De entre la legión de artistas que abandonaron la Argentina para triunfar en México, destaca con luz propia el nombre de Adela Christian Bach Bottino, una abogada que llegó allí dispuesta a convertirse en actriz y murió este martes 26 de febrero transformada en una estrella de las telenovelas aztecas.
Nacida el 89 de mayo de 1959 en Buenos Aires, Bach viajó a Centroamérica tras recibirse de abogada, con el sueño de trabajar en los culebrones que tanto éxito cosechaban alrededor del mundo en las décadas de 1970 y 1980.
En México consiguió un pequeño papel en "La Mujer Frente al Amor" (1978), que le permitió hacer pie en el género, y le siguieron: "Te sigo queriendo, Ana", "Verónica", "Propiedad horizontal".
Allí, mientras trabajaba como actriz invitada en Los Ricos También Lloran con Verónica Castro, conoció al productor Ernesto Alonso, que la lanzó a la fama como la Magdalena Mendoza de Bodas de Odio (1983-1986), junto a Miguel Palmer.
Dos años después, Bach conoció al actor Humberto Zurita cuando ambos co protagonizaban “De Pura Sangre”, y ambos se casaron ese mismo año.
Su carrera transcurrió con tranquilidad por los siguientes diez años, en los que trabajó en "Encadenados", "Atrapada", "Bajo un mismo rostro" y "La antorcha encendida", hasta que decidió junto a su marido fundar Zuba Producciones, y se arriesgó a dejar el emporio Televisa con destino a TV Azteca.
Allí, estrenaron con Zurita las exitosas “La Chacala” y “Azul Tequila”. Tras participar de “Agua y Aciete” (2002), Bach se retiró de los escenarios y, salvo un par de apariciones en cine, no se la volvió a ver hasta su participación en Vidas Robadas (2010).
La exitosa cadena Telemundo la fichó en 2013 y la devolvió a lo suyo como la villana Antonia Guerra de “La patrona”, con Aracely Arámbula y Jorge Luis Pila.
Al año siguiente, Christian se dio el gusto de actuar junto a su hijo Sebastián Zurita en la telenovela “La impostora”, que protagonizó Lisette Morelos.