Armando Pérez fue dos veces candidato, pero logró la presidencia tras la intervención de la FIFA. Durante su administración cosechó internas con sus compañeros, la desaprobación de quienes fueron sus pares y la sombra del Gobierno, como aliado y luego -según admite- sin respaldo. En una charla con DIARIO POPULAR. valoró su corto periodo, aunque reconoce que no debería haber aceptado la conducción de la AFA.
—¿Se arrepiente?
—Sí, fue un error. Después de 35 años no se puede arreglar todo en uno, ni en seis meses. Hasta la FIFA nos abandonó.
—¿Cuándo se sintió abandonado por la FIFA?
—A los 20 días de estar ahí.
—¿Y cómo siguió?
—Administramos lo mejor que pudimos y salimos de un atolladero sin que nadie nos diera un peso nunca. Lo que mejor dejó Grondona, es la cultura que se sigue desarrollando: los dirigentes tenemos siempre miedo a represalias por la interna de la AFA.
—La “pesada herencia” ¿Fue para usted o para el actual presidente Claudio Tapia?
—Nosotros fuimos los que hicimos el trabajo sucio, que lamento haber hecho porque no fue reconocido no nos han ayudado: si hubiese sido así, lo podríamos haber hecho mejor.
—¿Ayuda de los clubes?
—Sí, seguro
—¿Pecó de inocente?
—No sé si fue inocencia. Fue incapacidad de no haber pedido un tiempo razonable. Si éramos una intervención, era sin Asamblea. Adidas nos decía que no teníamos la autoridad para pedirles dinero o renegociar el contrato. Con los préstamos, lo mismo. Desde acá las noticias decían eso. Fue muy duro, creí que la FIFA iba a solucionar el tema de la Asamblea
—¿Quién lo ayudó?
—Los profesionales empleados de AFA. Solamente administrando como correspondía, pagamos todo lo que pagamos. Tuvo mucho que ver la gente profesional que trabaja en la AFA, que estaba deseoso de los cambios.
—¿El Gobierno, no?
-Nos soltó la mano. No nos ayudaron a liquidar una deuda para los clubes. Lo demoraron, lo demoraron.
—¿Lo usaron?
—Y sí, claro. Si uno quiere buscar excusas las puede encontrar, pero la realidad yo desde el principio tenía que tener en funcionamiento un criterio para determinadas cosas. La comisión la tendría que haber formado yo. Eso no se hizo y a llorar al campito.
—¿Javier Medín fue su principal rival?
—(Piensa) Hace dos semanas o tres tomamos un café y me pidió disculpas por sus errores. Cada uno quiere dar la primicia… El fútbol necesitaba tener tranquilidad para avanzar. Cada uno quiso tener un viso de poder y no se pudo parar.
—¿Con quién se llevó mejor?
—Con (Carolina) Cristinziano, que después también… como todo. Bueno, fue buena compañera.
—El único que sigue en AFA es Pablo Toviggino...
—Bueno, ahí viene todo un proceso de la FIFA que no se entiende porqué estaba en esa comisión. Yo tendría que haber dicho que trabajaba con la gente que creía y no lo hice.
—¿Cómo analiza ese tiempo?
—Era el tiempo del Ascenso. Tenían los votos, es la estructura que creo Grondona y que Tapia supo ver.
—¿Por qué no negoció gobernabilidad con ese sector?
—¿No te acordás que me hicieron cuatro paros? ¿Cómo me siento a dialogar? Cada planteo era la necesidad de plata, todo era cuestionado.
—Ahora hay un plan de pagos, sin paros…
—Quisiera ver si se están poniendo todos los clubes al día. Hay clubes importantes con mucha deuda. No Independiente que aceptó el plan de pagos y devolvió, es razonable decirlo
—¿Qué clubes?
—-Lanús, Argentinos, Estudiantes, Quilmes...
—¿Cree que hay una puesta en escena para algunos?
—No, eso no lo sé. Dejamos un plan pautado,
—¿Ahora, en tiempos del Ascenso, hay rasgos que usted intentó instaurar?
—Creo que tomaron muchas de las cosas que nosotros dejamos. Pero me parece que está manejada más o menos como antes, porque la cultura grondonista está desarrollada así.
—¿Cree que esa cultura que llama “grondonista” también está en la Superliga?
—Hubo problemas de horarios, situaciones que no sé si resuelven tomando en cuenta el reglamento. Armamos una Superliga para mejorar la parte económica y sanear los clubes y nombramos un presidente (Mariano Elizondo) que hoy está, cuánto mínimo, cuestionado.
—¿Qué clase de cuestionamientos?
—Si un señor que está en una empresa y debe los impuesto que debe y está sindicado como el ejecutor y ahora está al frente de la Superliga, hay que hacer por lo menos una revisión. Es como nombrar de Juez a un corrupto, estaríamos jodidos ¿o no? Cómo mínimo tendríamos que analizar la conducción.
—¿Belgrano pediría que se revea a Elizondo por su gestión en el grupo Indalo?
—Yo no puedo mirar para otro lado. No lo invento yo. Pero todos los clubes tienen el temor de que una cosa como esta tenga incidencia en el desarrollo deportivo. Esta es la cultura que desarrolló Grondona.
—FOX ya estaba salpicada por el FIFA Gate y era usted presidente cuando la eligieron junto a Turner...
—No lo decidí yo. Fue una negociación de los dirigentes. Se nombró una comisión y no quise actuar, que era lo que correspondía.
—¿Porque no estaba de acuerdo?
—A esta altura del partido, decir si estaba o no de acuerdo, no tiene goyete.
—Aunque estuvo cerca, tampoco rompió el contrato con Torneos firmado por Burzaco. ¿Por qué?
—Muchas de las cosas que pagamos, fue por exigirle a Torneos que nos pagara cosas que no nos querían pagar. Analizamos los contratos, pero no alcanzó el tiempo. Grondona instauró un funcionamiento en la AFA que va a ser muy difícil de sacar. Entiendo que Tapia va a poder trabajar en ese sentido.
—¿Habló con Tapia?
—No. A lo mejor hubiese correspondido que me llame para preguntarme: qué viste vos. Igual nosotros dejamos un informe detallado y hay una auditoria de nuestra gestión.
—¿La estructura de Grondona en AFA está vigente?
—Está fuerte. Tapia se dio cuenta de esto y trabajó para ser presidente. Y lo hizo muy bien. Se dio cuenta que Grondona instauró más equipos para más votación, si todo el mundo levantaba la mano. Lo hizo bien.
—¿Y no se dio cuenta usted?
—Por eso digo, el error fue mantener la Asamblea, no se podía hacer nada.
—¿Cómo analiza la gestión de Tapia?
—Es muy temprano para analizarlo. No tengo ninguna intención de crítica. Hizo un plan, funcionó, era su objetivo y luchó por ser presidente. Así que hay que darle el tiempo suficiente para su ejecución. En tres cuatro meses no se puede decir qué hace mal o bien. Si atiende las reglamentaciones, será saludable.
—¿Qué opina de respecto a las delaciones de Burzaco en la corte de Nueva York?
—Yo sabía cómo era la cosa. Por eso nunca hablé con Burzaco ni en la esquina. Ni con él ni con mucha otra gente.
—El Gobierno parece seguir teniendo interés en las sociedades anónimas ¿Qué cree usted?
—Ningún club está dispuesto a analizarlas. Estamos indentificados con que los clubes son de los socios.
—¿Es bueno o malo eso?
—Hasta ahora no fue malo. Hay clubes con éxito en el mundo que son de los socios. Hay de todo. Pero no es ese el problema central. Tal vez haya algún club que se beneficie porque llegan capitales. Pero hay que saber quien pon eel dinero, eh. Del mismo modo que los presidentes deben tener idoneidad. Sino cada tres años o los que marque el estatuto en particular, hay que pagar los platos rotos del anterior.
—Cambiando de tema. En medio de su gestión, un día se despertó en una clínica...
—Muy mal estuve. Hay que ser honesto y sincero: la AFA fue una consecuencia más de una vida medio atropellada de mi parte. No fue solamente la AFA. No le echo la culpa. Fue un elemento más.
—¿Sintió miedo?
—No, me desperté cuando estaba bien. Pero cuando me contaron todo lo que había pasado no lo podía creer. No es fácil que te cuenten que estuviste en un 3 o 4 por ciento de posibilidades de seguir con vida.
—¿Después tuvo respeto a la vida o miedo a la muerte?
—Y durante un rato te dura eso y después empezas de nuevo porque no se puede vivir sin sueños ni objetivos. Eso, sinó, es un poco morirse. Yo no no heredé nada, todo lo hice trabajando. Soy Pérez de apellido, no me olvidé nunca. Eso exige que trabaje para vivir.
—¿Cuáles son sueños hoy?
—Tratar de vivir sin mucha aceleración. En este metro que tenemos de vida, ya me pasé más de la mitad. Quiero disfrutar de los afectos que tengo.
—Pese a todo lo que dijo de su paso por AFA, en el terreno de la fantasía, si hoy existe la posibilidad de ser presidente, en el actual contexto ¿Qué hace?
— (Silencio) Tendría que pensarlo. Es una empresa para trabajar, porque la AFA es una empresa, para dignificarla y transparentarla. Se puede.
—¿Qué cree que es lo peor que tiene el fútbol?
—Lo peor del fútbol argentino es la famosa grieta que hablamos permanentemente, tenemos que entender cuál es el objetivo y luego trabajar. Donde los buenos tengan las posibilidades y los malos no.
—¿Y qué lugar ocupan los malos hoy?
—Somos todos los mismos. Somos el 38 a 38. Algunos con una visión políiica. La política en el fútbol y el Fútbol Para Todos fueron un gran error.
—Pero el gobierno tuvo presencia en su administración…
—Sí, tuvieron injerencia, fundamentalmente en el último tiempo y no solucionaron lo que tenían que ayudar. Entendieron esta salida y bueno… Uno tendría que haberse dado cuenta. Tuve voluntarismo y el voluntarismo solo no sirve.
—¿Terminó siendo un fusible?
—Creo que fui un fusible, pero no me di cuenta.
—¿Cómo van a recordar su paso en la AFA?
—Cómo un fusible
—¿Nada más?
—Bueno, hay que ver si estos dirigentes lo reconocen. Son los mismos dirigentes que me cuestionaban todo. Con algunos casos, con insultos o agravios muy fuertes. Me los tuve que comer porque intentaba un cambio.
—¿No cambió nada?
—Hay dirigentes que no podrían pasar por la puerta de la AFA y no solamente pasan, sino que algunos tienen cargos. Pero bueno. No nos podemos quejar. Esto fue así y hay que aceptarlo.
—¿Qué fue lo que más lo lastimó?
—Que digan que uno era un incapaz, que debía plata, que no era razonable… por algo me eligieron. (Belgrano) Nunca le debió nada la AFA, cumplimos con todo. Seguimos siendo transparentes. Lo intenté repetir en AFA. Pero lo dirigentes no están acostumbrados. Están acostumbrados al “te doy si vos me das esto”
—¿Habló con algún dirigente después de salir de la presidencia?
—No, ninguno. Cuando salís de una función, te dejan de llamar. Son muy pocos los que se acuerdan o reconocen. Hicimos mucho por la gente que estaba en la AFA.
—¿Los empleados?
—Sí, ellos sí. Ellos saben. Nos pasábamos muchas horas ahí. Sin ningún reconocimiento absolutamente de nada. Esos es muy duro muy difícil. Era la obligación que tenía, mi compromiso adoptado.
—¿Terminó su mandato por la palabra empeñada?
—Claro. Merecía llegar a una elección y que se elija un presidente elegido por todos.