Hace 40 años, el 15 de diciembre de 1978, se estrenaba en los Estados Unidos Superman, la película (Superman the movie), que cambió para siempre la forma de ver a los superhéroes en el cine.
El único material audiovisual para los fanáticos de las viñetas que estaba disponible en ese momento eran las series animadas de Hanna-Barbera como Batman y Los Súper Amigos (Super Friends); y las series de TV con actores como el Batman de Adam West (1966-1968) y La Mujer Maravilla (Wonder Woman, 1975-1979) con Lynda Carter.
Pero en 1974, el productor de origen francés Alexander Salkind, su hijo Ilya y su socio Pierre Spengler, lograron adquirir los derechos para llevar al cine a Superman, el primero y el más grande los superhéroes, que hasta allí había incursionado en ese medio con un serial 1950 y una película. Pero fue recién tres años más tarde –y con el éxito candente de La Guerra de las Galaxias (Star Wars: A New Hope, 1977)- que la Warner le prestó atención a este proyecto.
En la previa, los Salkind habían realizado un proceso de selección de posibles directores que incluyó a (el todavía ignoto) Steven Spielberg, John Guillermin, George Lucas e inclusive Francis Ford Coppola aunque el elegido fue Guy Hamilton, que había realizado varios films bélicos clásicos y del agente James Bond 007, entre ellos 007 Dedos de Oro (007 Goldfinger, 1964) y 007 Vivir y Dejar Morir (007 Live and Let Die, 1973).
Los Salkind intentaron emular a los grandes productores de la época y por eso tomaron como parámetro a la gran película de la década de 1970: El Padrino (The Godfather, 1972) del mencionado Coppola, y como no lo pudieron tener a él, fueron por el escritor y guionista Mario Puzo e inclusive por el ganador del Oscar Marlon Brando. Sin embargo, en medio de todas estas movidas, la producción perdió al director, que sintió que la superproducción era demasiado para él.
En su reemplazo, los Salkind contrataron en enero de 1977 a Richard Donner, una joven promesa que venía de trabajar en varias series de TV pero que había causado sensación con su primera película: La Profecía (The Omen, 1976), el opus de terror que marcó una época.
Todo esto no hizo más que llamar la atención de los medios de comunicación, pero los Salkind fueron por más y se aseguraron la participación del gran Gene Hackman como Lex Luthor. Tanto Brando como Hackman eran estrellas consagradísimas y no se sentían muy a gusto involucrándose en un film que podría terminar con sus carreras por lo que exigieron mil y un requerimientos para participar.
Y se los dieron.
Brando no sólo pidió un salario de 3.7 millones de dólares sino también el 11 por ciento de la taquilla, no tener que memorizar sus diálogos y filmar todas sus escenas en 12 días, mientras que Hackman se negaba a afeitarse su bigote, y ni hablar de raparse para recrear al calvo villano. Donner lo convenció pegándose un bigote postizo y sugiriéndole que ambos se afeitaran al mismo tiempo. Dicen los testigos, que Hackman se encolerizó como Luthor cuando se enteró de la jugarreta.
El último paso fue encontrar al actor indicado para hacer de Clark Kent y su alter ego Superman. James Caan, uno de los actores de El Padrino, era el candidato indicado de una larga lista que incluyó a Sylvester Stallone, Burt Reynolds, Robert Redford, James Brolin, Christopher Walken, Nick Nolte, el atleta Bruce Jenner (que ahora se llama Caitlyn) y otras 200 personas. Donner se decidió por uno al que nadie le prestó atención Christopher Reeve, un joven modelo alto y desgarbado que, sin embargo, tenía todo para el rol.
Con una biaba para cambiar el color de pelo de castaño claro a morocho y 25 kilos de músculos después, Christopher estaba listo para hacer creer a todos que un hombre podía volar. Pero además, Reeve había planeado toda una rutina para cuando interpretaba a Clark Kent, el tímido reportero al que hacía caminar encorvado, peinaba para otro lado y se ganaba el corazón de todos con su gentileza. Este doble rol, ubicó a Reeve, que falleció en 2004, como la cara del personaje, que permanece inalterable a cuatro décadas de su trabajo.
La producción del filme comenzó en los estudios Pinewood y Shepperton (Reino Unido) el 28 de marzo de 1977. Ambiciosos como eran, los Salkind pretendían hacer que Donner filmara con el guion de 500 páginas de Puzo dos películas en el estilo “camp” del Batman de Adam West. Comenzó entonces un eterno tira y afloje entre el director (que incluso hizo que Tom Mankiewicz reescribiera parte del guion) y los productores que culminó con el despido del primero cuando ya había rodado gran cantidad de material para el segundo episodio.
Superman fue estrenada en diciembre de 1978, a dos meses de terminado el rodaje, y se transformó en un éxito de crítica y de taquilla. El film tuvo un costo de 55 millones de dólares y recaudó más de 300 millones a nivel mundial.
Las actuaciones de todo el elenco, los maravillosos efectos especiales de Zoran Perisic –que le valieron un Oscar de la Academia-, las escenografías de John Barry y el ya clásico tema musical de John Williams se encargaron de hipnotizar a todos en dos horas y media de duración. Pero por sobre todo, el mayor logro de Donner fue sacar al género del “camp” en el que lo había sumido el Batman de 1966, y sentar las bases de lo que debían ser de allí en adelante las películas de superhéroes.
Sin embargo, todavía quedaba terminar el segundo film y para eso, los Salkind llamaron a un viejo colaborador, Richard Lester, que había dirigido para ellos Los Tres Mosqueteros (The Three Musketeers, 1973) y La Venganza de Milady (The Four Musketeers, 1974).
Lester, que ya había asumido como una suerte de “supervisor” de Donner –y era el que mediaba entre los dos lados- tomó las riendas de la producción a pesar de que todos los involucrados –en especial Hackman y la canadiense Margot Kidder (Lois Lane)- patalearon y protestaron por el cambio. Brando pidió, inclusive, que sus escenas del segundo film fuera quitadas del metraje si éste no estaba firmado por Donner.
Y se lo concedieron.
De todas formas, la maquinaria de Donner estaba tan bien aceitada que Lester pudo concluir el rodaje con facilidad, aunque también con muchos cambios y un tendal de demandas (entre ellas de Brando y de Donner) por la falta de pago. La película se estrenó finalmente en junio de 1981 y se convirtió en otro éxito y en la mejor película de superhéroes de la historia, título que ostentó por décadas, y a pesar de que hay muchos que sostienen que la primera es mejor.
En 2006, y con el film Superman Regresa (Superman Returns) de Bryan Singer en pre producción, Richar Donner se cobró venganza y, con la ayuda de Mankiewicz, logró reeditar Superman II como estaba planeada originalmente. Superman II: The Richard Donner Cut tenía escenas inéditas, otras reformuladas y es muy pero muy superior a la de Lester, al punto que se ganó el Saturn Award al mejor DVD de 2006.
La tercera entrega de Superman fue el comienzo del declive de la franquicia fílmica. El director Richard Lester se animó a incursionar por su cuenta en la mitología del personaje con una historia de David y Leslie Newman, que habían hecho la primera revisión del guion de Puzo. El matrimonio partió de una idea de Ilya Salkind que incluía a Mr. Mxyzptlk, Brainiac y Supergirl; y terminó enfrentando al hombre de acero a un simple multimillonario (Robert Vaughn) que quiere destruirlo y dominar al mundo.
Lo extraño de la película es que Christopher Reeve cede el protagonismo a Richard Pryor, el cómico afroamericano de moda en 1983, que interpreta a un desempleado que se transforma en tres escenas en un genio de las computadoras capaz de derrotar a Kal-El con kryptonita sintética. La magia de Hollywood.
La película oscila entre una comedia ochentosa y la acción, con un Superman que, al exponerse a la falsa kryptonita, se divide en dos después de abrir un buque petrolero, enderezar la torre de Pisa y maltratar a Lana Lang (Annete O´Toole, la actriz que una década y media después interpretó a la mamá de Clark en la serie Smallville), el interés amoroso que reemplazó a Lois, que quedó en penitencia por su activismo pro Donner.
La cosa fue tan mal que dejó a los Salkind sumidos en un tendal de deudas. Al año siguiente padre e hijo intentaron revivir la franquicia haciendo debutar a Superchica con La Primera Gran Aventura (Supergirl, 1984), pero en cambio se ligaron otro fracaso que los obligó a venderle los derechos a Cannon Films.
Cannon Group era un estudio muy famoso en los ´80 que compraba franquicias en decadencia y realizaba films de acción de bajo presupuesto como El Vengador Anónimo 2 (Death Wish 2, 1982), El Guerrero Americano (American Ninja, 1985), Invasión USA (1985) y Fuerza Delta (Delta Force, 1986), aunque a veces realizaba coproducciones con “los grandes” como Escape en Tren (Runaway Train, 1985), Highlander, el último Inmortal (Highlander, 1986) y Cobra, el brazo fuerte de la ley (Cobra, 1986).
De todas formas, esta cuarta entrega de Superman sufrió todo tipo de percances de índole económico ya que, a pesar de que Warner Bros. había puesto 35 millones de dólares como coproductora, la plata la manejaba Cannon (o mejor dicho sus dueños Menahem Golan y Yoram Globus) y eso les llevó a desviar el 50% de esos fondos a la finalización de otros filmes que producían.
El siguiente gran logro fue convencer a Christopher Reeve de volver al rol a cambio de permitirle colaborar como guionista y director de la segunda unidad. Pero además, los de Cannon, que no por nada estaban donde estaban, le pidieron al actor si sería capaz de convencer a Margott Kidder y a Gene Hackman de regresar; y éste lo consiguió como un “favor de amigos”, pese a los magros salarios.
Ya en esa onda, la gente de Cannon le ofreció la dirección de este monstruo en gestación nuevamente a Richard Donner, pero éste trabajaba en su siguiente gran éxito: Arma Mortal (Lethal Wheapon, 1987) con Mel Gibson y Danny Glover. Tras las negativas de Paul Verhoeven (Robocop) y Wes Craven (La Cosa del Pantano, Pesadilla en lo Profundo de la Noche); lo directivos consiguieron a Sidney J. Furie, un director británico que en su tiempo había ganado varios premios pero en ese momento estaba en una meseta de su carrera y filmando a tiempo completo para Golan y Globus cosas como Águilas de Acero (Iron Eagle, 1986).
Con un equipo técnico que renunció en pleno rodaje por la falta de pago, un guion co escrito por Christopher Reeve, y un recorte presupuestario que lo llevó a recortar varias escenas (lo que explica la incoherencia de la trama), fue un milagro que Furie lograra filmar Superman IV: En busca de la Paz (Superman IV: The Quest for Peace, 1987) que se estrenó sólo en algunos países, luego de ver la escasa repercusión que tuvo en EEUU, donde recaudó sólo 15 millones de dólares, migajas comparado con los 300 que sacó la original.
El único que salió ganando de Superman IV fue Reeve que no sólo sólo se anotó dos profesiones más en el currículum sino que consiguió de Cannon unos millones para filmar Street Smart, un proyecto personal que no podía llevar a cabo.
En una época en la que no había casi VHS, las películas llegaron a la TV Argentina con muchísimo éxito. Entre 1987 y 1988, el viejo Canal 13 las repetía casi una vez por semana, e inclusive en una ocasión las emitió durante cinco días consecutivos en “capítulos” para rellenar huecos de programación.
Con el tiempo, se convirtieron en un clásico del cable y en un objeto de colección con las ediciones en DVD, que venían con el “lastre” de Superman IV en la cajita.
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