Desde el 1º de marzo, cuando debutó en la Libertadores, los números del equipo de Guillermo en este 2018 bajaron considerablemente. Este año, el conjunto del Mellizo no levanta cabeza y sufre.

En 2017, Boca sólo supo ser puntero del torneo local, tanto en el certamen en el que se coronó campeón, como en la primera parte de la Superliga, que aún lidera. El hecho de no haber disputado ningún torneo internacional, le dio la posibilidad de meterse de lleno en ambos certámenes domésticos, y en ese ámbito, no defraudó, si no todo lo contrario, ya que está muy cerca de lograr el bicampeonato. Sin embargo, en este 2018, el Xeneize volvió al plano internacional, la gran deuda de los últimos tiempos, y los problemas comenzaron a aparecer. Desde que juega doble competencia, su efectividad es de un pobre 41,05%, números muy lejanos al pasado reciente.

Cinco meses lleva este año y la estadística bajó, pero producto de un rendimiento colectivo y personal, que también decayó muchísimo. En los primeros cotejos, en los que los de Guillermo Barros Schelotto, todavía no debían jugar por el certamen continental, la efectividad era gigantesca, tanto así, que trepaba al 86,66%, y no se veían nubarrones en el horizonte. De los primeros juegos del 2018, ganó 4 ( Colón, Temperley, Banfield y San Martín de San Juan) y tan sólo empató con San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. La historia empezaría a cambiar el 1 de marzo, cuando el equipo debutó en Libertadores frente a Alianza Lima como visitante, y se trajo un 0 a 0. Desde ahí, incluyendo ese juego, y contando Superliga, Libertadores, y la final perdida con River de la Supercopa Argentina, el saldo fue totalmente deficitiario. De ese principio de marzo hasta hoy, se jugaron 13 cotejos, de los cuales se ganaron 4, se empataron 4 y se perdieron 5.

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El conjunto de La Ribera sintió la falta de recambio, a pesar de que muchas veces se habló de que había nombre para armar dos equipos. Lo cierto es que los relevos no son lo mismo que los titulares, y, a la vez, el cansancio pudo haber influido. Pero lo más grave es el juego. En este año, los únicos que se salvan son Wilmar Barrios en la recuperación y Cristian Pavón en la ofensiva. Sin el atacante, Boca tendría seguramente un promedio de efectividad más bajo que el 41,05% que ostenta desde que juega algo más que la Superliga. El resto de los jugadores, van todos de regular para abajo en el desempeño personal.

En lo que va del año, fueron 18 los cotejos oficiales. Los de Guillermo ganaron 8, empataron 5 y perdieron los 5 restantes, lo que da una efectividad total del 53,70%. Estos números repercuten en las posibilidades de clasificación a octavos de final de la Copa Libertadores, sumado a cómo se apretó la Superliga, con el buen andar de Godoy Cruz y los puntos perdidos por los boquenses.

Otro de los temas que repercutió en el juego de este año, fueron las lesiones. Dos pilares del once titular no pudieron jugar ni un minuto. Darío Benedetto y Fernando Gago, le daban un salto de calidad al equipo y todavía no pudieron pegar la vuelta. Además, en los últimos partidos, Paolo Goltz, Edwin Cardona, Carlos Tevez y Barrios también estuvieron lesionados y muchas veces hubo que improvisar. Hay mucho por mejorar.

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