Para ser un gran actor, también hay que saber elegir los papeles. Y nadie puede negar el olfato que ha tenido Leonardo DiCaprio a lo largo de su carrera para discernir cuáles eran las mejores propuestas que tenía sobre la mesa. Su estrategia siempre estuvo clara: evitar personajes que podrían encasillarlo y elegir opciones con una carga dramática compleja.
Pese a las ofertas multimillonarias, Leo ha evitado caer en la tentación de darle vida a un superhéroe o un villano del mundo del cómic. Cuando todavía no era una estrella, a sus 19 años, no quiso ser Robin en Batman Eternamente (Batman Forever, 1995) y, un tiempito después, prefirió cederle el rol de Spider-Man a su amigo Tobey Maguire.
En distintas oportunidades ha explicado por qué se reusó a ponerse mallas ajustadas, pero nunca había dado sus razones para rechazar el rol de Anakin Skywalker en Star Wars: Episidios II - El Ataque de los Clones (Star Wars: Episode II - Attack of the Clones, 2002). Pero, finalmente, en diálogo con ShortList, Dicaprio confesó porque desestimó la oferta.
Aunque George Lucas intentó convencerlo hasta el último momento, lo cierto es que el guión nunca resultó atractivo para el actor. “No me sentí listo para sumergirme en ese papel. En ese punto”, afirmó.
La negativa del protagonista de Titanic (1997) permitió que Hayden Christensen se quedara con el papel –y se convirtiera en uno de los actores más cuestionados en la historia de Hollywood-. Ahora mismo, el otrora Jedi se encuentra sin trabajo en la industria del cine y sus últimas apariciones han sido en producciones de bajo presupuesto. ¿Hubiese corrido la misma suerte el bueno de Leo?
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