Néstor Varzé fue el villano de dos de las películas legendarias de la dupla Francella-Disi. Rompió barras de hielo en programas de TV y hoy maneja un dojo. Escribió un libro y construye armaduras samurái en su taller particular. Pasá y leé este mano a mano con diariopopular.com.ar

A primera vista, el nombre de Néstor Varzé quizá no remita directamente al personaje que se ha sabido ubicar dentro del imaginario popular a partir de los años ´90, pero basta recordar al terrible Dragón de las películas de los Extermineitors para entender quién es.

Más allá de haber alcanzado la fama internacional con este personaje, Néstor es todo un especialista en las artes marciales, que practica hace 43 años, y tiene su propio dojo donde imparte clases. Escribió libros y guiones de cine y hasta se dedica a construir armaduras samuráis

Todo comenzó en su más tierna infancia cuando su padre –un chapista "de los de antes", según lo define el entrevistado- lo llevaba a ver películas de samuráis dirigidas por Akira Kurosawa y protagonizadas por el no menos legendario Toshiro Mifune

Tras esta etapa, un problema de nervios lo obligó a dedicarse a la práctica deportiva. De la mano de un tío, Varzé pasó por la lucha grecorromana y el judo hasta que conoció el karate y lo fascinó. Su especialización en este arte marcial lo llevó a convertirse en un avezado practicante, al punto que fue convocado para hacer exhibiciones en los programas de televisión locales a comienzos de la década del ´80 y luego lo llevó a viajar a diferentes países latinoamericanos. 

Tras una exhibición realizada en uno de los tantos ciclos conducidos por Juan Alberto Mateyko, el futuro Dragón fue contactado por la producción de La Noche del Domingo que conducía Gerardo Sofovich y en la que se dedicaba a romper barras de hielo. 

"Me venían a desafiar a romper más barras de hielos –cuenta Varzé- y por eso me llamaron de Argentina Sono Film para interpretar al Dragón. Había muchos karatekas, muchos campeones, incluso mejores que yo. Pero como yo rompía barras de hielo, eso les llamaba la atención", explica. 

Sin embargo, a pesar del éxito del filme original y su secuela, Varzé mantuvo los pies sobre la tierra. "No soy actor. Soy un artista marcial que fue convocado para hacer cine. Según la gente de Argentina Sono Film, el personaje que ellos querían hacer tenía mi imagen de ese momento". 

El éxito de este personaje, y las encarnizadas peleas que mantenía con su colega Héctor Echevarría, lo llevaron también a trabajar en la televisión. "En Brigada Cola hice el papel de Dragón por tres capítulos dobles y luego tuve que dejar porque me iba a Venezuela a trabajar allá". 

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En efecto, la televisión venezolana lo tuvo trabajando codo a codo con otros grandes como Guy Williams, la Chilindrina y la mujer más grande del mundo; en un programa muy al estilo del que hacía Sofovich.

Después de su salto a la fama, se dedicó a dar clases de karate y gimnasia en cadenas de gimnasios. "Yo era el sensei Varzé, pero de vez en cuando venía alguno que me reconocía", cuenta entre risas.

A pesar de mantenerse ocupado en estas labores, el karateka nunca dejó de anhelar un regreso a la gran pantalla y por eso escribió un guión para una película de acción que él quería filmar en un país donde no es el género por excelencia a la hora de encarar una producción.  

"En Argentina no se hace cine de acción porque, según me contaron, es carísimo –explica-. Una vez hablé con una persona de Pol-Ka a la que le llevé un proyecto. Me contó que dos años después de haber estrenado "Comodines", todavía estaban pagando los efectos especiales".  

Finalmente, y tras haber "pateado" productoras, el sensei renovó sus esperanzas. "Nos reunimos con Nicolás Carrera –hermano del recordado Enrique- en un teatro de su propiedad y me pidió que le dejara el guión. A la semana me dijo ´la película está muy buena, la vamos a hacer, e incluso tengo un par de ideas: vamos a hacer que debuten en el cine Diego Torres y Araceli González. Los vamos a poner a ellos para que interactúen con vos´. Yo mismo le iba a avisar a Araceli porque trabajaba en un gimnasio del que ella era habitué. Me llamó a la semana mi socio de ese entonces y me dijo "tenemos un problema": a Nicolás Carreras lo tuvieron que internar. A la semana falleció...". 

Si bien su socio lo convenció de llevar el libreto a Argentina Sono Film, la situación no prosperó. Tras dejarle allí el guión a un conocido actor y productor, volvió una y otra vez en busca de novedades, hasta que una secretaria le dijo que no perdiera el tiempo. "Llevate el libro porque está guardado en un casillero ahí arriba porque dicen, cada vez que llega uno de estos guiones, "todos estos luchadores quieren hacer películas". En consecuencia, me llevé el libro y ahora está guardado, pero en mi ropero", cuenta Varzé entre risas.  

¿Cómo se te ocurrió hacer armaduras?, le preguntó diariopopular.com.ar a Varzé, quien ostenta réplicas de muy buena manufactura en su gimnasio.  

"Como mi viejo me llevaba a ver esas películas, me quedaron grabadas las armaduras. Después me gustaron las películas de época. Primero se me dio por conseguir una espada samurái y la conseguí. Después me armé una colección y tengo varias, inclusive una katana japonesa que llegó al país en el último viaje que hizo la fragata Libertad", cuenta orgulloso, al tiempo en que exhibe su botín.  

"Cuando se me ocurrió tener una armadura me di cuenta de que es muy difícil porque sólo las hay en los museos, y conseguirlas cuesta una pequeña fortuna. Pero entonces recordé que el sensei Hideo Tsuchiya, del que yo era alumno, era descendiente de samuráis y había donado varias armaduras al Museo de Armas de la Nación, así que iba todos los días a dibujarlas, al punto que los guardias ya ni me cobraban la entrada", recuerda.

Una vez listos los bocetos, la construcción de estas armaduras habría desanimado a cualquiera, pero Varzé tenía un as bajo la maga. "Yo había trabajado veinte años como chapista junto a mi viejo, Antonio Varzé. Él era un chapista de los de antes, que estudió en la Ford y sabía hacer las partes de los autos y me enseñó a trabajar con ese material. Así fue como uní mi pasión por las artes marciales, mi habilidad para dibujar y mi conocimiento del trabajo de chapista para construirme una colección de once armaduras. Vendí dos a España y me informaron que era el único que las construye en Sudamérica", explica el Dragón.

"Voy, compro las planchas de chapa y las construyo. Por lo general hago las armaduras más gruesas que las originales, que en su momento se reforzaron para resistir las armas de fuego. Tengo una que resiste una bala de 9 milímetros", comenta orgulloso.  

En la actualidad, Néstor acaba de terminar la publicación  de un libro sobre la vida del general San Martín. Su anterior libro data de comienzos de los años ´90, cuando Editorial Perfil publicó "La Verdad Sobre las Artes Marciales", que hoy sólo se puede conseguir a través de Internet. Pero San Martín, el Samurai Criollo está escrito acorde a los nuevos tiempos y por eso su autor ya lo difundió ampliamente a través de su blog www.senseivarze.blogspot.com.ar; aunque no descarta la aparición de un interesado en imprimir semejante obra en papel.

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