"Marcelo Bielsa trabaja con planteles cortos, con no más de dos jugadores por puesto", le dijo Claudio Vivas a DIARIO POPULAR en febrero. Al rosarino le gusta trabajar cerca de sus futbolistas. Sabe que debe explotar sus condiciones al máximo. Llevarlos al máximo potencial. Apenas llegó al Lille de Francia, aplicó su método de reducción del plantel: bajó de 29 a 17 futbolistas, y les avisó a sus colaboradores que podría prescindir de la mitad de ese último grupo.
La decisión no fue abrupta. Desde febrero, cuando el club confirmó su contratación, el Loco se recluyó en su campo a analizar a su futuro equipo. Vio todos los partidos. Conoce con detalle y precisión a todos los integrantes de su nuevo equipo. Trazó un diagnóstico típico en él: modificar el plantel, quedarse con aquellos a quienes les ve virtudes para pulir, y desprenderse de los referentes negativos, de los jugadores desganados, o de los que perdieron el hambre.
Él le comunicó la decisión a los doce jugadores que decidió cortar. A los que no estaban en la ciudad, los llamó por teléfono. No deja nada librado al azar, ni en manos de otro: si la determinación sale de su enorme cabeza, se ocupa de explicarla para que no haya terceros en la comunicación.
Pero no contará con un plantel desordenado. El acuerdo con Gerard López, el multimillonario dueño del Lille, tenía una cláusula prácticamente innegociable: sumar a Luis Campos como nuevo asesor deportivo. Ex empleado del Real Madrid y Monaco, de buena relación con Jorge Mendes, el agente de futbolistas más conocido del mundo, tendrá que utilizar sus influencias para hacer su tarea correctamente: incorporar futbolistas, ocuparse de conseguir los nombres que Bielsa seleccionó.
El desafío del Loco en Francia es de tal magnitud que, más allá de las expectativas que generó en los hinchas, el club le puso una vara alta: depositarlo entre los cinco clubes más importantes de la Ligue 1. Lille acabó en la 11° posición y por momentos coqueteó con el descenso. Franck Passi, el último director técnico, lo sacó de terapia. Ahora comienza el trabajo favorito de Bielsa: construir un plantel bajo sus directrices. Bajo sus locuras.