Dylan Farrow, la hija adoptiva de Mia Farrow y Woody Allen, debuta como escritora con la novela “ Silencio” (Planeta), en la que por debajo del registro fantástico se cuelan reflexiones sobre la censura, el poder de la verdad y el empoderamiento femenino, en las que se pueden leer ecos del abuso sexual por el que la autora denunció a su padre adoptivo cuando era niña.
La protagonista de “Silencio”, que será la primera entrega de una saga de fantasía y magia, es Shae, una adolescente de 17 años, quien lleva una vida tranquila junto a su madre y disfruta de su amiga Fiona y un chico llamado Mads. Pero todo comienza a complicarse cuando aparece una enfermedad mortal llamada “Mancha”, que se transmite por la tinta, y con la existencia de los Bardos, quienes usan la magia para silenciar el mundo.
“Todo este mundo de las fake news en el que vivimos me inspiró la historia. La forma en que se crea y se consume información hoy en día es lo que más define nuestra época, y me apetecía muchísimo explorarlo”, sostuvo la autora en una entrevista con el diario El País sobre Silencio, que se acaba de publicar en Argentina en formato ebook.
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“Lo de la Mancha fue solo algo que se me ocurrió, no tiene que ver con nada. Tampoco quiero que los Bardos tengan un único sentido, quiero que sea el lector el que les dé su propio sentido”, sostuvo Farrow al ser consultada sobre si la novela debía ser interpretada como una “versión literaria” de su historia personal.
Farrow, en cambio, sí acepta que la escritura y la literatura la ayudaron a transitar lo que ocurrió. “La literatura puede ser un refugio para las víctimas de cualquier tipo de abuso, al menos ha sido el mío. La gente lidia con sus problemas lo mejor que puede. Algunos lo hacen a mi manera, otros no. Pero encuentro liberador poder escapar de ser una misma de vez en cuando”, sostuvo.
La actriz acusó a Allen de haber abusado sexualmente de Dylan cuando tenía siete años. El juez dictó una orden de custodia en la que aseguraba que el comportamiento del cineasta había sido “gravemente inapropiado” y enfatizaba la necesidad de tomar “medidas para proteger a Dylan”. Finalmente, Farrow y el fiscal decidieron evitar someter a la niña a una extensa batalla legal y retiraron los cargos.
En 2014, Dylan publicó una carta en The New York Times en la que contaba su versión de los hechos, pero a lo largo de los años Allen siguió negando las acusaciones.