Crack total. Gordo talentoso, pelota debajo de la suela, lento y elegante. Jugó en mil equipos del fútbol mexicano, pero lo aman en el América. En la selección, brilló: lo disfrutaron durante varios años. Al "Temoc" lo agarraron varias veces borracho. Incluso Sven Goran Erikkson, técnico del "Tri" en 2008, lo recibió ebrio en un entrenamiento y lo limpió de la selección. Él, grande como es, se recompuso y disputó el Mundial 2010.
A los 42 años, todavía juega: se desempeña en Puebla, en la primera división del país azteca.
"El Loco" fue un fenómeno. Además de ser uno de los punteros derechos más desequilibrantes que dio el fútbol argentino, se caracterizó por su relación intensa con la fiesta. Era normal que jugara borracho, o sus escapadas de las concentraciones para irse de farra. Una vez, una de sus chicas lo invitó a una fiesta. Al otro día jugaba contra Independiente. Ni lo pensó: saltó un portón y dejó la concentración. Por eso, a las seis de la mañana, cuando volvió al predio, Tita Mattiusi, a cargo del alojamiento, lo esperó. Le tiró tres baldes de agua fría.
En el partido, horas después, había pedido que no le pasaran la pelota porque "no veía nada". Hasta que se destapó e hizo dos goles.
Murió en la ruina, y tuvo muchos problemas con el alcohol.
El francés era incomprendido. Ese fue, quizá, su principal problema: en su tiempo, no lo entendieron. Crack adentro de la cancha, tenía una vida desordenada. Se divertía mucho. En Manchester United encontró su lugar en el mundo: "Sentí muy mía la rebeldía y el vigor de la juventud de aquel lugar. Puede que el tiempo nos separe, pero nadie negará que, en Manchester, al otro lado de puertas y ventanas, palpita la locura y el amor por el fútbol, por las fiestas y por la música", dijo rememorando sus días en el equipo más importante de Inglaterra.
Cuando apareció en Newcastle, el delantero inglés parecía que iba a ser un monstruo: hizo 33 goles en 90 partidos. El Liverpool lo pagó 40 millones de euros. No funcionó porque se perdió en la noche. Los "Reds" se lo quisieron sacar de encima. Arreglaron con West Ham: lo vendieron a 15 millones de euros, 25 menos de lo que lo habían pagado.
Andy quería festejar. Se fue a Las Vegas. Y se lo vio, a 36 horas de hacerse la revisión médica para su nuevo equipo, fisurado en un boliche, en los hombros de un amigo, en cuero, bailando descocado. Fabio Capello, técnico de la selección inglesa, lo retó: "Tiene que aprender a abstenerse del alcohol".
No, no cambió.
Es más que un loco. Los Paparazis lo tienen de nieto: lo agarran a la salida de los boliches, de los bares, borracho, con mujeres. Es normal verlo así en la noche después de perder un partido. Con su hermano, fue a una cárcel de mujeres en Italia. Tenía curiosidad, quería ver chicas ahí.
En 2012 hizo una fiesta en Ibiza. Duró un día entero. Ojo: estaba de vacaciones.
Pudo ser un fenómeno. Tenía todas las condiciones técnicas, pero no físicas. Y no era sólo porque se comía los ravioles de la mamá. El "Ogro" era un habitué de los boliches de Juan B. Justo. Hizo que Esperanto se transformara en una especie de Obelísco de la fiesta: los jugadores se encontraban ahí y compartían mujeres. Él hacía de presentador.
Salió con muchas mujeres de los medios: Amalia Granata, Victoria Vanucci e incluso inventó a las hermanas Pombo, dos bombas con las que tuvo relaciones en el baño de un local bailable.
Siempre estaba de joda. Y hasta es el único que vio, que fue testigo ocasional, de la fiesta que se mandaron los jugadores de la selección de España la noche anterior al amistoso frente Argentina en 2010.
Carismático. Al "Loco", socio del "Bambino" Veira, lo querían todos. Fue a Flamengo y lo amaron. Pasó a Fluminense y lo adoraron. Lo quisieron en San Lorenzo, donde surgió; lo idolatraron en Huracán. Tiene varias anécdotas. Una vez, volvían de una gira en avión. Uno de los jugadores más experimentados, casado, le tocó la cola a la azafata. Lío: la mujer estaba dispuesta a todo con tal de denunciarlos. Doval, soltero, asumió la responsabilidad para cubrir a su compañero.
En Río de Janeiro lo distinguieron como "Ciudadano ilustre". Por eso, Veira iba a visitarlo cada dos semanas. Se quedaba varios días. Iban a la playa, jugaban al vóley, paseaban. Y salían, por supuesto.
El "Loco" murió a los 47 años de un infarto... a la salida de un boliche.
En 2012, Atlético Paranaense lo echó. Por fiestero.
Fue el mejor del mundo. Así y todo, rodeado de mujeres, logró combinar dos cosas incompatibles: el buen nivel futbolístico y el gran nivel fiestero. El crack no se perdía una. Todas las noches tenía alguna buena propuesta. O alguna buena mujer.
En el Mundial de Alemania 2006, según denunció el propio presidente de la CBF, llegaba borracho a la concentración. En Río de Janeiro, llegó a alquilar un conocido hotel alojamiento para llenarlo de amigos y mujeres: dicen que hasta Lenny Kravitz estuvo esa noche.
Una de sus últimas historias fue cuando se retiró. Con un intento de perfil bajo, fue a un boliche en Barra de Tijuca. Se levantó a tres personas, y se fue a un hotel. Ahí se dio cuenta que, quienes lo acompañaban, eran travestis. Les ofreció 1000 reales a cada una para que se vayan sin contar nada. Por supuesto, se fueron. Y contaron.
Una vez, dijo: "La prensa es muy mentirosa: dicen que me acosté con 200 mujeres, cuando en realidad fue apenas con 100″.
Una frase pinta de cuerpo entero al jugador inglés: "En 1969 dejé las mujeres y el alcohol. Fueron los peores 20 minutos de mi vida". Quienes lo vieron jugar juran que fue el mejor de todos. En Inglaterra, es muy común el dicho "Maradona was good, Pelé was better... George, Best" (Maradona era bueno, Pelé era mejor, Best, el mejor).
Fue ídolo del Manchester United. Cuando se retiró se perdió en el alcohol. Siempre lo acompañó, pero desde ahí, no pudo darle más batalla. Llegó a estar tres meses preso.
Se murió en 2005. Destruido, en la ruina, murió por una infección en su riñón. Pero antes, dejó algunas enseñanzas: "Gasté mucho dinero en alcohol, mujeres y autos de carrera. El resto lo desperdicié".
Quedaron varios afuera. No nos olvidamos de ellos. Mañana, la segunda parte.