La actriz de Dulce Amor confiesa que le molestan los colegas que se
quejan por la invasión a la privacidad. "Me cansé de escuchar la frase
'de mi vida privada no hablo'. No sé cómo los periodistas se bancan
hacer pública la intimidad es parte del juego"
Por medio de la siguiente entrevista Sol Estevanez deja ver su singular posición sobre los límites de la vida privada de los famosos y fundamenta las razones por las cuales, muchas veces, se siente más del lado de la prensa que de sus colegas.
¿Se siente ama de su carrera?
-Sí, porque amo lo que hago y, además, me motiva, me reconforta y me sana. Sólo me siento esclava de la exposición no querida, cuando exponen algo inventado sobre mí.
Ante ese hecho, ¿cómo reacciona?
-Lo entiendo, siempre que no pase de cierto límite. Si dicen que estoy saliendo con tal o cual, puedo decir si es cierto o no, pero hay cosas que no soportaría. El punto es que, en ocasiones, esas cosas ni siquiera son parte de la propia vida, sino de una vida paralela que inventaron.
En ese sentido, ¿qué le pasó?
-Mil veces me inventaron romances que no existieron, pero no por eso voy a salir a insultar a todo el mundo como una loca, aunque me preocupa, me daña y me provoca angustia.
¿Se somete a las reglas del juego?
-No, pero las acepto y juego con ellas.
¿Cuál es el límite de ese juego?
-La sanidad.
¿Cuándo le pone fin al juego?
-Cuando siento que está pasando hacia el lado de la enfermedad. Con esas cosas no juego a la ruleta rusa.
A veces, ¿no siente que está jugando con fuego?
-No. Yo no juego con fuego, porque te podés quemar, aunque no quieras. a me cansé de escuchar la frase: “De mi vida privada no hablo”. La considero una tontería. Francamente, no sé cómo los periodistas se la bancan. ¡Cambiemos un poco! Yo tengo en claro que si trabajo en la tele me estoy exponiendo porque lo que hago es para que lo vea la gente y el trabajo del periodismo de espectáculo es vender eso.
¿Y usted accede a esos requerimientos de la prensa?
-Sí, porque lo entiendo y colaboro con mi mayor buena voluntad porque respeto el trabajo de la prensa.
Para usted, ¿no hay vida privada?
-Hasta un punto. En mi caso, desde el momento que decidí ser actriz, no puedo decir de mi vida privada no hablo. Es más, todo el mundo sabe sobre la intimidad de las grandes figuras internacionales, porque a la gente le interesa saber sobre la vida de las personas que admira.
¿No se pueden escindir la vida privada de la persona pública?
-Al menos, es incoherente y contradictorio. ¡Ojo!, no soy boba. Lo entiendo. Ahora, cuando escucho a un colega decir que no habla sobre su vida privada, me da ganas de decirle: “Si no querés hablar de eso, por qué no vas a trabajar de otra cosa. Hay infinidad de laburos dignos en donde nadie va a hablar de tu vida privada”. En esta profesión, hacer pública la intimidad de los conocidos es parte del juego y, hasta un límite, todos podemos jugar. Por ejemplo, las separaciones de famosos venden muchísimo. Además, cómo no me va a interesar saber sobre la vida de esa persona que consumo en la tele o en el cine. Me molesta mucho cuando la persona famosa se pone egoísta. La entiendo, la respeto pero, en este aspecto, estoy a favor del periodista.
¿Ahí se reconoce más público que personaje?
-Sí. Comprendo mi trabajo y me molesta cuando ciertos colegas se ponen en estrellas. Si te separás te van a ir a buscar. Entiendo que les incomode, pero hay que aceptarlo. No podés maldecir a los periodistas que hacen su trabajo. Digo esto con conocimiento de causa, porque lo viví. Yo me separé de alguien público y sufrí, pero jamás salí a insultar al periodismo cuando me preguntaban sobre el tema. Tal vez tuve mala cara porque lo estaba pasando muy mal, pero no más que eso. Yo intento ser lo más natural posible.
A veces, ¿no se paga un precio muy alto por ser famoso?
-El precio de la fama lo pone cada uno. En la exposición todos tenemos un precio.
Y ese precio, ¿quién lo fija?
-El valor lo da el mercado, porque en esto uno es un número. Hoy interesás más a la prensa y mañana menos.
¿Y cómo se adapta a esa fluctuación?
-Antes me costaba algo más, ahora no tanto. La exposición es un precio que se paga por ser famoso, pero es un precio que uno también elige pagar.
Además de necesario, ¿es posible un mundo mejor?
-Sin caer en falsos optimismos, considero que es posible crear un mundo mejor porque nos lo merecemos y siento que podemos lograrlo.
¿Qué supersticiones respeta sin cuestionárselas?
-Todas, porque no me cuesta nada respetarlas y porque me divierte jugar con eso. Respeto mis propias supersticiones y ciertos rituales.
Normalmente, cuando se equivoca, ¿pide perdón?
-Sí, no me incomoda pedir perdón. Cuando se equivocan conmigo, perdono, pero me cuesta volver a la cosa a como era antes del conflicto.
¿Con qué color asocia al amor?
-Con el verde, porque es un color que me ponede muy buen humor, que me genera alegría y porque, para mí, el amor está asociado a esa sensación.
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