Cuántas veces nos quejamos del rock, y, en particular, del rock nacional. Que ya no es lo que era. Que ya está todo inventado. Que las bandas nuevas son malas o copias de otras bandas mejores (y, sobre todo, viejas). Que estamos cansados de escuchar y ver siempre a los mismos. Que ya no salen Charlys, ni Flacos, ni Salmones, ni Carpos, ni Indios. Que no esto y que no lo otro, como en un tango puesto en repeat que le canta a los años mozos de algunos y a los que les hubiera gustado vivir a tantos otros.
Por suerte, todo eso quedó en el pasado desde hace ya varios años. Al menos para quienes salen de sus casas, tienen oídos atentos, algo de sensibilidad y un poco de sangre en las venas. Es que cualquiera que se anime a ver en vivo a muchos de los nuevos y ascendentes exponentes rockeros de nuestro país, en alguno de los tantos recitales que propone fin de semana tras fin de semana (y durante la semana también) Buenos Aires (y La Plata, y el Gran Buenos Aires, y Córdoba, y Mendoza, para nombrar sólo algunos epicentros), se encontrará no sólo con una escena renovada, joven, enérgica y con muchas cosas para decir, sino también con una de gran calidad y, sobre todo, con nuevos y grandes artistas.
Todos los ítems enunciados los reúne Maxi Prietto, y todos ellos fueron demostradas el viernes por la noche, sobre el escenario del Teatro Margarita Xirgu.
El también líder de Los Espíritus (la banda argentina de mayor crecimiento de los últimos años y uno de los mejores grupos latinoamericanos del momento) se presentó en el recinto de San Telmo en formato solista junto a su cuarteto, para interpretar las bluseras canciones de “Prietto”, su gran álbum de 2015, como las de su nueva placa próxima a salir. Y, como tiene acostumbrados a sus seguidores y admiradores, lo hizo con mucha personalidad y con una solvencia impecable.
Con una guitarra electroacústica como única arma durante toda la noche (la eléctrica la reserva para Los Espíritus y sus cada vez más esporádicas presentaciones con Prietto Viaja Al Cosmos Con Mariano, el dúo que le dio un nombre en la escena), y acompañado por un contrabajo, un piano, una batería (a cargo de Pipe Correa, baterista de Los Espíritus y columna vertebral musical, como todo buen baterista) y a veces por un saxo, a Maxi le alcanzó en hora y media de show para reclamar su lugar en panteón de los héroes del blues local.
Pero quizás el momento más destacado del recital fue el segmento en el que el cuarteto sumó una sección de cuerdas y a la genial y carismática Natalia “Poli” Politano (encargada de abrir la velada al frente de su nuevo y muy recomendable proyecto solista) para interpretar varias de las canciones que integrarán el nuevo disco compartido entre ella y Maxi, que, según anunciaron, saldrá en mayo. Se trata de una serie de boleros clásicos y propios, tocados de manera tradicional pero con un cierto pulso rockero inevitable y determinado por el ADN de los artistas en cuestión, a los que las voces y cadencias de Prietto y (sobre todo) de Poli les calzan como anillo al dedo. Por lo que se pudo escuchar, será un álbum más que especial que, esperemos, le dé a Poli la notoriedad que inentendible e inmerecidamente todavía no alcanzó con los también geniales Sr. Tomate, su banda de toda la vida.
Tras esta sección, Prietto y sus laderos volvieron al blues y terminaron por redondear una gran noche, ante un auditorio que llenó la sala y se rindió a sus pies, y que tuvo su momento protagónico al entonar el “hit” contra Mauricio Macri y reclamar por el aborto legal, seguro y gratuito. Una noche consagratoria más (y van) para Maxi, en la que volvió a demostrar su chapa de figura y de nuevo referente de la música popular argentina. Esperemos que en el futuro lejano los nostálgicos y detractores de siempre se quejen porque, además de Charlys, Flacos y demás próceres, ya no salen más Priettos.