Argentina cerró su gira por Asia con una goleada

El 7 a 0 resume todo, aunque, en medio de condiciones tan particulares, ante un rival que asumió siempre la postura de partenaire y que, sabiendo de sus limitaciones y de la riqueza técnica que había enfrente, jamás intentó discutir la cruda realidad, Gerardo Martino quizás sacó conclusiones, sobre todo al evaluar algunas respuestas individuales.

La referencia no apunta específicamente a los arqueros utilizados -Guzmán y Marchesín-, ni a los defensores que esta vez fueron titulares -Roncaglia, Vergini, Otamendi, Vangioni- porque, como Hong Kong muy pocas veces pasó la mitad de la cancha con intenciones de complicar, prácticamente no tuvieron trabajo en sus funciones primarias.

Los laterales sí se sumaron en ofensiva y en una de esas incursiones se gestó el segundo gol, tras centro preciso de Vangioni y posterior cabezazo del Pipita Higuaín. Del medio hacia adelante, Gago y Enzo Pérez se movieron con comodidad, pero los aportes más interesantes para desmenuzar, siempre considerando la frágil oposición, fueron los de Pastore, Banega, Gaitán e Higuaín.

En los casos de los tres primeros, porque disponían de una chance para mostrarse y la aprovecharon. Pastore y Banega estuvieron participativos y precisos; y Gaitán, filoso, primero por derecha y luego por izquierda. El zurdo metió dos goles, lo mismo que Higuaín, a quien se lo vio activo y picante, como para demostrar que peleará por defender su sitio como titular en la selección.

En el segundo tiempo, Martino respondió al deseo del público, que pareció haber ido al estadio sólo para ver a Lionel Messi. Los hinchas querían disfrutar de la enorme calidad del mejor futbolista del mundo, aunque eso significara más cachetazos para el equipo local. Messi entró, fue parte importante del espectáculo (marcó dos goles que la gente celebró con admiración, asistió a Gaitán en el sexto) y hasta aceptó firmar la camiseta de un "intruso" que invadió el campo en pleno partido.

Ese curioso episodio reflejó las características del ensayo albiceleste. En Hong Kong vieron al subcampeón del mundo y a Messi, como deseaban. Argentina cumplió con el compromiso y lo hizo seriamente, aunque el Tata Martino sólo pudo recoger (y con pinzas) apenas un puñadito de datos para su naciente ciclo.