adepto a estas novelas del prime time, que además tienen el valor agregado de que se trata de una “historia de época”, algo que no se ve desde hace años, más precisamente desde Vientos de Agua (2006) de Juan José Campanella y la mencionada Hombres de Honor (2005).
En el apartado actuaciones, una malísima Virginia Innocenti y Guillermo Arengo son los que hasta ahora (un episodio) han demostrado solidez y talento a flor de pie, en tanto que Heredia regresa a su clásico papel de galán, que tanto le ha rendido en la TV, acompañado por el joven Baró, que llega precedido por su fama de la serie Merlí. Por su parte, Vicuña como villano no termina de convencer, la China Suárez interpreta a la China Suárez en otro idioma y Delfina Chávez no logra algo mejor que su Elena de Edha (la miniserie de Netflix, tan criticada como vista el año pasado), pero bueno… es la cara del momento. Para darse una idea, hay que esperar a que se defina con palabras cuando el personaje de Vicuña se le declara porque no se entiende si quiere expresar sorpresa, ira, negación o aceptación.
Con todo esto, la serie logró su objetivo de imponerse a Mi Vida Eres Tú, el tanque turco que proponía Telefe como “alternativa” y con el aliciente de tener a la pareja de Las Mil y una Noches (Halit Ergenç y Bergüzar Korel) otras vez reunidos en la pantalla. El culebrón de Pol-ka llegó al aire con veinticinco minutos de desventaja pero arrolló con 12,6 puntos contra los 9.8 de su rival; y se mantuvo en el tope hasta el final de su emisión.
A su término, el “Cinco pasos y una ayuda” de Guido Kaczka siguió la buena racha del canal del solcito con 9.5 por sobre los 8.3 de Campanas en la Noche, para concluir una noche a puro rating en la TV abierta.