La Selección argentina viajó rumbo a Ecuador para cumplir con la última escala de ese sueño que espera terminar en el Mundial de Rusia 2018. En ese sentido, el plantel dirigido por Jorge Sampaoli se entrenó, en el predio de Ezeiza, y luego partió hacia Guayaquil, en primera instancia, para luego viajar el martes mismo a Quito, sede del histórico partido que determinará la suerte final de la albiceleste.
Sin pistas ciertas respecto al equipo, en la práctica del sábado el técnico trabajó en defensa con la misma línea de cuatro que jugó ante Perú, y realizó distintos posicionamientos en ataque, en la búsqueda de cortar con esa anemia de gol que lo caracterizó en esta Eliminatoria.
El entrenador dispuso movimientos en dos módulos, que estuvieron compuestos por un par de mediocampistas de marca y cuatro en el fondo, siempre atacados por los sparrings juveniles.
Como quedó dicho, en uno de ellos estuvieron Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Javier Mascherano, Marcos Acuña; y por delante de ellos Lucas Biglia y Enzo Pérez, éste último en reemplazo de Ever Banega, que sería uno de los que saldría de la formación.
En tanto, el otro equipo estuvo compuesto por Emanuel Mammana, Germán Pezzella, Federico Fazio y Milton Casco; mientras que los dos mediocampistas fueron Pablo Pérez y Leandro Paredes.
Sin novedades de relevancia, lo que más llamó la atención fue que en un momento de la práctica se lo vio a Sampaoli charlando y gesticulando con Javier Mascherano, uno de los principales referentes del equipo, coincidiendo seguramente en la forma de encarar un partido decisivo por donde se lo mire.
En cuanto al aspecto ofensivo se movieron delanteros con volantes creativos, y allí se observó a Lionel Messi junto con Darío Benedetto y Alejandro Gómez más dos sparrings, mientras que con pecheras estuvieron Ángel Di María, Mauro Icardi, Lautaro Acosta, Paulo Dybala, con otros juveniles.
Messi y Mascherano fueron dos de los pocos jugadores que decidieron quedar concentrados y, según trascendió, se aislaron por completo, decidieron no mirar televisión ni consumir medios de comunicación y apenas se acercaron a ver un amistoso del seleccionado Sub-20. Toda una señal, ya que seguramente sienten que todo el peso de esta Selección recae sobre sus espaldas y que no hay lugar para otro tropiezo, porque significaría no sólo quedar afuera del Mundial sino también el fin de un ciclo.
Argentina, dos veces campeón del mundo, en 1978 y 1986, se encuentra en un escenario impensado, ya que está ubicado sexto en la clasificación sudamericana, fuera de la zona de repechaje y los cuatro puestos de acceso directo. Y ante este panorama, el martes debe ganarle a Ecuador en Quito para sacar boleto a Rusia o al menos garantizarse un repechaje ante Nueva Zelanda.