A dos fechas del cierre, salvo un milagro que derrumbe todo, Boca será el campeón. No un gran campeón, pero el objetivo lo va a lograr. La pregunta en estos casos se precipita casi por obligación o por inercia: ¿qué deja Boca futbolísticamente? La respuesta facilista de cara a la consagración inminente del equipo que conducen Guillermo y Gustavo Barros Schelotto sería intentar encontrar una suma de virtudes y calidades que la realidad indica que Boca no logró expresar.
La goleada reciente por 4-0 ante Aldosivi puede ser un formidable vector de distintas confusiones. No habría que olvidarse que Aldosivi todavía sigue luchando por no descender. Esto fue y es lo que lo mantiene vivo. Su propuesta es agarrarse de las paredes para mantener la categoría. Y por otra parte el análisis no se circunscribe a la victoria de Boca ante el equipo marplatense. Sino a los 28 partidos que disputó hasta el momento.
¿Qué ofreció en esos 28 partidos? Sobre todo, la contundencia de Dario Benedetto, autor de 18 goles en los 23 encuentros que jugó. Goles, muchos de ellos, decisivos. Este fue el perfil más destacado de Boca: la producción determinante de Benedetto. No el funcionamiento del equipo. Porque en el rubro del funcionamiento nunca tuvo riqueza ni estabilidad. Y la estabilidad no se mide en dos o tres partidos. Se denuncia, sin demasiadas fracturas, a lo largo del campeonato. Y Boca esa continuidad reclamada no la manifestó, aunque el exitismo larvado siempre tape todo.
Si el torneo de 30 fechas que a finales de 2015 ganó Boca con el Vasco Arruabarrena de técnico no quedó instalado en la memoria de los hinchas como una consagración inolvidable, este torneo que conquistará Boca bajo la conducción de Guillermo y Gustavo, seguramente correrá la misma suerte, porque tampoco se revelan demasiadas postales para recordar.
Lo más atractivo de Boca, como ya lo reflejamos, fue la aparición explosiva de Benedetto, sin dudas hoy el mejor delantero del fútbol argentino, por encima de Lucas Alario, otro punta que cultiva la especialidad de ganar partidos. Y esto es precisamente lo que distinguió al goleador de Boca: los partidos en que su presencia definió el resultado final.
No había llegado Benedetto a Boca a mediados de 2016 (proveniente de América de México y con una ficha que costó 6 millones de dólares) con antecedentes rotundos e inapelables. En los 220 partidos anteriores a su estadía en Boca (entre Arsenal en dos ciclos, Defensa y Justicia, Gimnasia de Jujuy, Tijuana y América) convirtió 78 goles. Una cifra interesante, pero no de alto impacto.
El verdadero impacto de Benedetto fue en Boca. No solo en el plano del punta que sabe terminar la jugada. Y que la termina en la red del arco adversario. Sino como generador de su propia jugada. Se autoabastece Benedetto. Si los volantes no le meten una pelota con ventaja, él sabe apropiarse de los tiempos y los espacios para construirse su posibilidad de gol.
Quizás en esa virtud no muy extendida para un goleador, es donde Benedetto hizo la diferencia. Como si no fuera una condición indispensable jugar para él. El también juega para los demás, por supuesto sin exageraciones porque no es un armador. Pero juega para articular la progresión de la maniobra ofensiva. Juega en el toque y la descarga al pie o al espacio. Juega para entrarle a la pelota con potencia desde afuera del área. Y dentro del área no se le cierran las ventanas. Ni con la pelota por abajo ni con la pelota que viene de arriba.
Esta carta con la que contó Boca para imponer un desequilibrio efectivo en las zonas donde siempre se resuelven los partidos, fue su respuesta más valiosa y más plena. Podrán citarse algunos goles de Pavón (9), otros de Centurión (7), la efervescencia naturalizada de Pablo Pérez y el pase y la circulación errática de Gago, pero el aporte especifico de Benedetto no tuvo equivalencias. El fue, claramente, la figura que le permite a Boca salir campeón.
El interrogante estalla a los ojos de cualquiera que frecuente el fútbol: ¿sostendrá Benedetto este nivel de producciones, en el caso que siga en Boca? Los muy buenos delanteros lo hacen. Los otros, los que viven iluminados por una racha importante, a la temporada siguiente se caen. Habrá que ver que ruta va a transitar Benedetto. En Boca o en otro destino.