En su mejor momento, Boca volvió a padecer un karma que no puede superar desde que está Guillermo Barros Schelotto como DT. Afuera de la Copa Argentina y una lección a aprender pensando en la Libertadores.

Boca volvió a pagar en un cruce mano a mano, donde no hay lugar para la distracción y todo se define por detalles.

Una experiencia repetida en los últimos años y que no tiene una respuesta clara, por más que se intente hacer un análisis profundo sobre el tema. Puede ser cuestión de personalidad o de no entender como jugar estos partidos, pero el tema es que vuelve a caer siempre en la misma “trampa”, hasta en un momento como el actual, donde venía arrasando con todos los rivales que se le ponían en el camino.

Es más, tal es el karma de este Boca, que Rosario Central también supo como utilizar la fórmula para dejarlo en el camino. Presionarlo, no permitirle jugar, ganar casi todas las divididas, raspar cuando hacía falta y explotar el mayor defecto del xeneize, el de la marca en las jugadas de pelota parada.

Nada es casual por más que hoy se intente minimizar la situación, y para ello basta con repasar los cruces que tuvo Boca con el Mellizo como entrenador, donde si bien ganó la mayoría, finalmente quedó en el camino y con las manos vacías por no poder obtener el título.

En total fueron 10 series, ganando 7 y perdiendo 3, aunque como quedó dicho, sin dar vueltas olímpicas. Todo arrancó en octavos de final de la Libertadores 2016, cuando superó a Cerro Porteño, ganando 2 a 1 en Paraguay y 3 a 1 de local.

Mientras que en cuartos dejó en el camino a Nacional de Uruguay, luego de igualar los dos partidos 1 a 1, pasando por penales en La Bombonera. Y ya en semifinal, la historia conocida ante Independiente del Valle, perdiendo 2 a 1 en Ecuador y cayendo de local 3 a 2, para ver frustrada su ilusión de llegar a la final.

La segunda chance se dio en la Copa Argentina del mismo año. Allí, en 32avos. superó Atlético Güemes de Santiago del Estero, 4 a 0, en San Juan; en 16avos. pasó a Santamarina de Tandil, en Formosa, ganando 2 a 1; en octavos igualó 2 a 2 con Lanús, en Mar del Plata, pasando por penales; y en cuartos finalmente quedó afuera al ser superado por Rosario Central, 2 a 1, en Córdoba.

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Y por último, lo más fresquito, esta Copa Argentina 2017, donde arrancó en primera ronda goleando a Gimnasia y Tiro de Salta, 5 a 0, en Formosa; para luego superar con lo justo a Brown de Madryn, 1 a 0, en Mendoza; y quedar eliminado nuevamente por Rosario Central, esta vez en octavos de final, al caer 1 a 0, en el Malvinas Argentinas.

En fin, un caso para psicólogo, porque en esta ocasión, además, venía con el plus de siete victorias seguidas, jugando muy bien, encontrando e imponiendo un estilo, y ante un rival que venía en picada, con la continuidad de su técnico pendiendo de un hilo. Nada cambió y el “karma” de los mano a mano volvió a condenar a un Boca que debe aprender rápido la lección pensando en el gran objetivo de la Copa Libertadores 2018.

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