Desde bien temprano, miles de fanáticos del rock pesado y el heavy metal se hicieron presentes en
Ciudad del Rock para presenciar uno de los festivales internacionales más importantes de la música que aman.
Ante un panorama que se veía complicado debido a las fuertes lluvias que se dieron por la mañana, finalmente el cielo se despejó, salió el sol y la fiesta heavy se lleva a cabo a pura felicidad, a la espera de
Motörhead,
Judas Priest y el gran cierre a cargo de
Ozzy Osbourne.
Atiborrado de metaleros casi desde que se abrieron las puertas, los actos nacionales contaron con un mucho público, algo no tan habitual.
Los primeros en pisar el escenario fueron
El Buen Salvaje, quienes tocaron cinco temas y le abrieron el camino a
Plan 4. Cultora de un metal de sonido grave y tintes modernos, la banda liderada por los ex
Raíz Javier "Knario" Compiano y
Gonzalo Espejo demostró su buen presente y su cada vez mayor poder de convocatoria.
Tras el cierre con
"No me des por muerto",
Carajo se hizo dueña de las tablas. Con una performance descomunal y un poderoso sonido de jerarquía internacional, los liderados por
Marcelo "Corvata" Corvalán volvieron a confirmar que son una de las bandas más importantes y populares del heavy metal nacional, generando un fuerte agite entre sus seguidores y el respeto de los metaleros más ortodoxos.
Luego, le llegó el turno a
Malón, la banda con más historia de todas las argentinas que fueron de la partida y, lejos, la que más seguidores llevó.
"Grito de Pilagá" abrió la lista que el cuarteto compuesto por los ex
Hermética Claudio O'Connor, Tano Romano y Pato Strunz, junto al bajista
Carlos Kuadrado, llevó a cabo en el escenario principal, en la que sonaron
"Hipotecados", "30.000 Plegarias", "Gatillo Fácil" y el clásico de "La H",
"Tu Eres su Seguridad". La actuación del cuarteto fue demoledora y, para alegría de sus fans, O'Connor anunció que en octubre harán una fecha propia en el Luna Park para presentar su nuevo disco de estudio.
Minutos después,
Motörhead se hizo presente en el escenario y, como tantas veces antes, volvió a patear cabezas. Con un Lemmy Kilmister algo afónico en su diálogo con el público, pero con la polenta de siempre a la hora de cantar y tocar el bajo
. "Qué bueno estar en Argentina. Ustedes son la mejor audiencia de Latinoamérica", dijo el gran Lemmy ante las hordas de metaleros argentinos que lo vitoreaban tras cada mazazo de su trío, que volvió a confirmar su condición de leyenda.
Luego fue el turno
Judas Priest. ¿Y qué decir de este emblema del heavy metal? ¡Que la rompieron! Con una lista de temas en la que sonaron los ultra clásicos
"Metal Gods", "Victim of Changes", "Turbolover", "Breaking the Law", "Hell bent for leather" y "Painkiller" -entre otros- y con un
Rob Halford con el carisma de siempre y en excelentes condiciones, Judas predicó su palabra metalera. Amén.
Y, finalmente, llegó el plato más fuerte de la jornada:
Ozzy Osbourne se hizo dueño y señor del escenario e hizo delirar a todo el gigante predio. Con una tríada demoledora compuesta por
"Bark at the Moon", "Mr. Crowley" y "I Don´t Know", el "Príncipe de las Tinieblas" comenzó ganando el partido desde el arranque y poniéndose al público en el bolsillo. Acompañado por una banda joven ajustadísima, talentosa y súper poderosa,
Ozzy, de muy buen humor, desplegó una lista repleta de clásicos como
"Shot in the Dark", "Suicide Solution" y "Crazy Train", entre muchos otros. Muy activo e interactivo con el público, como siempre,
Osbourne también recordó a la banda con la que inventó el heavy metal,
Black Sabbath, y tocó varios de sus himnos:
"Fairies Wear Boots", "War Pigs", "Iron Man" y su clásico bis-cierre, "
Paranoid".
Una nueva edición del Monsters of Rock pasó por Buenos Aires y lo hizo con todo. 35.000 metaleros se fueron más que felices. Que se repita.