Se define como un luchador optimista. En esta ocasión, Marcelo Iripino quien se encuentra conduciendo “Bien Argentino” programa de folklore que se emite por Ciudad Magazine los domingos a las 22 hs. y que acaba de presentar “Motivos” su nuevo CD- deja en claro por qué se siente enamorado de la vida.
De usted, ¿qué se puede aprender?
-A luchar, a tener fe y a vivir de la mejor manera posible. Yo pasé por muchas situaciones difíciles. El año pasado, se me metió una bacteria en el pulmón y casi no cuento el cuento. A partir de ese hecho, comprobé que la vida pasa por otro lado. Me encantaría transmitir eso para ayudar a la gente.
¿Es ambicioso?
-Sí, pero en tratar de crecer profesionalmente y ocupar un lugar importante en el medio. Igualmente, estoy muy conforme con lo que logré y agradezco lo que tengo.
¿Con que clase de gente le agrada estar?
-Con la que me hace bien. Antes, me quería juntar con todo el mundo. Hoy sólo me conecto con los que me tiran buena energía.
Cuando le sugieren que no intente hacer algo, ¿acepta la sugerencia?
-Siempre me mando, aunque me dé la cabeza contra la pared. Me dejo llevar por mi instinto. Muchas veces me equivoqué, pero también me tiré a la pileta y me fue muy bien.
¿Qué reflexión le merece el dicho que sostiene: “El que mal anda, mal acaba”?
-Tiene algo de verdad, aunque conozco personas que anduvieron mal, pero se rodearon de gente que los sacaron de un lugar complicado y acabaron muy bien.
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Las circunstancias, ¿moldean al hombre?
-No mucho. Creo que cada uno hace su camino, pero también interviene la suerte. Yo soy creyente y me siento iluminado, como con un aura. Estoy protegido por una campana blanca imaginaria. Algunos dicen: “Si te tiene que pasar, te va a pasar”, es posible, pero lo bueno es estar preparado para evitar que te pase.
¿Qué enciende su pasión?
-Mi marido y Dios, son mis estímulos más importantes.
¿Qué defiende con uñas y dientes?
-Mi vida. No dejo que nadie se meta con mi marido y con mi intimidad. Eso lo defiendo con uñas y dientes.
¿Se siente envidiado?
-Tal vez, pero el problema lo tiene el que me envidia. Para mí, la envidia, el orgullo y el resentimiento, enferman y no los quiero para mí.
Actuar bajo presión, ¿lo estimula o lo paraliza?
-Ya no trabajo bajo presión. Lo hice, porque no me quedaba otra, pero terminé yéndome.
¿Qué imagen le devuelve el espejo?
-Frente al espejo, me veo como un chico divertido, con ganas de vivir y disfrutar. De mi vida, eliminé lo malo, uní las mejores partes y hoy tengo una linda película de mi vida.
¿Su edad cronológica coincide con su edad mental y espiritual?
-Creo que la imagen refleja el espíritu. Yo no tomo en cuenta mi edad, vivo y punto. Si estoy bien espiritualmente, se me va a ver bien.
¿Está conforme con lo que es?
-Sí. Lo que soy se vincula con la educación que tuve, con mis padres, mis hermanos y mi marido. Del modelo que soy, saqué lo mejor. Mis viejos tenían una relación muy difícil, mi papá era muy agresivo y yo no quiero eso para mi vida.
¿Qué momento de su vida está atravesando?
-Un momento fabuloso. Haberme desprendido de mi trabajo más grande, que fue al lado de Susana Gimenez, me hizo crecer. Susana, me abrió una puerta muy grande. Gracias a ella estoy donde estoy y soy quien soy. Hoy puedo decir que me siento más firme.
¿Pensaron en tener hijos?
-Nos encantaría, pero estamos en una etapa en la que no tenemos tiempo para dedicarle a un hijo, pero esa puerta no está cerrada.
¿Qué simboliza la familia para usted?
-Algo muy importante. Mis hermanos son todo para mí.
Su problema de salud, ¿cambió su concepto acerca de la existencia?
-Sí, como lo modificó la muerte de mis padres. Se fueron muy jóvenes. De repente, me quedé sin mis pilares. Haberme enfermado, sin saber si iba a zafar fue muy fuerte. Dios me dijo: “Negro, te podés quedar un rato más” y acá estoy.
Por último, si tuviera que hacer una carta de presentación, ¿cómo se describiría?
-Como un soñador de la vida y amante de todo, que vino a este mundo para divertir a la gente a través de la música.
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