Los Espíritus es, sin duda alguna, la banda argentina independiente que más creció en los últimos años.
Nacidos en 2011, la banda liderada por Maxi Prietto (joven valor y gran cantautor del under rockero de Buenos Aires, que ganó reconocimiento y cierta celebridad con su proyecto Prietto Viaja Al Cosmos Con Mariano) primero sorprendió con su personal mezcla de blues, rock, folk, percusiones y psicodelia, luego con sus grandes canciones y, por último, con su sorprendente poder de convocatoria.
Este sábado, la banda oriunda de La Paternal cerrará su exitosísimo 2017 en su barrio, más precisamente en el Estadio Malvinas Argentinas, en el que será su show propio más grande de su carrera hasta el momento.
POPULAR charló en exclusiva con Prietto, cantante y guitarrista del combo que completan Felipe “Pipe” Correa (batería), Miguel Mactas (guitarra), Fer Barrey (percusión y coros), Martín Ferbat (bajo) y su socio compositivo Santiago Moraes (guitarra y voz), de cara a esta trascendental fecha en la historia del grupo.
-Recién llegaron del último tramo de su gira 2017. ¿Cómo estuvieron sus shows en el exterior? ¿Qué respuesta tuvieron del público?
La respuesta en general fue muy positiva. Fechas malas no hubo ninguna, todos los recitales terminaron con toda la gente bailando. Siempre se armó fiesta. En Francia, por ejemplo, tocamos en un bar donde algunas personas nos conocían mucho, aunque eran muy pocos. Ellos estaban muy copados desde el principio. Pero después, más gente que no nos conocía empezó a llegar y, al final, todo el mundo estaba prendido como si nos conocieran, y era muy loco porque nos estaban conociendo ahí en ese momento. En México la gente ya nos conoce, y las respuesta fue increíble. Y en Costa Rica, por ejemplo, tocamos en una playa para muchos turistas y también fue lo mismo, pero en un clima muy distendido, porque estábamos a cinco metros del Mar Caribe. Una locura (risas). Y la gente se re prendió. Y eso que fue todo muy rústico. Esa fecha fue armada juntando equipos de todos lados. Incluso Migue (Mactas, guitarrista de la banda) toco la guitarra con el equipo de bajo. Era todo así, como improvisado, pero nuestro sonidista Pablo Barros fue temprano y armó todo, consiguió equipos y monitores. Al final del recital, el dueño del lugar, un canadiense, quedó como loco. Decía que fue el mejor recital que sonó ahí en los últimos siete años. Todo el tiempo repetía eso. Después en Chile tocamos en un lugar bastante grande, fue mucha gente y se puso caluroso para el final. Siempre se armó eso que buscamos que se arme.
-¿Y en Europa?
En Barcelona, por ejemplo, había muchos argentinos y el show fue muy bueno. Ahí se sumó por un lado que les gustaba la banda, y por otro que para muchos argentinos que viven allá que vaya un grupo argentino es como un extra para ellos, los emociona. Ese recital en Razzmatazz estuvo increíble. Se llenó y fue una fiesta tremenda, muy parecida a los recitales de acá. Los españoles también son un público caliente, muy fiestero. Igual, por lo general, en todos lados hay una respuesta muy copada. Incluso en los temas más tranquilos la gente está como bailando lento. El “pogo suave”, como le decimos nosotros (risas). Después, te podría decir que en el lugar donde por ahí me sentí más raro fue San Sebastián. No sé, como que no conecté mucho con el lugar. No sé si porque era muy turístico o qué. Igualmente el recital estuvo re bueno. Y la gente igual… Hay frases que las cantan en todos lados. Como en “La Mirada”, por ejemplo, cuando dice “el trabajo dignifica, eso dice mi patrón”. La gente, en todos lados, lo canta eso. Porque es algo mundial, ¿no? Aunque no es lo mismo que en Latinoamérica, donde todo es mucho más cargado. En Europa un poco sentí que el público tiene otra relación con la música, como más distendida. La gente va a divertirse y entretenerse. Los veo más vinculados con la música que con la poesía. En cambio acá, en Colombia, en México o en Chile, más allá de que la gente también baile y siempre sea una fiesta, las letras tienen mucha importancia. De arriba del escenario lo vemos. Cómo las cantan, qué frases cantan… Hay lugares donde se siente mucho eso.
-Quizás desde el impacto de Soda Stéreo en adelante, el público latinoamericano siguió a muchas bandas de rock argentinas a lo largo de los años, aunque en pocas ocasiones se trató de bandas independientes. ¿Por qué creés que ustedes y pocas otras bandas, como Él Mató A Un Policía Motorizado por ejemplo, están logrando llegar a la audiencia de otros países? ¿Creés que están abriendo un nuevo camino en este sentido?
Creo que en nuestro caso, más allá de la parte musical y que a la gente le copa, porque cuando tocamos afuera la gente conoce las canciones, hay una parte que tiene que ver con el desarrollo de nuestra autogestión. Nacho (Perotti, manager del grupo) está constantemente trabajando en eso. Y eso abre un montón de puertas. Nosotros, primero, empezamos recorriendo el país. Hubo un año que recorrimos todo el país por una iniciativa del grupo, que no daba perdidas pero tampoco daba ganancias. Era una apuesta y algo que teníamos muchas ganas de hacer. Y eso dio un montón de frutos. Cuando volvimos, cada vez hubo más gente en los recitales. No es sólo que nos escucharon en Internet y les gustamos, sino que lo que nos está pasando también tiene que ver con ir y con generarlo. Siento que eso es algo que marca la diferencia. Por ejemplo, con Prietto Viaja Al Cosmos Con Mariano (NdR: dúo junto al baterista Mariano Castro con el que Prietto se hizo conocido en la escena musical) en México teníamos mucha llegada, y también estuvimos en Costa Rica, donde hubo un montón de gente que era muy fanática, se sabían las letras y estaban como locos. Sin embargo, nosotros dos no hacíamos nada, solamente tocábamos. Casi siempre se armaban las fechas, pero no hacíamos un desarrollo de la autogestión. Éramos un grupo independiente pero no generábamos nada. Esa diferencia yo recién la estoy sintiendo en Los Espíritus, donde veo que hay un trabajo que hace que todo se vaya desarrollando. A la gente le gusta el proyecto y está bueno, pero también hay que desarrollarlo. El manager siempre está visto como una figura medio ladrona (risas). Nunca tuve buenas referencias de managers, y siempre que me crucé a alguno son personas como medio raras… Hay un prejuicio que se arma dentro del under, y los músicos somos unos colgados. Ni en pedo nos sentamos a laburar esa aparte, que es la más aburrida. Yo ni en pedo podría armar una gira en mi vida. Creo que si me voy de vacaciones en avión seguramente me pierdo (risas). Pero esa parte que tenemos ahora es lo que hace que todo esto sea posible. Creo que los grupos independientes un poco tienen que entender eso. Ser independientes tiene sentido cuando lo desarrollás. Si vos decís que no vas a firmar con ninguna compañía pero tampoco hacés nada… Es raro.
-¿Qué fue lo más loco que les pasó en los viajes que estuvieron haciendo?
Fue hace unos días en México. Un tipo se subió a la camioneta cuando nos íbamos de un show gritando “¡los amo, los amo!” (risas). Incluso subimos un video a nuestras redes. Creo que voy a tardar un tiempo en recuperarme (risas). También había otro tipo que tenía unos cuernos y toda la cara pintada. Se sabía todos los temas y nos levantaba el pulgar a cada rato durante todo el recital (risas).
-¿Cómo se llevan con el hecho de que son cada vez más conocidos?
Por ahora sigue todo bastante normal. Quizás por el barrio se saluda más a personas que no sé quiénes son (risas). Pero todo bien.
-“Agua Ardiente” salió este año y les ayudó a dar este salto de popularidad importante que dieron. ¿Por qué creés que se dio con este disco?
Creo que fue una sumatoria de todo. El disco a mí me gusta mucho y es distinto a los otros dos, tiene otro trabajo en el sonido. Pero desde el primer disco a “Gratitud” ya había habido un salto. Siempre fue como en ascenso todo y las fechas fueron haciéndose en lugares cada vez más grandes. La convocatoria siempre fue creciendo, y ayudó el boca en boca y la expectativa de que venía el disco nuevo. Creo que lo único que tenía que pasar era que el disco no fuera un desastre total (risas). Me parece que el crecimiento tiene que ver con la parte que se construye de la que hablábamos antes. Hay una pequeña cuota de magia, de algo que se da espontáneamente, y después hay otra parte que es hacer que las cosas se vayan dando cada vez mejor.
-Ahora que pasaron unos meses de su lanzamiento y que ya lo tocaron mucho en vivo, ¿qué diferencias fundamentales le encontrás en comparación con los dos anteriores?
Es el disco más pensado de los tres. El primero lo hicimos como por partes: primero grabamos tres temas, después otros tres, después otros cinco, le pusimos una tapa y lo sacamos como disco. Como que lo fuimos haciendo de a poquito. Después, “Gratitud” fue un caos. Fuimos a Plasma (NdR: estudio, sala de ensayo y recinto de recitales ubicado en el barrio porteño de Barracas) juntamos micrófonos entre todos, cables, pies de micrófonos... En ese momento, Plasma estaba en construcción. Entrábamos y estaban haciendo cemento y toda la historia. Se iban los albañiles y entrábamos nosotros, y poníamos todos los amplificadores donde podíamos. Era un caos. Íbamos a estar tres o cuatro días e íbamos a grabar cuatro temas. Los grabamos y teníamos doce temas más, pero que no los habíamos tocado. Los teníamos con bases de Santi (Moraes), otras mías y zapadas. Y como ya estaba todo armado ahí nos pusimos a ensayarlos y después lo grabamos. Y, al final, se armó un disco de diez canciones. Pero el proceso fue muy caótico. Escuchábamos los temas y después le agregábamos esto, lo otro, le metíamos samplers, grabaciones de audio… Fue como un collage que armamos ahí, que a mí me re gusta cómo quedo. Pero para “Agua Ardiente” no queríamos repetir ese proceso. Queríamos mejorar la calidad de sonido y no trabajar mucho en el estudio, sino ir, tocar en vivo y grabar eso. Entonces ensayamos todo enero, con la lista de temas, su orden y todo. Y cuando llegamos fue solamente grabarlo y que quede. Como una fotografía del grupo, sin efectos raros. El tema más producido, que tiene como algo raro, es uno que subimos el martes, que es parte de tres temas que quedaron afuera: “Ruso Blanco”. Ese tiene todo un efecto que está buenísimo. Queríamos que quede medio pesado, porque es la historia de un borracho. Entonces calculamos, para el tono en el que queríamos que quede el tema, una velocidad particular. Como lo grabamos en cinta, tuvimos que tocarlo más rápido. ¡Una locura! (risas). Después lo reproducimos en la velocidad que queríamos y quedó así. Escuchá el bajo cuando arranca, el peso que tiene y el sonido, y los platos también… Es por ese efecto de la cinta pasando lento. Después, la voz se grabó arriba normal. Es algo experimental, pero muy sutil.
-¿Sos de escuchar tus propios discos?
Ya no. Había una época que los escuchaba todo el tiempo. Sacaba un disco y lo escuchaba todo el tiempo. Por ahí sí sigo escuchando “Siesta”, porque también lo grabé para eso, para escucharlo. Quería hacer un disco de guitarra medio tranquilo para cuando iba a dormir a mi hija. Ese lo escuché un montón, pero no tiene canciones, es como tranquilo. Pero los de Prietto Viaja Al Cosmos Con Mariano no los escucho nunca, y los solistas tampoco. Tampoco los escucho como para corregir cosas de audio en los próximos ni nada, porque cuando grabo en mi casa no tengo esa ambición por la calidad del sonido. Al contrario, disfruto de que estoy en mi casa y de grabarlo como me sale. El disco de boleros, “La Última Noche”, por ejemplo, lo grabé un verano que me propuse grabar una canción todas las noches. La cantidad de temas que tiene el disco es la cantidad de días que me llevó grabarlo. Era sacar un tema y u grabarlo a la noche, y siempre tratar de que sea en la primera toma. No estaba buscando que suene bien ni que esté re bien interpretado, sino buscar la frescura. Mostrar un tipo que está en su casa distendido grabando una canción. Con proyectos como Los Espíritus, donde ya tenemos tres discos, la búsqueda fue la que te dije antes. Para el próximo la búsqueda va a ser otra. No va a ser la misma que en “Agua Ardiente”.
-¿Cómo es tu proceso de escritura para las canciones y las letras?
El proceso fue cambiando. Había una época en la que me sentaba a hacer canciones. Ahora hace ya un par de años que el proceso es, justamente, tratar de no hacer canciones, hasta que no pueda soportarlo (risas). Entonces, a la primera que agarrás la guitarra ya te sale un tema. Por lo general, el trabajo de escritura es como si tuvieras que descubrir algo después de seguir algunas pistas. Primero agarrás la guitarra, te sale un acorde que te gusta y te quedas ahí, hasta que lo combinás con otros. Y esos acordes, después, te remiten a una palabra. Y esa palabra te lleva a un lugar. Y cuando se arma una pequeña frase, después empezás a completar todo alrededor de ella. Como si dibujaras una nariz, y después le dibujás una boca, los ojos, y terminas dibujando toda la cara. Hay letras mías que son como más políticas o sociales, y es raro, porque el proceso tiene ese mismo misterio. No sé bien de dónde salen. Pero nunca digo “me voy a sentar a escribir una canción acerca de esto”.
-¿Incluso para las canciones que tienen metáforas y una poesía más compleja, como “Jugo” por ejemplo?
Esa canción en particular… Hay como una idea de que con el avance tecnológico el hombre va avanzando, y yo descreo bastante de eso. Un día estás en la playa en la arena, con el agüita, el sol y un ambiente muy natural, donde nada fue creado por el hombre, y te sentís en conexión con algo que es muy real. Y de pronto te metés en el ritmo urbano, y eso es un artificio que, para mí, es como una especie de tortura que creó que el ser humano para consigo mismo, donde además están las clases sociales, los laburos, los explotados, los explotadores… “Jugo” tiene que ver con alguien que escucha una voz antigua que lo quiere llevar para el lado de la naturaleza. El mundo tiene un montón de cosas para dar. La vida tiene un montón de cosas para dar. A eso llamo “el jugo”. Y eso de que “no es mi tarea elegir, si la marea lleva o trae” es exactamente eso, porque la voluntad humana tiene un límite. Y vos tenés que aceptar ese límite, porque el universo ya te guía solo. Pasa que nosotros querremos ordenar cosas que no tienen que ser ordenadas.
-Más allá de este tema, que es más filosófico y existencialista, me parece que “Agua Ardiente” es el disco de Los Espíritus más ligado a la coyuntura actual argentina y latinoamericana. ¿Estás de acuerdo?
Si, totalmente. Creo que es un momento bastante crítico. También el miedo es muy contagioso y creo que hay como una susceptibilidad tremenda en este momento. Y no me parece que sea para menos. Y cualquier persona, ya te digo, leyendo la tapa de los diarios… Es como que todo es muy alienante. Ver cómo te mienten en la cara todos los días creo que te empieza a contaminar la cabeza. Esas cosas nosotros las hacemos canciones. La forma de resolver eso que tenemos en la cabeza es transformarlas en canciones. Otras personas harán otras cosas. Pero creo que sí, que el disco está absolutamente ligado al contexto de hoy en día. En otro contexto no se me hubieran ocurrido estas canciones.
-Se dice que los tiempos más duros y de crisis son buenos para el arte y la creatividad…
Si pudiera elegir, elegiría no hacer ninguna canción y que esté todo bien (risas). Esperar una crisis para hacer canciones es el colmo del chanta (risas). Yo no lo siento así. Es más, no me gusta tener esa responsabilidad ni esa relación con la música. Ya con tener un hijo y enamorarse podés hacer canciones para siempre.
-Siempre fuiste un observador de la calle. ¿Qué cambios o diferencias encontrás ahora respecto al panorama que pintabas en tus primeras canciones?
No muchas. Esas canciones son del 2001 y es muy loco, porque la gente que ene se momento salió a la calle a decir que les habían sacado sus ahorros ahora terminaron eligiendo a la misma clase de gente que se lo sacó. Después, por lo que uno ve en lo cotidiano en la calle, las cosas no cambiaron. Pobreza siempre hubo y eso es algo que para mí no es fácil de asimilar. Siempre digo lo mismo, pero ver a un tipo que está metido en un tacho de basura y al hijo que lo está esperando, yo no me puedo quedar con que eso es algo normal. Por más que ya lo sea porque hace un montón de años que lo veo. Y eso pasó con Menem, De La Rúa, Kirchner y va a seguir pasando. No sé cuánto cambió la realidad. Aunque sí hubo cosas que cambiaron un montón, cuestiones políticas que son muy distintas. No es lo mismo quitar un cuadro de Videla que, no sé ni cómo decirlo, todo lo que está pasando ahora. No sé qué falta, que estén todos lamiendo la bandera de Estados Unidos más o menos… Cambios hay y muy notorios. Después, respecto a lo que le llega a la clase baja, no sé cuánto se notan esos cambios. Son cambios lentos. Lo que pasa que es un garrón: uno empieza a construir una cosa y después viene otro chabón y da vuelta todo de un día para el otro. Es como que vos pintás una pared de blanco que te toma 20 años, y después viene otro chabón que en cuatro te la pinto de negro.
-¿Creés que el ciudadano de a pie es un poco rehén de la clase dirigente o que tiene responsabilidad en la realidad que le toca vivir?
Creo que la responsabilidad va de acuerdo a la educación que tenés. Un tipo que tiene tres trabajos, que no tiene tiempo para otra cosa y que a la noche cuando llega a su casa se sienta a comer y prende la tele, o que lee solamente los titulares… Y qué sé yo. Sobre todo cuando todos los medios responden a una misma idea. En la era de los medios, si vos sos el dueño de todos los medios y te dedicás a decir una mentira en todos esos medios, esa mentira pasa a ser verdad en cuestión de minutos. Y la gente no tiene tiempo y lo acepta. Ellos también saben cómo decir cosas lindas, cómo seducir al ciudadano. Y después hacen los negocios y otras cosas que hacen. Creo que los medios de comunicación son los que están dominando todo. Aparte, lo hacen de una manera muy sutil. Cuando van unos tipos y masacran a otros tipos, y los medios ponen “enfrentamiento” cuando no lo fue, sino que fue una masacre, esas pequeñas palabritas… Hay mucha gente que no las ve y simplemente lo acepta así. Y hay otros que las ven, y te empieza a volver loco cuando ves lo que están haciendo. Y no podés hacer nada con ver eso. Simplemente lo ves.
-¿Creés que el Rock tiene una responsabilidad de denunciar o de oponerse a esta realidad, o creés que depende del interés de cada artista?
Creo que depende de cada artista. Aparte, qué sé yo, hay artistas que yo admiro y que no hablan de realidad política, pero que de alguna manera en lo que hacen muestran algo de todo eso. A mí no me parece que sea una responsabilidad que tiene que tener el Rock. Aparte, yo no me siento rockero. No me interesa ser rockero, me chupa un huevo. Sí me interesa decir lo que a mí me está pasando en cada momento. Pero no siento que en cada momento tengo que decir tal cosa por el contexto político. Si lo hago es porque no puedo evitarlo. Yo cuando escucho un disco… Si escucho “Artaud” de Pescado Rabioso, por ejemplo, yo lo escucho y a mí me hace bien, me alegra el día. Eso es lo que yo le pido a la música. No le pido que me lea el diario. Después también el artista puede tener compromisos extra musicales, como el Flaco (Spinetta) que también los tenía, pero no dejaba que eso se metiera dentro de sus canciones, lo que me parece que también está muy bueno.
-¿Sos de prestarle atención a lo que hacen tus colegas contemporáneos, para ver qué es lo que se está haciendo en la escena musical? ¿O escuchás lo que te interesa en el momento y te preocupás por tu propia música y universo musical?
Soy más de los segundos. Me la paso escuchando música que me interesa a mí o a mis amigos, con quienes nos vamos pasando discos. Y son como oleadas. Ahora estamos escuchando mucha salsa y música cubana. No tiene que ver con lo que pasa en la actualidad, sino con cosas que nos gustan a nosotros. Además, no tengo mucho interés en ver qué están haciendo los otros grupos de ahora como para tratar de estar en la misma sintonía. Igual, sí hay cosas que me encantan. Shaman (Herrera, cantautor patagónico, productor y guitarrista de Sr. Tomate), por ejemplo, me parece una artista increíble. Vos lo ves a Shaman cantando solo con la guitarra criolla y te transporta. Me parece increíble. Después no sé cuánto de eso se mezcla en nuestra música. Como que no lo relaciono con algo en ese sentido, sino que lo escucho como público. El lunes a la noche nos quedamos escuchando música después de la última fecha de la gira y estuvimos escuchando “En el Mundo de Fuego” de Shaman Y Los Hombres En Llamas, su primer disco, “Boogie en la Luna” de La Patrulla Espacial… Empezamos a poner discos que nos copan y que son de artistas de acá y contemporáneos.
-¿Y otras artes, como la literatura y el cine por ejemplo, te influyen a la hora de escribir canciones?
Si, totalmente. Me re gusta leer. Y mirar pelis también. No sé de qué manera influyen, pero seguro que sí. A mí me encanta John Fante, por ejemplo. Creo que ya me leí todos sus libros. Me vuelve loco. Me muero de risa, me emociona, me pasan un montón de cosas con sus libros. También me gusta mirar series… Después no sé cómo se mete eso.
-¿Nunca escribiste una canción inspirada en un libro o en una película?
En un momento había terminado de leer, justamente, un libro de Fante, e hice “Vestido de Verano”. Es una letra que está en primera persona y parece algo que me pasó a mí, pero en realidad fue terminar de leer el libro y hacer esa canción, que no tiene nada que ver con el libro ni con algo que me haya pasado a mí. Fue imaginarme una situación en la que estaba yo y me fui por las ramas, con la sensación que me dejó el libro.
-Volviendo al tema de los músicos contemporáneos a vos, sé que estuviste tocando en vivo unos boleros con Poli de Sr. Tomate y que tenían pensado grabar un disco juntos…
El disco con Poli ya lo grabamos. Ahora en diciembre nos vamos a juntar a escuchar todo. Saldrá el año que viene.
-¿Con qué otro músico te gustaría tocar o grabar un disco?
Ahora no se me ocurre, la verdad. Con Poli fue así: yo tenía ganas, le dije, vino y se dio. Ahora no se me ocurre con quién (risas). Me gustaría hacer como una especie de colaboración para cine con algún director que me interese. Es como una fantasía copada que tengo.
-¿Qué directores te gustan?
No, me gustan directores que no conozco (risas). Es como una fantasía que tengo. Estamos fantaseando, ¿no? Total no se va a enterar nadie (risas). Me gusta mucho, por ejemplo, Tony Gatlif, pero casi siempre pone música tipo gitana, no tiene nada que ver. Pero me coparía eso. Más allá de un director en particular, me gustaría trabajar con un realizador que tenga una visión de lo que quiere hacer y me de algunas ideas para la música, y trabajar en ese sentido. Pero desde el principio. No ponerle música a una peli ya hecha, sino desde el comienzo del proyecto. Tratar de hacer algo de la nada entre la música y la historia. Me gustaría más eso que tocar con algún músico en particular.
-¿Cuánto cambió tu vida con el hecho de poder vivir de la música?
Cambió un montón, en el sentido de que, por ejemplo, me puedo dedicar a pensar qué quiero, que es algo que antes nunca tenía tiempo para hacer. Siempre hice lo que pude en el tiempo que tenía, con los recursos que tenía. Ahora, qué sé yo, por ejemplo, ya tengo ideas para los próximos discos. También al poder vivir de esto podés contratar personas. Podés contratar un ingeniero de sonido que te gusta cómo trabaja, que te entienda en las cosas que vos querés y que las pueda desarrollar. Antes no existía eso. Era alquilar un lugar y grabar como se podía, o grabar en casa como sea y sin tiempo. Ahora puedo parar un poco pensar antes de hacer algo. Vivir de la música me da más libertad también.
-A Gustavo Santaolalla le gusta mucho Los Espíritus y hasta dijo que le gustaría trabajar con ustedes. ¿Te gustaría que él los produzca?
Podría estar bueno. Habría que ver bien cuál es la idea para el próximo disco primero. No sé como serían las condiciones, ni idea. Cuando lo conocimos, la verdad que nos pareció un tipazo, muy simple. Parecía no tener conciencia del renombre que tiene. Se acercó a nosotros con mucha humildad. Nos sentimos muy bien con él. Pero ahí quedó. Y como justo estábamos terminando “Agua Ardiente” no lo vimos como una posibilidad. Pero sí puede estar bueno una mirada externa. Igual, no sé… Creo que va a depender más del momento.
-Están a punto de hacer su show propio, hasta el momento, más grande de su carrera, y en su barrio. ¿Qué representa este recital en su recorrido? ¿Cómo están viviendo la previa?
Este año fue el año que más toqué en mi vida. Un montón de giras, recis por todo el país... Arrancamos el 1 de enero ensayando, grabamos la última semana de enero, el disco salió el 1 de mayo mientras hacíamos el cierre de “Gratitud”, y después armamos todo esto. Y este sábado es el cierre de todo eso, que fue el trabajo de todo el año. Y, encima, con el plus de que todo lo que hicimos fue creciendo y que vamos a tocar en un lugar grande. Nunca tocamos para tanta gente en una fecha propia. Así que tenemos una expectativa tremenda. Es el cierre del año, apostando todo.
-¿Tienen algo especial preparado?
Vamos a tener invitados y el reci va a tener una lista extensa, de canciones de todos los discos.
-La última: ¿qué planes tienen para el año que viene?
En principio, dormir (risas). Ya lo tengo agendado (risas). Y después no sé. Lo que diga nuestro amigo Nacho.
Maxi Prietto también se sometió al ya clásico “ping-pong” de Popular. Esto fue lo que contestó:
Una comida: Tortilla babé
Una bebida: Cerveza
Una canción tuya: “La Sombra”
Una canción de Santiago Moraes: “Negro Chico”
Una canción que te hubiera gustado componer: “El Árbol”, de Shaman Herrera
Una banda actual: Knei
Una banda del pasado: Silver Apples
Un libro: “Mi Perro Idiota” de John Fante
Un placer: El mar
Un deseo: El mar (risas)
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