Desde aquella lejana noche colombiana de 2004, cuando Carlos Bianchi dejaba de ser el técnico de Boca por segunda vez tras perder la final de la Copa Libertadores ante el ignoto Once Caldas, los hinchas xeneizes soñaban con su regreso, con la vuelta del entrenador que le brindó los años deportivos más brillantes al club.
Pasaron 8 años y medio, y el Virrey decidió dejar atrás su "siesta" para volver a sentarse en el banco de La Bombonera, esa que supo latir con máxima intensidad en las gloriosas noches de Copa. Pero, con el diario del lunes en la mano, para que el tiempo no pasó en vano.
Angelici fue a buscar a Bianchi después de que los hinchas le bajaran el pulgar a la continuidad de Julio César Falcioni, el técnico que había ganado un torneo local, la primera edición de la Copa Argentina, y que había perdido la final de la Libertadores a manos del Corinthians en medio del Riquelmegate.
Estaba claro: el Virrey no era la primera opción de la dirigencia, que había planeado la renovación técnica con aquellos futbolistas íconos de los años de gloria, como Guillermo, Palermo, Cagna o Arruabarrena, ahora devenidos entrenadores.
Pero el reclamo popular pudo más, y el Virrey retornó al lugar en el que mejor se siente. Claro, ni el más pesimista se imaginó que después de 15 meses la realidad iba a poner a Bianchi al borde de la salida. En total, de los 41 partidos que dirigió por torneos locales, apenas ganó 11, empató 15 y perdió 15. Terminó 18º en el torneo Final 2013, y 7º en el torneo pasado. Además, fue eliminado de la Copa Libertadores en cuartos de final.
Hoy, Boca se encuentra penando en el Torneo Final, aún no ganó en lo que va del año, y los reclamos ya se empiezan a sentir. La dirigencia, aunque lo niega, parece haberle soltado la mano al entrenador, y no son pocos los que empiezan a mirar con angustia el promedio del descenso para la próxima temporada.
Mientras tanto, Bianchi recurre a un Riquelme que hace tres meses que no juega como una especie de salvador, y mañana lo tirará al césped de La Bombonera aunque sea unos minutos frente a Estudiantes. Será el resto final que ponga el técnico más ganador de la historia de Boca, para intentar salvar un mito que comienza a resquebrajarse.
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