Admite que su gran obstáculo para ejercer la vocación es económico. Dice que el talento es un don que se ejercita e intenta mejorar la vida de la gente desde el trabajo. Confiesa que por su adicción al alcohol estuvo a punto de abandonar la carrera.

Mientras proyecta su próxima temporada en el teatro San Martín, Mario Alarcón asegura que, más allá de todo lo que le sucedió, no está de vuelta de nada ni en su vida personal ni en su labor actoral.

Ser actor, ¿lo mejoró como ser humano?

-Muchísimo. Incrementó mi sensibilidad y me ayudó a conectarme mejor en el aspecto social. Cuando empecé en esto, yo era muy introspectivo y el trabajo grupal me sirvió para desinhibirme y contactarme mejor con los demás.

¿Cuáles son los obstáculos con los que tropieza un artista?

-Actualmente, el primero es el económico. Hay menos producciones, y las que hay, en su mayoría, son en cooperativa que, aunque caminen muy bien, la remuneración que recibís no alcanza para afrontar lo cotidiano. Lo económico, lo tiñe todo.

¿Es una traba constante en la vida de un actor?

-En parte, porque nuestra actividad está vinculada con la marcha del país en este aspecto, pero existen otras cuestiones. A veces, una obra teatral se transforma en un éxito impresionante y uno piensa: “No es para tanto”, pero son fenómenos que ocurren, partecitas del azar que uno no sabe por qué se dan.

¿Toma su labor, como oficio, un trabajo o una vocación?

-Uno comienza en esto por vocación. Luego se va desarrollando, se convierte en un trabajo y, con el paso del tiempo, en un oficio, como cualquier otro. Hoy es el oficio del que vivo. Puedo vivir mal, bien o regular pero, en definitiva, vivo de lo que elegí ser.

A la hora de elegir un papel, ¿qué evalúa?

-Según como esté parado en la vida cotidiana uno tiene mayor o menor flexibilidad para decidir. Al margen de lo económico, lo primero que tomo en cuenta es el texto y el rol de mi personaje y luego al director que, para mi es esencial, sobre todo en cine y en la tele porque en esos ámbitos la técnica es vital. En el cine o en la tele hago todo lo que me dice el director. En el teatro, el escenario es como una cancha de fútbol, no estás sometido a la técnica.

LEA MÁS:

¿Qué lo diferencia de sus colegas?

-Lo que puedo decirte es que nunca discuto con el director, jamás le planteo una contrapropuesta, sólo pregunto lo que no entiendo. Tengo el ego dominado. Antes de salir de casa, lo cuelgo en el perchero. Me considero un actor muy profesional.

¿Por dónde pasa hoy su búsqueda artística?

-Mi búsqueda siempre vuelve a Shakespeare. Lo que siempre me llamó la atención es la ambición de poder y, en ese sentido, Ricardo III porque habla de lo que es capaz de llegar a ser una persona para alcanzar el poder. Para mi es evidente que para muchos el poder funciona como una droga, como una adicción potente.

El talento, ¿es un don?

-Messi nació con el don de jugar al fútbol, pero debe entrenar todos los días. Al talento natural hay que desarrollarlo. Creo que estudiar te amplía y te mejora. Pienso que lo que suma no daña, enriquece y que es esencial transpirar la camiseta.

¿Alguna vez sintió ganas de tirar todo por la borda y dedicarse a otra cosa?

-Sí, hace más de veinte años tuve una gran crisis por mi adicción al alcohol. Estuve internado y salí. En esos momentos, pensaba que no servía más para actuar. No lo tomé como un drama, sólo pensaba que me iba a dedicar a otra cosa, pero gracias a un tratamiento terapéutico recomencé y sorteé esas trampitas que, a veces, te hace la mente.

¿Cuántos años lleva como actor?

-Tengo 73, comencé a los 18. Hacé la cuenta.

Profesionalmente ¿se siente de vuelta de algo?

-No. Esto es como el fútbol, podés ir primero, pero la fecha siguiente siempre está llena de sorpresas y te pueden ganar por goleada, aunque vayas puntero. Nunca estás hecho. Siempre se presentan nuevos desafíos. Eso es lo bueno de esta profesión. Siempre debés estar despierto y atento. Jamás te podés achanchar.

¿Qué lo estimula a seguir?

-El poder expresarme. A veces, en lo cotidiano, uno debe hacer concesiones, porque la vida social te lleva a eso, pero en el teatro puedo hacer lo que quiero y eso hace que me siento yo totalmente.

¿Puede su tarea ayudar a mejorar la condición humana?

-Sí, porque incluso lo he sentido como espectador. Yo soy fanático del cine. Si acá hubiese industria, me dedicaría sólo a actuar en cine. He visto películas que me han hecho pensar o repensar cosas. El arte sirve para intentar vivir mejor y comprender que uno vive en sociedad.

¿Cuándo un actor puede decir que su tarea está concluida?

-Nunca. Siempre aprendés algo nuevo. Es como la vida. Cuando era joven, escuchaba a gente grande que me decía: “Cuando más o menos sabés algo de la vida, te morís”, y hoy creo que tenían razón.

LEA MÁS:

Aparecen en esta nota:

Contacto

Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2025-11499155-APN-DNDA#MJ - Domicilio Legal: Intendente Beguiristain 146 - Sarandí (1872) - Buenos Aires - Argentina Teléfono/Fax: (+5411) 4204-3161/9513 - [email protected]

Edición Nro. 15739

 

Dirección

Propietario: Man Press S.A. - Director: Francisco Nicolás Fascetto © 2017 Copyright Diario Popular - Todos los derechos reservados