Los rastafaris surgieron por la década del '30 mientras con la pelota Uruguay hacía estragos. Emergieron en Jamaica. Y se caracterizan por dos elementos: el consumo de marihuana y las rastas, se transformaron en dos elementos que los identifican.
La marihuana está prohibida en el fútbol, como todas las drogas sociales. Pero las rastas no. Muchos jugadores, antes de que la moda sea el pelo corto, rapado y parado, optaron por seguir los pasos de Bob Marley. Hoy, el fútbol argentino tiene un solo sobreviviente: Gustavo Aprile. Uruguayo, volante del "Gasolero", sorprendió con sus extensos pelos atados. Es el único de los futbolistas de Primera que tiene rastas.
Moreno y Fabianesi
El español que hizo casi toda su carrera en Argentina tuvo una etapa de revelación. Medio paradas, con vincha, mostraba una imagen muy particular.
Garcé, con rastas y esos ojos achinados, parecía consumidor de marihuana. De hecho, estuvo seis meses suspendido porque esa sustancia le saltó en el doping. Con ese look despreocupado, el "Chino" marcó a los delanteros más peligrosos. Le quedaban bárbaro.
Fernando Belluschi
Crack con la pelota, tuvo dos etapas con las ratas: la primera, a pelo entero. Hasta que se fue quedando sin pelo. Y ahí se las dejó sólo atrás.
Señores: las mejores rastas del mundo las tuvo el camerunés. Rubias, hermano. ¡Rubias! Un fenómeno.
Es inexistente, sí. Pero se hizo conocido en el Mundial 2010, cuando Sudáfrica y México empataron 1-1. El rasta hizo un golazo y se puso a bailar. Crack.
Emmanuel Adebayor
El ex Arsenal y Manchester City se sacó las rastas cuando llegó al Real Madrid. "No me veía triunfando acá con rastas", dijo. Sin ellas, tampoco: duró seis meses.
Henrik Larsson
El sueco goleador, alguna vez, fue un rasta. Rubio —pero no tan como Song—, las lució en la primera etapa de su carrera. Después, se rapó. Y no lo dejó volver a crecer.
Royston Drenthe
El holandés es uno de esos afortunados que, un día, se despiertan y están el Real Madrid rodeado de figuras. Sus rastas eran largas, tremendas. Si saltaba a cabecear, probablemente podía golpear a algún jugador. Ahora, rapadito, juega en Turquía.
Kyle Beckerman
El central fue el único futbolista en el Mundial de Brasil que lució unas coquetas rastas. Se ganó los aplausos de todas las chicas.
De arquero a kiosquero rastafari. Atajó en Boca. Héctor Veira lo sacó en un partido donde se equivocó varias veces. No volvió a atajar. Se entregó al Jah, y atiende un kiosco en Ramos Mejía. Sus rastas son más gruesas que las de Bob Marley. Un personaje de aquellos.