Sofía Gala es la protagonista exclusiva de El Cuidado de los Otros, segundo largometraje de Mariano González, que participó de la Competencia Internacional del último Festival de Mar del Plata y que EL jueves se estrenó en salas comerciales.
En este film, la actriz compone a Luisa una joven que, entre otras actividades, cuida niños y que a propósito de un accidente, producido por un descuido involuntario, atraviesa una situación de riesgo, lo que trae aparejado un terremoto emocional en su vida, donde se ponen en juego su seguridad afectiva, emocional e, incluso, legal.
Al igual que en Alanis, de Anahí Berneri y por el que ganó la Concha de Plata a la Mejor Actriz del Festival de San Sebastián en 2017, Gala interpreta un personaje que lleva adelante todo el peso de la historia, está prácticamente presente en todos los planos de la película y logra traspasar la pantalla con una actuación natural, libre de excesos y de una franqueza demoledora.
“El fue el primer lugar en que se me reconoció desde los colegas, el primer lugar donde me sentí segura. El cine, el teatro y la televisión proponen distintos métodos de trabajo que me encantan pero el cine es lo que más naturalmente se me da; puedo transitarlo de manera un poco más liberada”, cuenta Sofía Gala. “No tiene mucha explicación, es como un romance por la cámara, y lo que puedo transmitir es porque no miento cuando estoy actuando, los personajes me atraviesan, así sea el papel de mi vida, uno chiquito o incluso uno que no me sale bien, todos los personajes que hago en cine me modifican, entro a una película de una manera y salgo de otra”, reconoce.
y¿Para componerlo qué era lo central del personaje de Luisa de El Cuidado de los Otros?
-Me pasa que en el momento que empiezo a atravesar los personajes los voy entendiendo, no es que tenga un camino muy pensado antes de empezar a rodar sino que trato de ir viviendo en carne propia lo que va pasando el personaje, con Luisa, básicamente, fue la angustia, el crecimiento de la angustia a partir de una situación que podría pasarle a cualquiera y que la pone en otro lugar desde lo emocional y lo social; tener la culpa por algo que sucedió sin que tuviera responsabilidad directa pero que dependió de ella, se le empiezan a caer un montón de fichas.
y¿Cómo te sentiste con esa cámara que te hace planos muy cortos y primeros planos constantes?
-El rodaje fue muy arduo, ni siquiera en Alanis sentí tanta demanda, creo que acá estoy en todos los planos de la película, todo fue parte de la construcción de ese estado del personaje, desde la opresión de la cámara, tener que filmar con una cámara en la nuca o siguiéndote desde un lugar mucho más introspectivo, con primeros y primerísimos planos, eso ayuda a sentirte oprimido que es lo que le pasa al personaje, el mundo se le empieza a achicar ante la imposibilidad de resolver el problema, una situación que vive como algo emocional pero que al mismo tiempo puede tener consecuencias legales, ella está sintiéndose todo el tiempo culpable y lo único que le importa es este chico que la está pasando mal.
yMariano González habla de la necesidad de realizar una película incompleta, que termine el público pero también que él no puede completar los personajes sino que terminan de darle vida los actores.
-Es un camino muy hermoso. Aunque él tiene muy claro qué quiere contar no determina de qué marera vos lo tenés que atravesar sino que te da la libertad de sentirte adentro y atravesarlo vos. Que uno pueda definir qué camino transitar con el personaje está muy bueno. Yo siempre trabajo muy instintivamente y no tengo muy armado el recorrido que voy a transitar cuando agarro el personaje, cuando el director está en la misma, que quiere ir viendo qué te pasa a vos con esto que van a transitar, se arma algo muy rico, de comunión silenciosa y todo está ahí mucho más que en las marcaciones que él te pueda hacer.
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